Uno de los intermediarios financieros se presentó una tarde en la casa, acompañado de un personaje que nos presentó como su jefe y que, al verla a ella se quedó verdaderamente impresionado. El tipo era educado y cortés, prometiendo ya desde esa primera entrevista, que nos ayudaría a solucionar los problemas financieros; todo ello sin dejar de mirarla ni un segundo y dedicándola continuas galanterías que fueron bien acogidas por parte de ella.

Se ofreció para enseñarla la comarca, para que no se aburriese mientras yo trabajaba, mostrarla un hotel que acababa de construir y que iba a inaugurar, presumió de dinero a raudales y amigos influyentes… todo lo que, para ella representaba la solución a nuestros problemas y ella picó el anzuelo.

Volvió al día siguiente, esta vez solo, y cuando conversaba con él en el primer piso, la vimos bajar por la escalera de caracol, vestida con una minifalda negra y la blusa roja con dos o tres botones desabrochados. Dos besos de saludo muy cerca de su boca antes de sentarse frente a él, cruzando las piernas para que la falda pareciera aún mas corta y casi provocase que a él se le salieran los ojos de sus orbitas. Los botones desabrochados nos permitían ver perfectamente que no se había puesto sostén, y mas todavía cuando se inclinaba hacia él para hablarle, hasta el extremo de que, en un determinado momento y como por arte de magia, ya no fueron tres, sino cuatro, los botones desabrochados y uno de sus pechos salió desafiante de la blusa. El ya no pudo contenerse y se le escapó un “que belleza”, que ella recogió con una larga sonrisa y una pregunta directa: ¿Te gusta?. Ante la respuesta afirmativa, le tomó la mano para llevarla hasta su pecho desnudo, haciendo el comentario de que comprobase que lo que tocaba no era producto de ninguna operación, y tranquilamente y sin dejar de mirarle a los ojos, volvió a colocar bajo la blusa. La provocación no podía haber sido mas descarada, mas todavía cuando ella le dijo que sino estaba ocupado, la gustaría aceptar su invitación para conocer la comarca, y se cambiaría de ropa en un momento para poder acompañarle.

No tardó mucho mas de diez minutos cuando bajó de nuevo, ahora vestida con un vestido negro con gran escote y finísimos tirantes, y con falda aún corta que la minifalda que antes llevaba puesta, de hecho nunca antes se lo había puesto por lo excesivamente atrevido que era, pues además de corto y muy escotado, el vestido era casi transparente moldeando sus pechos con los pezones erguidos, y bajo el se apreciaba perfectamente que solamente llevaba una escueta tanga, apenas un hilo.

A nuestro caballero le faltaba muy poco para saltar sobre ella y follarla en el acto, a duras penas mantuvo el tipo, porque todavía se entretuvo en provocarle a tope durante casi una hora antes de decidirse a salir y cuando al fin lo hicieron, puede observar que su coche no habría recorrido ni cincuenta metros, cuando frenó y vi perfectamente como él se volvía para besarla y, supongo, acariciar sus tetas antes de ponerse nuevamente en marcha. Después, la tarde se hizo noche y la noche madrugada porque su hora de regreso fueron las doce de la mañana. El siguiente es su relato.

Cuando llegó a casa la primera vez, yo acababa de ducharme y creía estar sola en la casa. Al oir los golpes en la puerta, me asomé a la ventana y vi a dos personas, un financiero conocido acompañado de otra persona. Les anuncié que bajaba para abrirles, y lo hice poniéndome una blusa por encima, sin percatarme a causa de la prisa, que era una blusa a la que tenía que coser varios botones, abrí la puerta haciendo maniobras para cerrar la blusa como mejor podía, pero al darle la mano para saludarle cuando el otro me lo presentó, me sorprendió al avanzarse para darme dos besos, retiré la mano que le había tendido y al querer volver a sujetar la blusa choqué mi mano con su cuerpo, hice un extraño y mi blusa quedó abierta por un instante. Desde el primer momento me di cuenta del ansia con la que me miraba, y ante la cantidad de ofertas de ayuda que nos hizo después, pensé en la solución mas evidente, seducirle para asegurar su ayuda. Después de lo que acababa de pasar con la blusa, pensé que era ridículo el apuro, la dejé caer libre y durante la corta conversación que mantuvimos, mis pechos se mantuvieron en un aparece  y desaparece relativamente discreto aunque sus ojos no se separaban de mi ni un solo instante, y por eso, cuando al día siguiente vino a la casa, me cambié de ropa rápidamente y bajé la escalera de la casa de la forma mas provocativa y seductora que él podía imaginarse; pero no me limité a eso, sino que me senté frente a él cruzando las piernas de tal modo que pudiera ver la braga que llevaba puesta,  tres botones de la blusa abiertos no eran suficientes así que desabroché un cuarto botón con toda la intención, a sabiendas de que no tardaría en descubrirse uno de mis pechos y ese fue el penúltimo golpe de efecto cuando aparecieron los dos desnudos ante sus ojos desorbitados. Se lanzó a hacerme proposiciones para que le acompañase y enseñarme la región, cosa que acepté de inmediato, pidiéndole unos minutos para cambiarme de ropa. En ese caso elegí un vestido negro casi por completo transparente, con tirantes muy finos y un gran escote, bajo el cual solo me puse una pequeña tanga del mismo color, así es que se apreciaba todo mi cuerpo bajo el vestido lo que le dejó boquiabierto. Se levantó de inmediato para salir, pero le retuve con la excusa de terminar la conversación iniciada y de nuevo me senté frente a él dejando que mi falda se subiera hasta casi el borde de la tanga y utilizando mi propia mano para acariciar mis muslos y llegar hasta la misma tanga cuyos bordes aparté ligeramente, lo suficiente para que pudiera ver mi sexo. Otro golpe bajo fue provocar la caída de los tirantes del vestido para que pudiera apreciar mis pechos casi por entero, después desnudos totalmente,  y así le mantuve durante una hora mas, con una tremenda erección que se apreciaba en el frente de su pantalón y sin que pudiera hacer otra cosa que babear y gestos con los ojos pidiéndome que saliésemos. No se atrevía a hacer ningún avance ante los ojos de mi compañero, pero la situación podía reventar en cualquier momento, así que acerqué mi mano hacia su bragueta y le hice una suave caricia que fue suficiente para que apareciese una gran mancha bajo su pantalón, se había corrido; sin dejar de mirarle y sonreírle tomé una de sus manos para posarla sobre uno de mis pechos al que se aferró como un desesperado. Ya no se contenía ni nada le importaba, su otra mano ascendía sobre mis muslos llegando hasta mi sexo, apartando los bordes mi tanga para llegar con sus dedos hasta mi vagina y tratando de penetrarme con ellos. Mi compañero nos había dejado solos hacía rato, aunque tampoco hubiera cambiado nada si hubiera estado presente, y cuando sus dedos avanzaron en mi vagina los admití haciendo avanzar mis caderas sobre la silla en que estaba sentada para que me penetrasen mas profundamente; abrí su pantalón para hacer salir su verga, nuevamente erecta, me puse en pie para avanzar hacia él y tomar asiento sobre ella al tiempo que ofrecía mis tetas a su boca, me atraía con sus manos para tratar de metérmela hasta mucho mas lejos y cuando la sentí contraerse anunciando una nueva corrida, fue cuando realmente abrí las puertas del infierno, le permití que se corriera dentro de mi y no solo eso, aquel polvo me había calentado, tiré de su mano y, como estábamos, le arrastré hasta el segundo piso, en donde está mi habitación le hice acostar sobre la cama y me acosté con él. De inmediato me dio la vuelta para situarse entre mis piernas, casi me arranca la tanga al apartarla para meterme su polla muy adentro y empezar a bombear como un loco. Paró de golpe, y otra vez me dio la vuelta para ponerme en la postura del perrito, volvió a meter su verga en mi vagina, pero la sacó rápidamente para metérmela  violentamente por el culo hasta entonces virgen y con ello sentí que su penetración me llegaba hasta el alma, la primera vez que sufrí su violencia, la primera de las muchas que después vendrían, lo cierto es que quise escaparme de él cuando sentí su verga iniciando la presión, pero me atenazaba con fuerza y nada pude hacer para evitarlo, ni siquiera cuando se dio perfectamente cuenta de que casi me había desgarrado. Cuando se corrió quiso que continuásemos en la cama, pero intuí que mi pareja no tardaría en regresar y yo no quería que nos viese, pero él con esa violencia de que hablaba, me penetró de nuevo por la vagina aunque pude zafarme de sus brazos y su cuerpo, entonces me puse en pie, sin molestarme en estirar la falda ni subir los tirantes, para asirme de su brazo y conducirle hasta la puerta sin darle tiempo para abrochar su pantalón siquiera.

La verdad es que nunca antes había visto una cara de hombre con una expresión tan estúpida, pero tenía que continuar mi juego y así montamos en su coche para apenas rodar cincuenta metros cuando pegó un fuerte frenazo y se volvió hacia mi para apresarme en sus brazos y besarme en la boca. Bueno, no fue solo en la boca, sus manos había hecho bajar el escote de mi vestido y sus manos apretaban mis tetas y las cubrían de besos.

 Quería llevarme inmediatamente a un hotel, al suyo que todavía no había inaugurado, pero conseguí convencerle para que fuéramos a cenar primero, antes de iniciar el viaje hacia la población donde había hecho construir su hotel. Mas tarde supe que no era el único que poseía. Disfruté la cena aunque él no lo hizo, las luces del local destacaban la transparencia de mi vestido y, por si eso fuera poco, una de mis manos jugueteaba con los tirantes del vestido; los bajaba y subía permitiendo que alternativamente contemplase mis pechos, le cogía su mano para atraerla y que me acariciase, con lo cual varias veces estuvo a punto de atragantarse con lo que comía. Mi juego de provocación se hizo mas fuerte a medida que pasaba el tiempo,  hice descender completamente el escote de  mi vestido y terminé la cena con mis tetas al aire, no había problemas con los demás clientes, estábamos en un reservado e intencionadamente me había sentado volviendo la espalda a la puerta del mismo, y como postre aparté mi silla de la mesa para que pudiera ver mis piernas, y frente a él subí el bajo del vestido hasta mostrarle mi tanga, con mi mano hice apartar los bordes y dejar que pudiera ver mi sexo e introduje en el mi propio dedo medio, toda una invitación para que me penetrase allí mismo con su verga después de que lo hizo con sus dedos, pero cortando la escena en ese momento, le pedí me llevase a bailar a Valencia, en dirección contraria a donde quería llevarme, y con la amenaza de volverme a casa no le quedó otro remedio que volver al coche pero no sin antes llamar a su chofer para que nos encontrase en el restaurante y fuera él quien nos condujese.

Ahí me ganó realmente por la mano, yo pensaba que iríamos solos y él conduciría, pero al llegar su chofer tuvimos que sentarnos en los asientos traseros y así pudo disfrutar de mi cuerpo a sus anchas durante todo el viaje. Me despojó del vestido y de la tanga para tumbarme sobre el asiento corrido y desnudarse a su vez para colocarse sobre mi y meterme su verga sin importarle las miradas de su chofer a través del retrovisor. Llegados a este punto la situación se había vuelto peligrosa, en algunos momentos ya había dejado entrever su violento carácter, de modo que en mi propia seguridad, comencé a seguirle en sus deseos, por lo que fue en el coche en marcha donde echamos el tercer polvo de la noche y, por supuesto el cuarto, porque no satisfecho con lo que ya había hecho sin que lograse que yo llegara al orgasmo ni él eyacular dentro de mi, me sentó a caballito sobre sus piernas y al tenerme de tal modo dispuesta, me hizo descender sobre su verga clavándome literalmente por el culo. Lo que si tuve que soportar fueron los comentario procaces que le hizo a su chofer, hablándole de lo buena que estoy, lo magnífico que había sido follarme y las veces que pensaba hacerlo esa misma noche.

Bailamos en la discoteca, y hasta me hizo bailar un par de veces con su chofer que, entonces supe, era también su guardaespaldas y hombre de confianza. Por cierto que con el apoyo de su patrón, también se tomó algunas confianzas llegando hasta acariciarme las tetas que por cierto estaban descubiertas casi desde nuestra llegada a la discoteca y tampoco fue una caricia porque las estrujaba con gran fuerza, pero el dinero en cantidad lo puede todo y nadie de los demás clientes protestó o hizo comentarios, pero no perdieron de vista el espectáculo que dimos en el local, ni los aplausos de los asistentes cuando, con el pecho descubierto como estaba tiro de mi para llevarme hasta la barra, tumbarme sobre ella y después de terminar de desnudarme, vaciar sobre mi varias botellas de champagne e invitar a los clientes que quisieran, a beber sobre mi cuerpo. Eso provocó, desde luego, una colección de manos que me tocaban por todos los lados, mientras él reía y su guardaespaldas me sujetaba, así hasta que se cansó del espectáculo, y lo fue realmente porque uno de los presentes saltó sobre la barra como un mono y se dejó caer sobre mi metiéndome su polla hasta vaciarse, en el que permitió que aún me follaran un par de ellos, los dos mas osados, aunque había un regimiento de aspirantes  para hacerlo.

Era ya tarde cuando iniciamos el regreso y esta vez para ir directos hacia su nuevo hotel, en el que como imaginaba, había muy pocas personas de servicio. Por el móvil había despertado a todo el mundo, para hacer su entrada triunfal llevándome con su brazo sobre mis hombros y con el vestido caído hasta la cintura y apresando con su mano una de mis tetas.

Una vez en su suite particular hizo que nos sirvieran canapés y un par de botellas de champagne, todo ello mientras me desnudaba totalmente sin importarle la presencia de un par de camareros, a los que trataba con absoluto desprecio.

A esas alturas me había hecho acostar sobre la cama y vertía sobre mi una de las botellas de champagne, dedicándose a beberlo sobre mi cuerpo haciendo especial hincapié en mis tetas y mi vagina, aprovechando para casi devorarme el clítoris y, ahora si, provocarme el primer orgasmo de la noche. No fue el único, desde luego, porque de tanto juego yo también estaba lanzada y mi cuerpo me pedía mucho mas de lo que ya había recibido, por lo que fueron frecuentes y variados los cambios de postura, creo que desarrollamos la mitad de las posturas del Kamasutra, y así nos quedamos dormidos hasta que nos despertamos para desayunar y regresar a mi casa, no sin antes volver a la habitación y follar por lo que yo pensaba seria la ultima vez aquel día, pero sobre lo que también me había equivocado, el viaje de casi media hora, lo pasé sentada a horcajadas sobre sus piernas y con su verga metida hasta  el fondo de mi vagina, de modo que cuando llegué a casa su semen chorreaba por mis piernas y mi vestido estaba rasgado hasta la cintura. Al entrar en la casa tuve un espectador inesperado, uno de los obreros, un cubano joven, estaba limpiando los restos dejado por una entrada de materiales y vio perfectamente mi vestido hecho trizas, mis tetas descubiertas y los chorreones de semen que corrían por mis piernas. Otro serio problema porque si lo contaba, mi compañero se enteraría de todo lo ocurrido, otra boca que tenía que callar como fuera. La oportunidad llegó un par de días después, nos quedamos solos en la casa y al darme cuenta me desnudé y me envolví tan solo con un fino pareo; bajé la escalera con la actitud y el descuido de quien se cree estar sola en la casa y, como suponía, me le encontré al pie de la escalera. Con toda la intención los últimos peldaños los bajé dejando que se abriera al máximo el pareo mientras acentuaba la amplitud de mi escote, o sea que llevaba el pareo completamente abierto y dejando ver  todo mi cuerpo desnudo. No tuve que hacer nada mas, me recogió en sus brazos para morder y besar mis tetas, me soltó el pareo dejándome desnuda enteramente, con su boca bajó hasta mi sexo para meterme su lengua como si de su pene se tratase, pero en seguida lo puso en marcha y lo metió hasta muy dentro, lo mas que pudo. A partir de ese momento se inició un juego bastante violento, revolcándonos sobre sacos de cemento de donde salimos cubiertos desde los pies a la cabeza, pero con la seguridad de que cerraría su boca, aunque de vez en cuando tuviera que repetir la sesión con él, cosa que no me desagradaba porque el cubano era una autentica máquina de sexo, me follaba como un dios y sabía como elevarme hasta el mismísimo cielo. Por cierto es que entre nosotros todo había comenzado para que no me descubriese ante mi pareja, y sin embargo él estuvo muy cerca de descubrirnos cuando una mañana regresó de improviso a la casa, varias horas antes de lo previsto, y nos pilló cuando estábamos en mi cama practicando un formidable 69, follando, como hacíamos cada vez que él salía de casa, el cubano era el único obrero que empleábamos, el auténtico todero porque no solo servía para continuar la obra poco a poco, como para descubrir nuevas formas y posturas cuando estaba en la cama conmigo. El caso fue que mi pareja llegó de improviso, con varias horas de adelanto y acompañado nada menos que con el gran jefe de los mafiosos, y fue gracias a ello que pude salvar la situación, porque oí sus voces cuando me retorcía de placer con la lengua del cubano lamiéndome el clítoris y con su polla metida en mi boca hasta casi la misma garganta. Rápidamente el cubano pudo bajar por los andamios exteriores mientras que yo debería entretener y distraer a los recién llagados; nada mas fácil, mientras sorprendiese a JL el me ayudaría en la distracción sin sospecharlo. Como si me hubiera despertado por el ruido de la puerta metálica, bajé las escaleras poniéndome un mini camisón de gasa con el que se veía todo mi cuerpo desnudo bajo el, y me fingí muy sorprendida al encontrarme con ellos frente a frente; a JL casi se le salían los ojos de la cara, mis pezones estaban erectos y sobresalían bajo la tenue gasa, mi sexo destacaba enmarcado por la corta mata de bello que lo protegía, y cuando de esa guisa me acerqué a JL para saludarle con dos besos y disculparme falsamente por mi desnudez, esas fueron mis palabras pero mi sonrisa le decía lo contrario, me agarró fuertemente por la cintura estrechándome contra su cuerpo y dándome un beso en la boca que me sellaba los labios pero que su lengua me entraba hasta la glotis. Allí mismo me tumbó sobre la mesa y sacando su polla me la metió hasta los huevos y como en todas aquellas ocasiones en las que estaba presente su violencia, su resistencia era muy pequeña, con lo que en pocos minutos se estaba corriendo dentro de mi. Después supe que el cubano se había llevado a mi pareja fuera de la casa segundos antes de que JL se abalanzase sobre mi, y por milagro no se había dado cuenta de nada, y como contaba con ello, nuevamente le hice subir hasta mi cuarto encontrándose, sin yo acordarme, de lo que yo había estado haciendo poco antes con el cubano, la cama estaba hecha un desastre y con las sabanas mojadas por las corridas que habíamos tenido. Se dio cuenta pero le importaba un pito, lo que le urgía era follarme y volverme a follar hasta quedarse vacío totalmente y así hizo otra vez el circuito completo, boca, vagina y trasero, empleando para ello su lengua, manos y polla. Su mente tenía mas resistencia que su cuerpo, puesto que cuando ya no pudo mas, me ordenó que me pusiera el camisoncito y le acompañase, así es que tuve que escribir una breve nota para mi compañero, en la que le decía habían telefoneado de otra ciudad para asuntos relacionados con la casa, y que iba a ver a los interesados.

Montamos en su coche y nada mas hacerlo salió disparado y en un silencio tan solo interrumpido para por una llamada que efectuó, convocando a varios de sus hombres en una finca cercana. Interiormente me temía que su convocatoria no iba a ser placentera para mi y así fue, en efecto. Cuando llegamos ya había dos o tres de sus esbirros y sus caras de asombro cuando me vieron descender del coche con el camisón que me llegaba hasta casi la cinturilla de la braga, y encima trasparente, eran para dar risa en otras circunstancias. Uno de ellos, bajo la orden de su jefe, me cogió en brazos para llevarme hasta la casa grande, depositándome en el salón de la misma y, como de manera accidental, hacer caer uno de los tirantes del camisón dejando mi pecho al descubierto; fui a taparlo, pero JL me ordenó dejarlos a la vista mientras todos los presentes se desnudaban, aparecieron vasos y botellas de alcohol y todos empezaron a beber al tiempo que me hacían pasar de mano en mano hasta que el gran jefe rompió la rueda, me atrapó para sentarme sobre sus rodillas, sobre su polla, sería mas exacto, porque me la metió a presión al tiempo que con furia apretaba mis pechos, me levantó en vilo al tiempo que él se levantaba de su asiento, para darme la vuelta y me clavó su polla por el culo descargando todo su semen dentro de mi. Después ya fue el desmadre total, sobre mi había cinco tíos a cual mas desatado, mas loco y sediento de sexo, que me metían sus vergas por todos los lados posibles, que me gritaban “te vamos a preñar, de aquí no sales viva”, mientras me poseían en todas las posturas.

Mas tarde, mucho mas tarde, sacaron una falda y una blusa con la que me vistieron para llevarme a un jakuzzi en un local swinger, con los cinco a mi lado y con ordenes  expresas de su jefe y con su comentario antes de la partida, yo le había provocado cuando llegó a la casa, y ahora tenía que aprender lo que sucede cuando una puta provoca a un hombre verdadero, así se consideraba él, cuando en realidad era un monstruo de maldad y yo una pobre imbécil que me había ganado a pulso la situación en la que ahora me encontraba. Nada mas entrar en el jacuzzi me despojaron de toda la ropa y me hicieron entrar en la piscina con ellos cinco, en el agua me penetraron todos, uno tras otro, y además invitaron a follarme a todos aquellos que quisieran hacerlo y, aunque la mayor parte de los presentes no quisieron participar en nada, sin duda impresionados por la ferocidad y la violencia que los cinco mostraban, si hubo tres que dieron el paso y a los tres los tuve follándome como fieras, hubo uno de ellos que levantó su puño para golpearme, pero mis cancerberos le apalearon por intentar hacer algo sin orden expresa de ellos. Supe después que su jefe les había ordenado que no hubiera ninguna huella de maltrato visible sobre mi cuerpo.

Pasaron varias semanas y, por desgracia tengo que reconocer que yo me había equivocado completamente en mis cálculos. No solamente no hizo nada para ayudarnos, sino que descubrimos que él era el cabecilla de toda la trama de estafadores financieros, sino que además, yo misma le había dado armas para chantajearnos y además quedarse con la casa. A partir de ese momento me daba ordenes de follar con quien él quisiera, bajo la amenaza de hacer público lo sucedido en aquella primera noche que pasamos juntos, y mucho mas aún, porque ingenua e idiota al mismo tiempo, creí que todavía podría lograr que me soltase de su poder improvisando otra escenita que tuvo resultados lamentables.

Ya habíamos abandonado la casa en sus manos y vivíamos en un antiguo garaje parcialmente rehabilitado como oficina, taller y hasta vivienda, todo en uno. Mi compañero había pedido una reunión con él y su grupo de piratas y en el local nos reunimos para discutir formulas de arreglo, salvo que otra vez metí la pata y esta pudo tener muy trágicas consecuencias. Cuando apenas se iniciaba la reunión, salí de la habitación con el pretexto de ir al baño; en realidad para cambiarme rápidamente de ropa para vestirme con otra minifalda de capa y una blusa calada de ganchillo y con escote barco cerrado, es un decir, con una cinta. No solo no me puse sujetador, sino que, antes de entrar de retorno a la reunión, hice descender la blusa por uno de mis hombros y con ella así abierta, descubriendo enteramente una de mis tetas y a la vista de todos, me volqué literalmente sobre la mesa y ante él, diciéndole teníamos que hablar en privado, todo ello enseñando mis pechos a todos los presentes.

No dijo una palabra, se levantó de la silla y cogiéndome de la mano me arrastró sobre la mesa aferrando mis pechos con una mano mientras que con la otra apartaba la tela de mi braga para guiar su polla y clavármela entera; se corrió en un momento y levantándose me arrastró hasta la calle, hasta su coche estacionado ante el local; me bajó la blusa por completo y, a toda velocidad me llevó a uno de sus hoteles muy cercano. Con la blusa bajada hasta la cintura me hizo atravesar el hotel hasta llegar a la suite que él utilizaba, y nada mas cerrar la puerta a nuestras espaldas, desgarró toda mi ropa y me volcó sobre la cama pretendiendo meterme su verga por el culo. Opuse resistencia y él gritó llamando a su guardaespaldas que había quedado en el pasillo, me amenazó con llamar a otros hombres para que me violaran, como ya habían hecho en varias ocasiones, y me llevasen a una finca en el campo y solo pude evitarlo agarrando su polla con mis manos para meterla en mi boca y conseguir que se corriera en ella. No estaba muy contento con lo hecho pero con su orgasmo se le habían acabado las fuerzas, así que hizo que su chofer me llevase desnuda hasta la casa y con el aviso de que al día siguiente por la tarde, iría al local donde me follaría a su placer durante varias horas. Por cierto que tampoco aquel regreso a casa fue directo, el chofer detuvo el coche en un caminal  y desnuda totalmente como estaba, me hizo salir del coche para tenderme sobre el  capot y allí aprovechó el momento para follarme sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

El día siguiente fue tal y como había anunciado, se presentó con su guardaespaldas y una cinta de video en la que había grabado toda la sesión de la tarde anterior en el hotel, y la amenaza de que, a partir de ese momento,  tendría que hacer todo lo que él quisiese, o haría llegar las imágenes de la mamada a mi madre y a toda mi familia. Desde luego mis suplicas no surtieron efecto, sobre mi cama me folló cuanto y como quiso, haciéndose ayudar por su sicario, no solo para que me sujetase mientras él me usaba a su capricho hasta no poder mas. Después fue el turno de su ayudante, al que pidió que se metiera en la cama con nosotros y hacer, según dijo después, un magnífico trio, en el que yo estaba en medio y ellos me usaban hasta dejarme llena de su semen. A  partir de ese día me enviaba , al menos un par de veces por semana, a follar con cualquiera en un jakuzzi, primero con los amigos, después con sus sicarios y luego ya no importaba con quien fuese, el caso era humillarme todo lo mas posible y llegando a mandar a un par de sus hombres a pegar carteles en la puerta de la casa de mi familia para que todo el mundo los viese. Por fortuna los descubrimos antes de que nadie pudiera verlos, algo que hubiera sido terrible porque en los carteles yo tenía su verga metida en mi boca y, por supuesto no se le veía su cara

Fueron muchos meses de una feroz tortura, me obligaba a dejarme desnudar por sus hombres en ciertos locales, en especial un pub que era el centro de reunión de sus sicarios y en el que tenía que permanecer desnuda totalmente y a disposición de cada uno de ellos que quisiera usarme, yo era la puta de todos y cada uno de ellos y como tal disponían de mi a su capricho; a que me follasen entre varios de ellos, a veces incluso me quitaban y escondían toda mi ropa para obligarme a salir desnuda a la calle, o a entrar en los baños de un pub o cafetería para que allí uno o varios de sus hombres me follasen, y yo como la victima que era, teniendo que aceptar todos sus caprichos y barbaridades que acabaron haciéndome caer en una muy profunda depresión, hasta que, igual que había comenzado, de repente todo se interrumpió y no ha vuelto a dar señales de vida. Por fortuna también él tenía superiores que se dieron cuenta de que la bomba creada durante meses, podía hacer explosión en cualquier momento, provocando un escándalo de tales proporciones que ni ellos ni su poder hubieran podido tapar, pero eso ocurrió después de dos años de tortura y de que no menos de quinientas veces alguna verga descargase su semen en mi interior.

No voy a detallar todo lo sucedido durante esos dos años de esclavitud, parte de ello está reflejado en otro escrito: La Lista completa, y refleja gran parte de lo sucedido y los tremendos esfuerzos para conseguir salir de ese infierno.

 La moraleja de la historia son las secuelas psicológicas que aun conservo, el fatalismo y la sumisión que padezco ante cualquiera que pretenda follarme, y así ha ocurrido en bastantes ocasiones, y el firme propósito de no volver a emprender jamás iniciativas similares, cada vez que lo he hecho las consecuencias han sido siempre desastrosas. 

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