Mi cuñada, mi alumna, mi amante (7)

Por fin llegaba el fin de semana, habían transcurrido tres días desde mi último encuentro con Patty en el que, al fin, sucumbí en mente y cuerpo a sus encantos para ser completamente suyo, y ella convertirse en mi putita personal para satisfacer todas mis fantasías.

Al ser último viernes de mes, tocaba lo que mi esposa llamaba “la noche de amigos”. Ella quedaba con sus amigas para salir a cenar e ir a tomar algo, y yo era totalmente libre para salir de copas con mis amigos y rememorar los viejos tiempos en los bares de siempre.

A las 9.30 ya estaba con mis colegas, en el bar de uno de ellos, tomando cervezas, aperitivos y poniéndonos al día sobre nuestras vidas y trabajos. Éramos 4 en total, Antonio (el dueño del bar), Ángel, Jandro y yo. Pasamos un buen rato riendo con las anécdotas de cada uno mientras cenábamos con los generosos aperitivos que Antonio encargaba al camarero para nosotros.

Más tarde, decidimos ir al bar de copas al que seguimos yendo fielmente desde hace 15 años, “Odín”, un local en el que ponen música rock y heavy metal que nos retrotrae a nuestra adolescencia y época veinteañera.

Saludamos a los viejos camaradas de siempre, los parroquianos que ya forman parte del mobiliario de “Odín”, y comprobamos que aparte de éstos, sólo había un par de caras nuevas en el local.

La noche fue pasando entre copas, partidas de dardos, repertorio de chistes y las viejas canciones que inflaman el corazón con el poderoso sonido del metal.

Según fue pasando el tiempo, mis amigos se fueron retirando a sus casas, y nos quedamos únicamente Jandro (soltero y fiestero empedernido) y yo, con ganas de aprovechar al máximo una noche entre tíos. Nos instalamos al final de la barra del local, lejos de la puerta, dándole yo la espalda a la misma, y charlamos animadamente sobre libros, películas y música hasta que mi colega me dijo:

– Carne fresca.

– ¿Qué?- le pregunté aguzando el oído para entender sus palabras mezcladas con la música del local.

– Que acaban de entrar tres tías, y nunca las había visto aquí.

– Bueno- le contesté-, de vez en cuando aparece gente nueva, hay que ir renovando el mobiliario del bar, ¿no?.

-Ya, pero es que parece que están buenas, sobretodo una morena. Si se quedan un rato nos acercamos…

– Tío, te recuerdo que estoy casado…

– Bueno, pues te guardas el anillo y me sigues el juego, a lo mejor esta noche mojamos. Ya sabes que yo soy una tumba, nadie sabrá nada.

Jandro es muy buen amigo, aunque un poco crápula. No era la primera ocasión en la que trataba de tentarme para que le pusiera los cuernos a mi mujer, pero por supuesto, todas sus tentativas habían sido en vano.

– Sabes que no voy a hacer eso- le contesté-, como mucho te hago de carabina, pero no pienso liarme con ninguna.

– El que estés a dieta no significa que no puedas darte un atracón de vez en cuando- dijo sonriendo-. Aunque sé que no tienes huevos a ponerle los cuernos a Tere.

– “He visto cosas que vosotros no creeríais”- pensé rememorando las palabras del replicante de Blade Runner.

– Lo que no hay son ganas- sentencié dándole un último trago a mi copa.

– Bueno, pues entonces serás mi carabina… ¡coño!- exclamó de repente.

– ¿Qué pasa?.

– Joder, que la morena viene para acá, y no está buena, está buenísima…

La cara de mi amigo viró de la expectación a la sorpresa cuando la chica se acercó aún más a nosotros:

– ¡Pero si es tu cuñada!- exclamó.

Me giré de inmediato para poder verla, y me encontré con ella, con Patty.

– Hola, profe- me dijo dándome dos sonoros besos-, y… Jandro, ¿verdad?. Nos conocimos en la boda de mi hermana.

– Sí, claro- contestó Jandro visiblemente excitado porque recordase su nombre.

– ¿Qué haces aquí?- le pregunté a mi cuñada estupefacto.

– Bueno, vivo cerca de aquí, y había oído hablar de este sitio, pero nunca había llegado a entrar, así que he convencido a mis amigas para tomar algo aquí y ver qué había.

Patty me dedicó su sonrisa de picardía mientras estudiaba de reojo a Jandro. Estaba claro que sabía por su hermana que yo frecuentaba ese bar.

– ¡Es lo que tiene ser un animal de costumbres!- pensé.

– Tómate algo con nosotros- se apresuró a decir Jandro radiografiándola mentalmente.

Estaba preciosa e increíblemente sexy, vestida con una entallada blusa negra de magnífico escote en pico que mi amigo no podía dejar de mirar, y como prenda inferior llevaba una falda de tubo con finas rayas grises horizontales y verticales sobre fondo blanco. Calzaba unos zapatos negros con tacón de aguja, así que por su altura, y sinuosa silueta, era imposible que pasase desapercibida para nadie.

– No, muchas gracias- declinó Patty-. He dejado al otro lado de la barra a mis amigas y creo que están un poco acobardadas por el tipo de música. Tal vez luego- concluyó guiñándole el ojo a mi amigo.

– Nos vemos, profe- se despidió de mí con un aleteo de sus pestañas.

Sin más, se dio la vuelta y se dirigió donde la esperaban sus amigas, deleitándonos con un magnífico movimiento de caderas y culo, bien marcado por la falda, al ritmo de cada paso que la alejaba de nosotros.

– Uffff- resopló Jandro-, ¡pero qué buena está tu cuñada!. Si no hubiesen estado vuestras familias, le habría entrado en tu boda.

– Me temo que no hubieses tenido ninguna oportunidad- contesté verbalizando mi opinión contrastada por los recientes acontecimientos.

Pedimos otra copa y continuamos charlando, aunque al poco tiempo, Patty volvió con nosotros.

– A mis amigas no les gusta mucho este sitio- dijo-, y quieren marcharse, pero a mí me gustaría quedarme. ¿Os importaría si me quedo con vosotros?.

– Por nosotros encantados- se apresuró a responder mi amigo-, ¿verdad, Carlos?- añadió dándome toquecitos con el codo en el costado.

-No, claro- contesté yo vislumbrando cómo acabaría la cosa-, aunque yo no tardaré en marcharme…

– ¡Genial!- exclamó Patty dedicándonos una seductora mirada-. Me fumo un cigarrito con mis amigas fuera y vuelvo con vosotros, ¿vale?.

– Aquí te esperamos, guapa- volvió a adelantarse Jandro.

– Jooodeeeer- añadió cuando mi cuñada se alejó de nosotros-. Me ha puesto la polla dura con solo mirarme. ¡Esta noche me la calzo!. En cuanto te acabes la copa pones cualquier excusa y me dejas con ella.

– Amigo mío- pensé-, creo que no eres tú su objetivo.

– Haré lo que pueda- contesté a mi lanzado compañero.

Diez minutos después, Patty estaba de vuelta. Jandro le invitó a una copa, y charlamos los tres. Mi amigo no dejaba pasar ninguna oportunidad para halagarla y flirtear con ella, a lo que mi cuñada respondía siguiéndole el juego, alentándole y permitiendo que su excitación fuese en aumento, aunque siempre acababa mirándome a mí de reojo, buscando mi complicidad y excitándome con sus seductores ojos.

– Bueno- dije cuando terminé mi consumición-, ya es un poco tarde y seguro que Tere ya ha llegado a casa, así que debería irme para casa.

Jandro me miró expresando gratitud, aunque en realidad yo no le estaba haciendo ningún favor. Para mí era evidente que mi cuñada había venido a encontrarse conmigo, y yo ya había aceptado la invitación buscando la manera de que fuese mi colega quien se marchase a casa.

– Pues yo también me voy- añadió Patty-. Aunque seréis buenos y me acompañaréis a casa, ¿no?.

– Por supuesto- se adelantó de nuevo mi amigo tratando de ocultar el fastidio por no quedarse a solas con ella.

La acompañamos a su casa, que realmente sólo estaba a 15 minutos caminando desde “Odín”.

– ¿Por qué no subís a tomaros la última?- nos preguntó cuando llegamos al portal-, es lo mínimo para agradeceros vuestra compañía.

– No hace falta que lo preguntes dos veces- contestó Jandro aceptando por los dos.

Habría sido absurdo negarme, la verdad es que ya estaba deseando tener otra ración de sexo salvaje con Patty. Mi amigo estaba creándose falsas expectativas pensando que sería él quien lograría el triunfo, y yo no veía la forma de desembarazarme de él.

Compitiendo mentalmente con cruces de miradas, los dos seguimos al objetivo de nuestro deseo, admirando cómo su maravilloso culo se meneaba al subir los escalones. Ya en el pequeño salón, nos sentamos los tres en el sofá, mi cuñada entre ambos, tras preparar las copas en la cocina.

– Un piso muy mono- comentó Jandro-, ¿vives sola?.

– Sí- contestó Patty encendiéndose un cigarrillo-, así no tengo que preocuparme de molestar o ser molestada cuando traigo alguien a casa.

Mi colega la estaba devorando con los ojos, y ella parecía complacida de sentirse deseada de forma tan descarada. Cualquiera de sus gestos era pura seducción: sus miradas verdeazuladas y aleteos de pestañas, su sensual forma de fumar, la manera en que relamía sus labios tras cada pequeño trago de su copa, el coqueto gesto de colocarse el pelo tras la oreja… y sobre todo, la manera en que su mano se posaba sobre la pierna de Jandro cada vez que le hablaba. Él estaba cardíaco, y yo estaba empezando a sentir cómo un nudo se formaba en mi estómago.

– ¿Estaré equivocado?- pensé-. ¿No seré yo el que está de más en esta situación…?

La duda y el malestar siguieron retroalimentándose en mí, ¿acaso estaba sintiendo celos?.

– ¿Y tienes novio?- preguntó Jandro.

– ¡Ah!- exclamé por dentro-. El muy cabrón ya está encauzando el tema, tal vez debería marcharme a mi cálido lecho, con mi fiel esposa…

– No- contestó Patty-, no me gustan las ataduras, soy más de vivir el momento, ¿verdad, cuñadito?- terminó dándose la vuelta hacia mí y guiñándome un ojo sin que mi amigo se percatase.

– Supongo- contesté sorprendido mientras mi polla se desperezaba ante el gesto de complicidad.

No sabía a qué estaba jugando mi cuñadita, parecía como si me estuviese dando una de cal y otra de arena. ¿Estaría provocándome para que sintiese celos?, ¿querría atraparme en su red hasta tal punto…?

– Uffff- resopló Jandro-, un pibón como tú viviendo el momento… esto se pone interesante…

Patty volvió a girarse hacia mi amigo, agarró su abultado paquete con la mano izquierda, y se abalanzó sobre él para darle un húmedo beso.

Yo me quedé petrificado, observando cómo se besaban. El único músculo de mi cuerpo capaz de reaccionar era mi verga, que se había puesto durísima contemplando el culito de mi cuñada moviéndose mientras devoraba la boca del encantado Jandro.

– Aquí sobro- dije malhumorado cuando mi mente consiguió salir del shock. Realmente estaba celoso.

Patty se separó de mi colega, volvió a girarse hacia mí, agarró mi dura entrepierna y se echó sobre mí metiéndome la lengua hasta la garganta para darme un tórrido beso. Después se separó succionándome el labio inferior haciendo que todo mi cuerpo se estremeciese. Entonces pude volver a ver a Jandro, que nos miraba con los ojos a punto de saltársele de las órbitas.

– Aquí no sobra nadie- susurró con excitación mi cuñada-. Tengo dos pollas para mí sola y quiero disfrutarlas, ¿os apetece?.

Jandro reaccionó enseguida, a su calenturienta mente le daba igual que Patty fuese mi cuñada, sólo podía pensar en que se iba a follar a una tía buenísima compartiéndola con su mejor amigo. Así que sin dudarlo se incorporó y, agarrándola por la barbilla, le metió la lengua hasta la campanilla mientras la mano de mi cuñada seguía acariciando la dureza de mi entrepierna por encima del pantalón.

Todo rastro de malestar y celos, sorprendentemente, estaba desapareciendo de mí. Sentía mi polla latiendo con las caricias de esa mano que sabía perfectamente cómo hacerlo, y la idea de follarnos a esa fogosa hembra entre los dos me pareció tan excitante, que me produjo un cosquilleo que ordenó a mi mano izquierda que le cogiese uno de sus turgentes pechos, mientras, la lengua de mi compañero exploraba su boca y sus manos recorrían todo su culo.

Patty se levantó, y cogiéndonos a ambos de la mano nos guió hasta el dormitorio. Comenzó un erótico baile para nosotros, moviéndose cautivadoramente mientras se iba deshaciendo de la ropa con un striptease digno de las mejores salas de variedades.

Jandro y yo nos la comíamos con los ojos, grabando en nuestras retinas cada uno de sus sensuales movimientos.

Primero se desabrochó lentamente los botones de la blusa, uno a uno, hasta abrirla del todo y dejarla caer al suelo. El sujetador negro que llevaba oprimía y alzaba sus turgentes senos, pero no era lo único que alzaba, pues mi polla apenas podía ser retenida por mi pantalón, al igual que la de mi amigo, que se abultaba en su entrepierna marcando un buen paquete.

Patty disfrutaba viendo cómo cada uno de sus movimientos era seguido por nuestras miradas incendiadas de deseo, que se correspondían con las latentes erecciones que clamaban por ella. Siguió con su erótico baile acariciando sus pechos por encima del sujetador, deslizando las manos por su sinuosa cintura, recorriendo sus caderas, girándose para mostrarnos cómo se acariciaba sus firmes glúteos… Contoneando las caderas, fue sacándose la falda haciéndola bajar poco a poco por sus muslos, como una serpiente que muda de piel.

Su tanga era negro, a juego con el sujetador; en la parte delantera apenas era un diminuto triángulo que marcaba la forma de su vulva, y en la parte trasera sólo se veían dos finas tiras sobre sus caderas, que confluían en el centro para acabar desapareciendo un poco más abajo, entre las redondeces de sus duras nalgas.

– ¡Qué polvazo tienes!- exclamó Jandro.

– Mmmm- gimió Patty acercándose a él con movimientos felinos.

Le desabrochó los botones del pantalón y se lo bajó junto con los calzoncillos mientras él se desnudaba de la parte de arriba. Con la polla tremendamente erecta, gruesa y llena de venas, se quedó desnudo para ella.

– Tienes una polla muy gorda- le susurró mi cuñada acariciándosela-. A ver cómo la tiene mi profe.

De sobra sabía cómo era, bien la había visto y mucho la había disfrutado engulléndola con sus tres orificios del placer, pero quería simular que era la primera vez que la tendría para ella. Se acercó hacia mí y repitió la misma operación que con mi amigo, quedándome totalmente desnudo con mi verga tiesa pidiendo su atención.

– Ufffff- suspiró Patty acariciándomela-, es muy grande y también la tiene durísima…

– Así es como me la ha puesto mi cuñadita- dije yo-, dispuesta para follármela. ¿Te apetece?.

Guiñándome un ojo por nuestra pregunta cómplice, y con cara de lujuria, mi cuñada se arrodilló ante mí y lamió mi glande para después mirar a Jandro e invitarle a acercarse. También lamió su húmedo glande para relamer el líquido preseminal que brotaba de la punta.

– ¡Qué maravilla!- exclamó cogiendo nuestros falos con cada una de sus manos-. Dos deliciosas pollas para mí solita.

Mi colega me miró sonriéndome, y yo, sin dudas que ensombrecieran mis deseos, totalmente entregado a la causa, le devolví la sonrisa. La perspectiva de follarnos los dos a esa insaciable hembra me había excitado de tal modo, que ya sólo podía pensar en darle justo lo que quería: ser follada por dos tíos sin compasión.

Patty empezó a alternar lamidas de una verga a otra, acrecentando nuestra excitación con su lasciva lengua.

– Quiero comerme tu polla- le dijo a Jandro mirándole directamente a los ojos con deseo-. ¿Me llenarás la boquita con tu leche?.

– ¡Uffff!- resopló mi amigo- ¿quieres que me corra en tu boca…?.

– Mmmmm, quiero tragarme toda tu lefa mientras mi cuñadito me folla el coño- contestó sonriéndome con picardía.

– “Le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar”- dijo la característica voz de Vitto Corleone en mi cabeza.

Patty se levantó y yo le quité el sujetador para acariciar sus maravillosos pechos de erizados pezones mientras mi compañero le bajaba el tanga descubriendo su coñito, bien rasurado, húmedo y caliente.

Jandro se sentó en el borde de la cama, con su erecta verga apuntando hacia el techo. Mi cuñada se acercó a él y se agachó para poner sus labios sobre la punta del duro músculo. Lentamente fue bajando la cabeza, y el afortunado y yo observamos cómo su falo desaparecía deslizándose entre aquellos apetitosos labios para ser envuelto por la cálida boca de mi viciosa cuñada.

– ¡Ooooooooooh!- exclamó Jandro con casi todo su miembro engullido.

Yo conocía perfectamente esa increíble sensación y la innata habilidad de la experta felatriz para provocarla.

Mientras Patty comenzaba con su magnífica mamada a mi amigo “ummppff, ummppff, ummppff”, su irresistible cuerpo se presentaba ante mí doblado por la cintura, con sus grandes senos colgando, sus prietas nalgas mostrando su esplendidez, y justo por debajo de ellas, entre los firmes muslos, ese coño de hinchados labios que segregaba fluidos pidiéndome ser penetrado. No lo dudé, agarré ese culo acorazonado y coloqué mi glande entre los hambrientos labios vaginales. De un empujón introduje todo mi falo hasta que mis caderas chocaron contra sus nalgas “¡Plás!”.

– Ummmmppff- gimió mi cuñada con la polla de mi amigo llegándole hasta la garganta por mi embestida.

Se la sacó de la boca por unos instantes para toser y decir:

– ¡Ummm, qué gustazo!. Me encanta sentirme tan zorra con una polla en la boca y otra taladrándome el coño.

Jandro me miró sonriendo y respondió:

– Sí que eres una zorra calentorra, sigue comiéndomela.

Y agarrándole la cabeza le colocó los labios de nuevo sobre la punta de su venosa herramienta.

Yo me retiré hacia atrás sacando todo mi rabo cubierto de brillantes jugos femeninos, y volví a arremeter para perforar esa gruta de placer con todas mis ganas.

– Ummmm- gimió Patty con su boca y su coñito llenos de polla.

Empecé un fuerte mete-saca que su vagina correspondía con deliciosas contracciones que masajeaban todo mi miembro. El empuje de mis caderas movía todo su cuerpo, marcando el ritmo de la mamada a mi amigo. Éste estaba en la gloria, con las manos apoyadas sobre la cama y la cara vuelta hacia el techo gimiendo con cada chupada.

– ¡Uf, uf, uf!, jodeer commmmo la chupaaaas- decía-. Uf, uuuuffff, no lo aguantooooo, te voy a llenar la puta bocaaaaaaahhhh.

Jandro empezó a correrse mientras yo seguía follándome a mi cuñada ensartándole mi verga hasta el fondo. La corrida de mi amigo se prolongó durante unos segundos en los que Patty se atragantaba con los chorros de cálida y espesa leche que llegaban directamente a su garganta. Mis constantes embestidas no la dejaban acomodarse bien la polla de mi amigo sobre la lengua, y cada vez que yo arremetía, el glande de Jandro se le incrustaba en la garganta para descargar chorros de semen. Cuando terminó de correrse, con cara de satisfacción, mi colega sacó su estaca de la boca de su felatriz y se quedó sentado contemplando cómo me la follaba.

Patty tosió, pero en ningún momento se quejó. Era ella quien había querido que mi amigo se corriese en su boca para atragantarse con su esperma.

Jandro se levantó para dejarnos la cama libre y se sentó en la silla del escritorio para observarnos.

Desacoplándose de mí, Patty se giró.

– Quiero cabalgar tu polla- me dijo con la respiración entrecortada.

Me tumbé sobre la cama y acto seguido ella se colocó a horcajadas sobre mí, bajando sus caderas hasta que mi falo volvió a penetrarla por completo.

– Ooooohhhhh- gimió-, ¡esssso esssss!. Vamos a darle un buen espectáculo a tu amigo…

En posición perpendicular a mi cuerpo, comenzó con un fuerte movimiento de caderas con el que se clavaba mi polla despiadadamente.

– Mmmm, ssssíííí- decía entre jadeos-. Cómmmo mmme gussssta la polla de mmmmi cuñadooohh.

Jandro contemplaba el espectáculo fascinado, viendo cómo esa hembra salvaje movía su maravilloso cuerpo sobre mí, gimiendo, mordiéndose el labio inferior y poniendo caras de auténtico placer mientras mis manos acariciaban su culo, caderas, cintura y estrujaban sus grandes pechos de puntiagudos pezones.

Yo nunca me había sentido observado en pleno polvo, y pensé que la situación me coartaría por completo, pero descubrí que era todo lo contrario. Mi cuñada era tan sensual y fogosa, que hacía que el ser observados fuese una experiencia aún más excitante.

– Aaah, aaah, ummm, aaaah- gemía Patty alternando miradas de puro vicio entre mi amigo y yo.

Jandro volvía a tener una evidente erección, así que se acercó a la cama y acarició el turgente pecho izquierdo de Patty mientras ésta botaba sobre mí. Ella tendió su mano hacia él y le agarró la verga para acariciársela sin dejar de clavarse la mía con furia.

El placer era tan exquisito que yo ya no podía aguantarlo más, así que agarré a mi cuñada de las caderas y comencé a marcarle yo el ritmo, clavándole mi mástil en lo más profundo de su ser. Los espasmos recorrieron mi cuerpo de la cabeza a los pies, haciéndome levantar la cadera para correrme con violencia dentro de aquel coño que devoraba toda mi dura carne. Cuando la cálida explosión de semen inundó sus entrañas, Patty también alcanzó el orgasmo gritando con toda su espalda arqueada.

– ¡Ooooooooooooohhh!.

– Qué buena corrida- dijo tras recuperarse-, pero quiero más- añadió mirando a Jandro mientras me descabalgaba.

Yo me incorporé y me senté. Mi colega se puso al borde de la cama, y Patty acarició su erección con dulzura relamiéndose los labios.

– ¿Quieres más?- le preguntó Jandro-, ahora voy a darte yo una buena ración de polla.

Se puso sobre ella, y mirándole fijamente a sus preciosos ojos, la penetró con rabia.

– Mmmm- gimió mi cuñada-, mmme encanta otra polla para mmmí. Fóllame tan bien como mi cuñado.

Jandro comenzó un rítmico bombeo con las piernas de Patty abrazándole por las caderas. Ella lo estaba disfrutando, gimiendo con cada embestida, pero yo notaba en su forma de gemir que el placer no era tan intenso como cuando era yo quien invadía su coñito con mi potente músculo.

Me levanté de la cama para sentarme en la silla a observar, y ellos aprovecharon para rodar sobre el lecho, quedándose ella sobre mi colega como momento antes había estado sobre mí.

Ahora era yo quien observaba en tercera persona cómo esa hermosa amazona cabalgaba gozando con la verga de mi amigo. Era un espectáculo magnífico: su rostro ruborizado por el placer, sus ojos aguamarina incendiados de lujuria, su lengua acariciando su labio superior para después morderse el carnoso labio inferior entre gemidos. Su piel brillaba por una fina capa de sudor sexual, sus firmes pechos subían y bajaban eróticamente con el ritmo de sus caderas, su redondeado culito se meneaba deliciosamente adelante y atrás resultando hipnotizador… Mi falo volvía a desentumecerse ante semejante visión.

Patty fijó su lujuriosa mirada en mí, y al ver cómo mi miembro comenzaba a recobrar vida propia, susurró:

– Dame tu polla.

Me acerqué quedándome de pie al borde de la cama y, sin dudarlo, sin dejar de cabalgar, ella agarró mi miembro semi-rígido para introducirlo glotonamente en su boca. Esa humedad y calidez que ya conocía eran increíblemente placenteras. Entre gemidos ahogados comenzó a succionar, haciendo crecer mi verga dentro de su boca, poniéndola gruesa y dura, llenándose la suave cavidad de carne hasta conseguir su máximo tamaño.

Cuando sintió que mi herramienta alcanzaba todo su esplendor, se la sacó de la boca succionando fuertemente.

– Fóllame por el culo- dijo con la voz entrecortada por los envites de Jandro-. Quiero vuestras dos pollas dentro de mí.

– Te lo voy a taladrar- le contesté subiéndome a la cama y situándome de rodillas tras ella.

Palpé sus glúteos sin que estos parasen de moverse, y exploré la división entre ambos hasta encontrar su ano. No estaba completamente cerrado, el placer que Patty estaba sintiendo follándose a Jandro lo hacía bastante receptivo, aunque no lo suficiente para aceptar el grueso mástil que su golosa boca me había dejado. Ensalivé mi dedo índice, y penetré el suave ojal con él.

– Oooohhh- gimió ella.

Empecé a hacer movimientos circulares, lubricando con mi saliva y estimulando la abertura para que fuese ensanchándose y aceptase otro dedo.

Su cuerpo respondía tanto a mis dedos como a la polla que penetraba su coño, así que no tardó en aceptar dentro tres dedos bien untados de saliva. Era el momento de cumplir sus ansias de doble penetración.

Patty detuvo la cabalgada y se recostó sobre Jandro, que también se paró, aunque agarró sus magníficas tetas para no dejar de masajearlas. Yo me coloqué sobre ella, cargando mi peso sobre mis brazos y mis rodillas. Su mano derecha agarró mi polla y colocó mi glande en su ano. Poco a poco empujé con la cadera y mi ariete empezó a abrirse paso entre las estrechas paredes que lo envolvían y estrangulaban.

– ¡Ah, ah, ah, ah!- jadeaba la sodomizada sintiendo mi dureza abriéndola por dentro.

– Uffffff- resoplaba Jandro sintiendo en su miembro las contracciones internas de mi cuñada mientras el cuerpo de ésta trataba de aceptar al invasor que llegaba por detrás.

Tras unos instantes, mi cadera hizo tope con los firmes glúteos. Toda mi verga estaba alojada en su culo, increíblemente prieta en su interior. En mis huevos sentía un cosquilleo producido por el leve contacto con los de mi amigo, y mi polla pedía a gritos empezar con el mete-saca para sentir en toda su extensión la placentera sensación de los músculos de Patty masajeándolo.

Miré hacia la derecha y pude ver el reflejo de los espejos del armario. Parecíamos un sándwich en el que Jandro y yo éramos el pan, y mi cuñada el delicioso relleno.

Comencé con el movimiento de caderas, taladrando con mi falo ese magnífico culito. Los empujones de mis caderas hacían que las de Patty también se moviesen, clavándose aún más la inhiesta polla de mi amigo en su coño.

Los tres jadeábamos rítmicamente, en un coro de placer en el que rápidamente mi cuñada empezó a destacar como solista. A pesar de lo difícil de la postura, yo había conseguido acomodarme para dar estocada tras estocada en un frenético choque cadera-nalgas: “¡Plás, plás, plás, plás!”.

La impresión de tener dos pollas dentro, con sus dos agujeros llenos de carne dura y caliente, era tan intensa, que Patty gemía suplicante por no poder resistir tanto placer.

Jandro cogió mi ritmo, y también empezó a mover sus caderas para penetrar repetidamente con su gruesa polla el coño de mi cuñada rebosante de fluidos.

– Diossss mmmmío, oooooh, ummmmm- gemía ella-. Mmmmme rrrreventáissss porrrr deeeentroooohhh.

Mediante un pacto entablado con la mirada, mi compañero y yo comenzamos a alternar penetraciones profundas, de tal modo que Patty podía sentir en todo momento una verga invadiéndola por dentro. Cuando un falo se retiraba un poco, el otro profundizaba desde el otro lado.

Mi alumna estaba abrumada por tantas sensaciones: las manos de Jandro apretándole las tetas, mis jadeos produciéndole cosquilleos en su oreja derecha, la cadera de mi amigo golpeando su clítoris, la mía golpeando sus glúteos, el falo de su nuevo amante alojándose en su vagina, el de su cuñado dilatando su recto… delante, detrás, delante, detrás… coño, ano, coño, ano…

Patty no pudo soportar más la marea de cálidas y electrizantes sensaciones que se propagaban por todo su cuerpo y que a su cerebro no le daba tiempo a procesar. La energía sexual acumulada la hizo estremecerse en un poderoso orgasmo con el que gritó extasiada por esa doble penetración:

– ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh!.

Sentí en mi polla las fuertes contracciones, provocándome espasmos de placer que me obligaban a seguir empujando más y más.

Jandro estrujaba los pechos de la doblemente follada, con la boca abierta y los ojos en blanco, sintiendo la fuerza de los músculos vaginales exprimiendo su rabo. Su corrida también era inminente, y con un gruñido casi animal, liberó su carga llenando el coño de mi cuñada con el hirviente elixir de su excitación.

Al sentir la corrida inundándola por dentro, Patty encadenó otro orgasmo con el que su espalda se levantó venciendo mi peso y echándose hacia atrás. Yo sentí una sublime mezcla de dolor y placer cuando su culo exprimió aún más mi polla. Cuando su cuerpo me empujó hacia atrás con la casi sobrenatural fuerza del orgasmo, mis manos tuvieron que aferrarse a sus duros pechos para no caerme, pero la convulsión de su corrida era tan fuerte, que siguió curvando su espalda, apoyando sus omoplatos sobre mi pecho, consiguiendo que mis muslos cediesen al peso de ambos y mis rodillas terminasen por doblarse cayendo yo también hacia atrás.

La complicada y dolorosa postura en que quedamos, hizo que mi verga fuese como una lanza que empaló por el culo a Patty hasta la máxima profundidad, causándome tal gustazo, que inmediatamente me corrí eyaculando abundantes chorros de densa leche que escaldaron mi glande y abrasaron las entrañas de mi cuñada, que enlazó otro fantástico éxtasis que la dejó sin aliento.

Era la segunda vez que conseguía ver y sentir un orgasmo múltiple, y aún así, no podía creerlo.

Finalmente volvimos a echarnos hacia delante, apoyándose Patty sobre el cuerpo de Jandro, y yo sobre la espalda de ella, poniendo mis manos sobre la cama para no aplastar a ambos. Así permanecimos durante un par de minutos en los que únicamente se podía escuchar las dificultosas respiraciones de los tres.

– Gracias por cumplir una de mis fantasías- dijo Patty rompiendo el silencio.

Jandro sólo pudo sonreírle, y yo la contesté dándole un suave beso en el cuello, en la sensible zona de la yugular.

Una vez recompuestos, Jandro se marchó con la mayor cara de satisfacción que jamás le había visto. Yo me quedé el tiempo justo para darme una rápida ducha que eliminase el olor a sexo de mi cuerpo para volver a casa, junto a mi mujer.

Patty me esperaba en el salón fumando relajadamente, y cuando ya estaba a punto de marcharme, me dijo:

– No le des vueltas y no te preocupes por haberme compartido esta noche, sigo siendo tu putita.

– Lo sé- contesté depositando toda mi confianza en ella,- sólo querías cumplir tu fantasía de follar con dos tíos a la vez.

Ella sonrió y me dio un largo beso.

– Por cierto- dijo cuando finalmente nos despedíamos-, esta tarde me llamó mi hermana para invitarme a la fiesta de disfraces que organiza su empresa por el carnaval. Es el próximo viernes.

– ¡Ah!- exclamé sorprendido-. Sabía que iríamos, como todos los años, pero no me ha dicho nada de que te haya invitado.

– Pues acepté su invitación, así que sí iré, disfrazada a juego con vosotros… Será divertido.

– Será muy peligroso…- contesté dubitativo.

– Pues eso, muuuuy divertido- sentenció.

Nos dimos un fugaz beso de despedida y me marché rememorando lo sucedido esa noche, aunque pensando también en lo que podría ocurrir en la fiesta de disfraces. Unas frases del señor de los anillos acudieron a mi mente:

– “Es peligroso, Frodo, cruzar tu puerta. Pones tu pie en el camino, y si no cuidas tus pasos, nunca sabes a dónde te pueden llevar”.

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