Los días siguientes volví a mis encuentros matinales con Viviana, estaba un poco cabrera, tenía celos de su madre, temía que le dejara de dar bola a ella.

Así que me esmeré en atenderla como se merecía, todos los días teníamos una buena sesión de sexo mezclado con algunos castigos y humillaciones. No estaba seguro como reaccionaría si le contaba que su madre la castigaba de niña para complacer su placer morboso, así que preferí no hablarle del tema por el momento.

El viernes a la noche llamé a Mierda para informarle que pasaría por su casa la mañana siguiente, su voz delataba su alegría, hacía varios días que no tenía noticias mías.

A media mañana llegué a su casa, llevaba un bolso con algunos videos (había elegido los más guarros que conseguí) sogas y alambres que compre en la ferretería, algunas herramientas, los consoladores de Viviana y alguna sorpresa más.

Abrió la puerta vestida con un conjunto de corpiño y tanga negro, transparente con aberturas en los pezones y la concha, tenía además medías negras con costura, portaligas y unos zapatos de taco altísimos.

¿Te gusta como me produje para vos? preguntó haciéndose la puta, le respondí con una cachetada que la tiró al piso, “Pelotuda!!, ¿Cuándo vas a aprender a no hablar si no se te pregunta? reforcé mi enojo levantándola de los pelos y escupiéndola en la cara, “merecerías que me vaya”.

Lloró pidiendo la palabra: “dale, hablá”

-“Por favor no te vayas, te necesité muchísimo estos días no podía calmar mi calentura con nada, pedime lo que quieras, haceme lo que quieras, pero no te vayas”

– “ Está caliente la señora? pero si había sido puta. Bueno vamos a divertirnos un rato, saldremos a pasear” Estaba claro que no era eso lo que ella tenía en mente, pero por supuesto no dijo nada. Pensé en sacarla vestida así a la calle, pero seguro terminaría presa rápidamente y nos arruinaría el fin de semana.

Así que subimos a su dormitorio a buscar algo más decente, al llegar noté un olor raro, había cumplido a rajatabla la orden de no cambiar las sábanas y el aroma era a meada concentrada.
También pude verificar que había comprado la video y colocado los espejos.

¿Cogiste con alguien en estos días? La pregunta la tomó por sorpresa, en voz baja contestó:

– ”Si, con el que colocó los espejos, se dio cuenta para que eran y me ofreció que si necesitaba algo lo llamara de nuevo. Lo llamé a la tardecita y cogimos pero nada más” respondió con miedo.

-“Está bien, pero tenés que coger más, busca la forma de conseguir calentar a la gente, vestite de puta, mostrate en los negocios, tenés que lograr que todos los días te coja al menos uno o una distinto”

Se sorprendió por mi reacción, pero no le desagrado demasiado, sólo respondió “muy bien mi amo, así lo haré”.

Bueno, vamos a buscar algo para que te pongas, revisé su placard y encontré un tapado de mangas medio cortas y tres botones en la parte superior, era mas vale como una capa, quedaba abierto abajo además era bastante corto. Se lo hice poner, quedó perfecto, a duras penas tapaba la parte superior de sus medias y con nada se abría y mostraba su concha hermosamente enmarcada por la tanga.

Se me ocurrió mirar el cajón de la ropa interior, había un buen surtido de ropa muy sexy, pero también quedaban un par de conjuntos “decentes”, “¿no te dije que tires a la mierda toda esa ropa?”

-“ Disculpe mi amo, sólo deje un par para cuando tenga que ir al médico” respondió con miedo.

-“¿Así que piensa y toma decisiones por su cuenta la esclava? Pero mirá que bien!! . Le di un terrible cachetazo en la otra mejilla y le advertí: “cuando volvamos vamos a hacer algo al respecto”

Salimos a pasera por el barrio, buscamos la avenida más concurrida. Estando quieta la ropa de Mierda parecía normal, al caminar se abría un poco y rebelaba algunas partes, sentarse era imposible, la capa se abría y no había forma de cubrir su desnudez salvo que sostuviera la capa con las manos, cosa que por supuesto le prohibí hacer.

Fuimos entrando en algunos negocios, a veces entraba con ella al vestidor y hacia que me chupe un poco la pija, en otros me quedaba afuera mirando como se exhibía siguiendo mis indicaciones, salía del vestidor sin la capa y llamaba la atención con cualquier escusa para que todos la vieran.

En una zapatería le hice probarse 10 pares de calzado, el pobre vendedor quedó tarado, lástima que no se animó a proponerle nada porque tenía la obligación de aceptar lo que fuera.

Nos sentamos a tomar algo en un barcito de una galería, había bastante adolescentes dando vuelta que no dejaban de mirarla, algunos con descaro, yo mientras le decía: “mirá, se dieron cuenta que estás vestida de puta, seguro que piensan que sos profesional, dales un buen espectáculo, separá más las piernas y tocate un poco, que todos sepan lo arrastrada que sos”

Se ponía colorada pero seguía haciendo lo que se le ordenaba sin oponer resistencia alguna.

Pasmos por una tienda de artículos escolares, allí compré chinches de las usadas para sostener papeles en una pizarra, cola instantánea y par de reglas largas de madera.

Mientras caminábamos o mirábamos vidrieras le metía los dedos en sus agujeros o pellizcaba los pezones, la idea era tenerla al máximo sin dejar que acabara.

Estuvimos unas dos horas con este juego, le pregunté: “ ¿qué tenés ganas de hacer?”

-“ De coger, por supuesto, estoy recaliente, me gustaría que me garches acá mismo” respondió con total honestidad y sin ninguna vergüenza. Me gustó y me calentó, debo confesar que mi intención era hacerla desear un rato más, pero no aguanté, le dije: “ bueno, vamos a darte el gusto, volvamos a tu casa”

Ni bien entramos tiró la capa a la mierda , me abrió el pantalón y sacó mi chota afuera. Se arrodilló a chuparla como si de eso dependiera su vida, la dejé un ratito, “vamos a la cocina” ordené. La puse en L, los pies en el piso y las tetas sobre la mesa, “abrite bien el orto” Me unté la mano con aceite y se lo empecé a trabajar, había hecho caso evidentemente porque ya no era tan estrecho, le fui metiendo cada vez más dedos hasta que conseguí meter mi mano entera, le hice meta y saca hasta que empezó a gritar como una yegua y tuvo un furibundo orgasmo sin tocar siquiera su concha.

Esto era lo que quería, que aprendiera a disfrutar también cuando le hagan el orto, aunque sea a lo bestia, la di vuelta allí mismo y se la metí en la concha hasta que acabamos juntos, yo también me lo merecía.

Decidí darnos un respiro, la mandé a que pida algo para comer, que ponga la mesa y que cambiara las sábanas, no me iba a meter en esa cama con olor a meo.

Mientras ella se ocupaba de esas cosas me metí en un cuarto para que no me viera y me divertí pegando las chinches en el interior del corpiño que había guardado y en la bombacha donde toca con la concha, quedó precioso.

Estaba por llegar el chico del delivery y le ofrecí: “¿Cómo preferís atender al chico del restaurant, denuda o en ropa interior?” Todavía tenía algunos reparos y atender a un proveedor en bolas le daba vergüenza, tímidamente contesto: “preferiría en ropa interior”

-“ Muy bien, se te concederá, ponete este conjunto” dije alcanzándole sus ropas modificadas. Estaba sonriente hasta que las tuvo en sus manos y vio las mejoras que le había introducido, no dijo ni mu, se quito el sexi conjunto que tenía y se colocó el “decente” no pudiendo ocultar algunas lágrimas.

-“Pero que lindo te queda, imaginate que contento se pondrá el doctor cuando te vea ” dije riéndome y humillándola lo mas posible, junto con ello apreté fuertemente sus dos pechos para lograr que se claven lo más posible las chinches y tire de su bombacha hacía arriba logrando un hermoso alarido justo cuando sonaba el timbre.

-“Anda a abrirle al chico, no lo hagas esperar” le grité antes de darle tiempo a reaccionar. Cuando bajé estaba despidiendo al muchacho, seguía con los ojos llenos de lagrimas, el maquillaje corrido y empezaban a verse unos hilitos de sangre brotando debajo del brasier.

“Muy bien, llegó la hora de comer, aprovecha que hoy te toca comer en la mesa como si fueras una persona” me burlé para ofenderla más. Sirvió la comida seria, temí haber ido demasiado lejos y que se estuviera arrepintiendo, me jugué y pregunte:¿porqué tan seria, te pasa algo?

-“No mi amo, estoy feliz, duele como la puta madre, pero el saber que usted se ocupó de mi haciéndome este regalo y todavía me deja comer en la mesa es demasiado premio, ¿Cómo le puedo agradecer?”

-“Comé tranquila que ya se me ocurrirá algo” respondí mientras apretaba sus tetas y acariciaba bien fuerte su concha.

Terminamos el almuerzo, regado con abundante vino de excelente calidad que pagaba el cornudo, serví dos vasos de whisky escocés de una cepa, añejado 18 años y subimos al dormitorio.

La acosté sobre la alfombra boca abajo, puse un almohadón debajo de su pelvis para que apretara las chinches contra la concha, corrí de atrás su bombacha y la cogí por el culo a lo bestia, cargando mi peso sobre su espalda para que se clavaran bien las chinches en sus tetas. A pesar del dolor que debía sentir gozó como una perra en celo, gritaba que siguiera y que le diera más fuerte.

Descasamos unos minutos abotonados, me paré la levanté del pelo y le dije que se desnudara. Las tetas y la concha eran una sola mancha de sangre, lástima no tener un cámara de fotos. La llevé al baño, la acosté en la bañadera y lave sus heridas con una buena meada, sin dejar de atender su boca con parte de ella.

Nos tomamos los whiskies, la mandé a buscar la botella para servir otra ronda. Cuando volvió me encontró vestido, miró sorprendida temiendo que me fuera, le dije:” quiero que hagas exactamente lo mismo que le hacías a Viviana cuando niña”

Se sorprendió aun más: “pero como mi amo, como yo le voy a pegar a usted?”

-“ No podés ser más imbécil, como carajo te tengo que explicar que vos no pensás, no opinás, no nada !!!, si te digo que hagas algo lo haces y se acabó, LO VAS A ENTENDER DE UNA BUENA VEZ” grité para que no hubiera repregunta posible.

Agachó la cabeza se acercó, me tomó de la mano y me llevó como para sentarse en la cama y comenzar el castigo, pregunté “acá le pegabas?”

-“A veces si, otras en el living”

Se sentó me puso sobre su falda culo para arriba, me bajó los pantalones y los calzoncillos y comenzó a pegarme, bastante fuerte por cierto.

“Quiero que también me toques como a ella”

Entre palmada y palmada me tocaba la pija o me metía un dedo en el orto bastante profundamente. Me imaginaba a una nena pequeñita soportando esto por la perversión de su madre y me hervía la sangre, había logrado sentir lo que quería.

CONTINUARÁ

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