Viviana 8-

Sonó el teléfono y me sobresaltó, sólo escuche “vení ya”

Abrió la puerta totalmente desnuda, antes de que entre me dio un larguísimo beso en el palier, me tomo de la mano, me llevó al dormitorio, había prendido unas velas, había una botella de champan y dos copas preparadas.

Me desnudó suavemente pero con prisa, se arrodilló y la chupo un poquito, en cuando estuvo bien dura me hizo acostar y se montó de inmediato. Mientras subía y bajaba a lo largo de mi pija comentó: “hoy quiero que sólo cojamos, como si fuéramos novios bien calientes”

– “ Te extrañe tanto que estoy dispuesto a hacer lo que me pidas, sea lo que sea”

– “ Estuve los 10 días esperando este momento, aunque no creas. Cumplí lo que me pediste y nunca acabé con el cornudo, pero para hacerlo mejor y castigarme, tampoco me hice la paja”.

– “¿Quiere decir que en todo este tiempo no acabaste ni una vez????”

– “ Sólo durmiendo que no lo podía evitar, tuve algunos sueños eróticos, casi siempre con vos y me despertaba mojada, pero nunca por mano propia”

– “Sos una diosa, te voy a coger toda la noche en agradecimiento”

– “Eso espero, igual para recuperar los polvos perdidos va a tener que ser más de una noche” respondió riendo.

A los pocos minutos terminamos juntos el primero de la noche, se salió de mi, puso una copa debajo de su vagina y juntó parte de mi semen y sus jugos, la completó con champan, sirvió la otra sin “aditivos”, brindamos por el reencuentro.

Le conté que yo también había tenido mi abstinencia, aunque cogí una vez y me hice algunas pajas tuve mucho menor actividad de lo habitual, no me motivaba nada.

Me miró muy dulcemente y me agradeció, “entonces apurémonos que somos dos los que necesitamos garchar mucho”. Bebimos nuestras copas , se puso en cuatro y me pidió que se la meta por el culo, no me hice rogar.

Así seguimos toda la anoche, de a ratos descansábamos un poco aprovechando para charlar y beber un poco y en cuanto estaba otra vez en forma seguíamos cogiendo, pero sólo eso, sin dolor ni humillación, puro sexo.

En un momento que estaba un poco cansado me acordé del vibrador que había comprado, me puse el pantalón, los zapatos y bajé a mi departamento a buscarlo. Fue igual que darle un juguete a una nena, casi llora por el gesto, abrió el envase y se lo metió en la concha inmediatamente comenzando a masturbarse, pensó que era un simple consolador.
Sin decirle nada lo puse en marcha y se volvió loca. “es maravilloso, muchísimas gracias!!!”
A eso de las 4 de la madrugada ya habíamos disfrutado bastante y estaba con algo se sueño, le propuse: “ me voy a casa así dormimos un rato y estamos con fuerza para seguirla en la mañana”

Ella tenía ganas de seguir, pero sabía lo que pasaba después y me dio la razón, le di un tierno beso y bajé a mi departamento.

Todavía dormía cuando sonó el timbre, abrí y tenía el mismo tapado de nuestro primer encuentro, fui a la cocina a preparar el café y al volver al living estaba tal cual la primera vez, con medias negras, portaligas y un broche en cada pezón; me pareció genial el gesto y le dije: Yo también te tengo regalos”.

La llevé al dormitorio y le mostré los ganchos para colgarla y para sujetarla a la pared que había instalado, los equipos de estimulación eléctrica que armé y las muñequeras y tobilleras que había comprado junto con el vibrador.

Estaba feliz, allí nomás quiso probar todo, le puse los brazaletes y tobilleras de cuero y la amarré a la pared, quedando con los brazos para arriba, estirados, parada sobre sus tacos con las piernas bien abiertas, conecté un cable con el extremo pelado y se lo di para que lo sostenga en su mano, de esta forma podía soltarlo interrumpiendo la sesión si lo deseaba; para el otro polo escogí un electrodo de acrílico con una esfera de bronce en su extremo.

Conecté ambos al equipo de radio frecuencia, acerqué la esfera a sus tetas y saltaron unas hermosas chispas violetas, pegó un grito más de sorpresa que de dolor, seguí recorriendo su cuerpo con la bolita a pocos milímetros de su piel, deteniéndome en la partes más sensibles, pezones, axilas, clítoris, labios vaginales, ano, lengua. Me detuve para preguntarle como íbamos, “bien hace cosquillas pero no duele”.

Subí al máximo la potencia del equipo y seguí con mi tarea, ahora las chispas eran mucho más largas y dejaban en el aire un típico olor a ozono, Viviana lo disfrutaba, en ningún momento amagó soltar el cable.

Decidí probar con otro equipo, sin soltarla de sus amarres le introduje el electrodo redondo hecho con un caño en su concha y puse dos clips cocodrilos en sus pezones, ahora no podía interrumpir la diversión. Conecte estos cables al equipo que permitía variar el período y la intensidad poniéndolo a funcionar a un cuarto de su potencia.

Con este aparato se noto un mayor efecto, el cuerpo de Viviana se sacudía solo sin que ella pudiera impedirlo, en poco tiempo pidió: “subilo más”

– “¿ Más seguidas las descargas o más fuertes?”

– “Las dos cosas”

Dupliqué la intensidad llevándola al 50 % y apuré un poco la frecuencia, su cuerpo tenía espasmos más fuertes, creo que si no hubiera estado atada se hubiera caído, nuevamente llegó su sutil pedido: “ ponelo al máximo de una buena vez, ¿o sos puto que no te animás?”

Pensé para mis adentros que jamás me trataba así, lo hacía para forzarme a hacer algo que no me convencía demasiado. Igualmente le di el gusto, subí la tensión al máximo, pego un grito que me asustó pero en seguida me tranquilizó, con voz temblorosa dijo: “discúlpame, pero la primer descarga fuerte me hizo acabar inesperadamente, creo que me oriné un poco incluso”
Efectivamente había un pequeño charco a sus pies; la deje un par de minutos más disfrutando del juguete nuevo, lo apagué saque el electrodo de su concha chorreante y allí aun atada contra la pared se la metí de una, tuvo un nuevo orgasmo ni bien le entró, en poco tiempo le llenaba con mi leche su vagina mientras ella seguía orgasmando sin parar.

La solté y traje una copa para que en ella depositara sus líquidos, así lo hizo junto con un poco de pis. Se lo di a beber, me agradeció mientras se relamía, luego se tiro al piso a lamer lo que había ensuciado.

Cuando terminó con su tarea se levantó y preguntando “¿ahora me vas a colgar del techo?”

Intenté hacerlo pero no era tan fácil como parecía, las sogas eran finas y no podía levantarla por completo, así que opté por levantar sólo sus piernas abiertas, quedando con el cuello y la cabeza apoyados sobre la cama. Era una buena posición, uní sus muñequeras en su espalda y así tenía acceso a sus tetas y todos sus agujeros.

Tomé una larga regla de madera que había conseguido recordando la que usaba su mamá, con ella le di un buen rato en el orto hasta dejárselo bien colorado. Después de este precalentamiento me entretuve pegándole justo en la concha con una varilla de caña tacuara, siguiendo luego por las tetas que recibieron igual tratamiento. Ella sólo emitía suaves gruñidos, disfrutando cada uno de los golpes, no me hubiera extrañado que siguiera en un orgasmo continuo.

Cuando estaba en lo mejor interrumpí la paliza, sin soltarla se la metí hasta la garganta y acabé inmediatamente. Ya aliviado me puse a orinar en su boca de a chorritos, para que pudiera ir tragando sin mojar la cama, vacié la vejiga que estaba bien llena, no había meado desde que me levanté.

La solté y nos fuimos a la cocina a tomar un café, contenta por los chiches nuevos preguntó:

“¿Dónde compraste el vibrador y las muñequeras?’”

– “ En un negocio especializado, es otra sorpresa que tengo para vos”

– “ Buenísimo, ¿podremos ir mañana?”

– “ Esperá que llamo y te confirmo”

Hablé con Verónica y quedamos para el día siguiente bien temprano, cuando se lo transmitía a Viviana se alegró mucho, “ me costará esperar hasta mañana”…

Continuará

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