IVANKA TRUMP: EL IMPERIO DE LAS ZAPATILLAS ROJAS 5.
Un consejo: es conveniente, aunque no forzoso leer
Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojasExpedientes X: el regreso de las zapatillas rojas, Alias: La invasión de las zapatillas rojas y Crónicas de las zapatillas rojas: la camarera antes de leer esta historia.
Gracias a Julio Cesar por la idea.
Por Sigma
Vincent esperaba oculto entre las sombras del mal iluminado estacionamiento de un edificio burocrático del gobierno, un lugar aburrido, pero seguro y oculto a miradas indiscretas.
– Vamos… aparece de una vez  -pensó algo tenso.
Al fin, minutos después se acercó por el estacionamiento un hombre de traje y cabello obscuro, se le notaba cauteloso y tenso como Vincent.
Al reconocerlo, el ex MI6, salió de la sombras a un costado del recién llegado.
– Te esperaba -le dijo en voz baja.
Como un rayo el hombre desenfundó su arma y le apuntó directamente, a pesar de la sorpresa se le veía tranquilo y seguro. Tras un instante sonrió y bajó la pistola.
– Vincent… maldito fantasma, casi te mato.
– Fox Mulder, es bueno verte de nuevo.
– ¡Aaaaahhhhhh! -gimió dulcemente Ivanka Trump a alcanzar un liberador orgasmo. Como cada mañana empezaba su día con una sesión de amor por su propia mano que la preparaba para la jornada. Estaba desnuda en su cama excepto claro por sus zapatillas de dormir color rojo sangre de altísimo tacón de aguja con delgadas correas que se entrecruzaban en sus tobillos y pantorrillas hasta atarse tras sus rodillas en femeninos moños.
– Mmm… que bueno es ser jefe… no tengo que llegar temprano -pensó mientras se levantaba de la cama y se cambiaba las zapatillas por sus sandalias de baño plásticas color turquesa de tacón ancho. Entonces notó que su conjunto del día anterior estaba tirado por toda la habitación y que la cama estaba totalmente desordenada, como si hubiera estado toda la noche con un ardiente amante.
– Que extraño, recuerdo haber dormido sola… -dudó un momento mientras fruncía el ceño- ya me iba a dormir cuando me avisaron que mi Dueño me traía unos papeles, los recibí… y luego… él… se fue… creo…
En ese momento se fijo en el reloj de la pared.
– ¡Dios! ¡Se hace tarde! -dijo para si misma antes de correr al baño.
Tras ducharse y secarse se vistió con un juego de lencería color negro de encaje cuyo sostén forzaba sus senos a separarse y levantarse, y sus pantaletas se metían enloquecedoramente entre sus firmes nalgas, causándole una placentero roce a cada paso.
Impulsivamente se pinto los labios de color rojo encendido, haciéndolos contrastar con su piel. Se puso una blusa negra de botones y dejó sin utilizar los tres de arriba, luego un traje sastre color azul intenso algo ajustado, con una falda que apenas cubría quince centímetros abajo de su entrepierna. Finalmente completó el conjunto con unas medias translúcidas negras con elástico al muslo que apenas quedaba cubierto por la falda, en sus pies una zapatillas negras terminadas en terciopelo de tacón increíble y varias correas en el empeine. Era un conjunto audaz pero todavía respetable… si se movía con cuidado.
En la entrada del edificio la esperaba la limusina, entró y se pusieron en marcha.
En el camino la rubia empezó a revisar documentos sobre su nuevo proyecto que la tenía obsesionada, la cadena de boutiques Scorpius sería un gran negocio, estaba segura.
En ese momento, de reojo se dio cuenta de que el guardaespaldas sentado junto a Remy la chofer, observaba atentamente en un espejo sus bellas piernas cruzadas, la falda se había subido un poco dejando ver el elástico rematado de encaje de sus medias y una insinuación de sus tersos y blancos muslos.
La empresaria no pudo evitar sonreír complacida pero ocultó el gesto tras los documentos que revisaba.
– ¿Así que te gusta mirar? Esto te gustará -pensó mientras descruzaba las piernas lentamente, a la vez que fingía seguir leyendo.
Luego se adelantó otro poco en el asiento, lo que causó que la falda se subiera aun más, mostrando ahora la punta de sus delicadas pantaletas translúcidas.
Parecía que al guardaespaldas se le rompería el cuello por el esfuerzo de mirar el espejo.
Ivanka empezó a separar lentamente sus rodillas dejando expuesto el frontal de su lencería, desde ahí unos cuidados vellos dorados lanzaron destellos con la luz, luego empezó a juntarlas de nuevo para repetir el proceso, haciendo que el escolta tragara y se acomodara la corbata, visiblemente nervioso.
Al verlo, la mano de la heredera empezó a moverse hacia su ansiosa entrepierna, buscando satisfacción.
Pero en ese momento llegaron al edificio de oficinas, lo que terminó el espectáculo y la promesa de placer.
Dentro de un auto común y discreto, Vicent hablaba con su amigo Fox.
– …entonces no puedes confiar en nadie?
– Estoy seguro de que desde hace un tiempo alguien en el FBI sabotea ciertas investigaciones de mis expedientes X.
– ¿Crees que hay un espía?
– De hecho creo que son varios, pero saben cubrir sus rastros, y como no tengo pruebas nadie me cree.
– Pues ya somos dos…
Como era costumbre últimamente, todas las cabezas se giraban para ver a Ivanka mientras entraba a la empresa pues exudaba una poderosa sexualidad, siempre mostraba sus piernas con faldas cortas, medias y tacones altísimos, siempre mostraba sus curvas con prendas ajustadas y sus senos con amplios escotes, las miradas lujuriosas de las que era blanco le causaban una extraña mezcla de vergüenza, orgullo y excitación.
– Ooohhh… por favor… no me vean así -pensaba mientras entraba a su oficina y saludaba de pasada a su asistente.
Una vez dentro cerró la puerta, con lo que se sintió más relajada y cómoda, se acercó a su silla ejecutiva pero se subió la falda casi hasta la cintura antes de sentarse por varios motivos,  primero se relajó y cerró los ojos brevemente, pues disfrutaba enormemente la sensación de la piel del asiento en sus nalgas y muslos expuestos, en segundo, cualquier prenda que cubriera sus piernas incluso parcialmente la hacia sentir presa e incómoda, finalmente así evitaba manchar sus faldas y vestidos de la humedad que inevitablemente aparecía cuando se excitaba, lo que ocurría de forma casi diaria, incluso en su oficina.
– Dios… mi exhibicionismo está cada vez peor… -pensó al recordar lo ocurrido en la limusina.
De inmediato trató de hacer a un lado la preocupación por sus extraños cambios de conducta al ponerse a trabajar en el proyecto de la cadena de Scorpius. Desde un principio le habían fascinado las ideas y diseños de ese hombre y tuvo que insistir en que debían desarrollar una cadena de tiendas de modas para sus colecciones, primero en América, y si funcionaba Ivanka esperaba extender la empresa a los cinco continentes. Empezarían como algo muy exclusivo, apenas una o dos tiendas por país para la elite, luego podrían vender a nivel masivo.
– Funcionará, estoy segura de que será un éxito -pensaba emocionada la rubia, que ciegamente confiaba en que una vez que las personas empezaran a comprar las prendas no podrían dejar de usarlas. De hecho ella misma usaba casi exclusivamente ropa de Scorpius, en especial su calzado, le fascinaba como estilizaban y hacían lucir sus piernas, se sentía sensual y poderosa.
– Mmm… estoy encantada… no… estoy enamorada de mis zapatillas, de mis conjuntos, de todo lo que es Scorpius… -susurró mientras acariciaba sus tacones, sus pantorrillas, sus muslos- ooohhh… Scorpius… mi Dueño…
Con los ojos cerrados se recargó en el asiento e introdujo la mano en sus pantaletas para masturbarse lentamente, usando dos de sus dedos con las uñas pintadas del mismo color que sus labios se dio placer, casi perdiendo la noción de todo y agradeciendo haberse subido la falda pues sintió como empezaba a humedecerse.
– ¿Señora Trump? -dijo Jill al entrar al despacho lentamente. La empresaria apenas tuvo tiempo para sacar su mano de la entrepierna y bajar su falda de un tirón a un nivel decente- disculpe señora pero le llamé por el intercomunicador y toqué a la puerta varias veces, le mandaron estos documentos y es urgente que los firme. Espero no molestar.
– Ah… si… gracias Jill, no te preocupes, estaba algo distraída -dijo la empresaria, totalmente ruborizada, mientras empezaba a revisar y firmar los papeles, hasta que de reojo observó con cuidado a su asistente- ¡Jill… te ves preciosa! ¿Nuevo estilo?
– Eh… mmm… si… supongo que si -balbuceó mientras se sonrojaba.
Llevaba su cabello negro suelto y suavemente ondulado, los ojos delineados y una sutil sombra violeta en los párpados, sus pestañas estaban artificialmente alargadas y curvadas, sus labios estaban pintados del mismo color que la sombra de ojos pero en un tono más intenso y sensual.
Vestía un top negro que apenas era una ancha tira de tela elástica que rodeaba su torso y sus senos, sostenida con dos delgadísimos tirantes pero dejando descubiertos sus hombros, un bello escote y parte de su espalda. Unos ajustados pantaloncillos cortos color negro le permitían lucir sus piernas, desde la parte alta de los muslos, envueltas en medias de suave color violeta, y en sus pies llevaba unos botines de piel color purpura de altos tacones y punta abierta, mostrando sus uñas pintadas del mismo color violeta. En verdad la asistente de Ivanka lucía glamorosa y parecía diez años menor, era un conjunto algo atrevido pero todavía dentro de lo respetable.
– Ya está Jill, eso será todo por ahora -dijo la rubia al terminar de firmar y vio como su asistente balanceaba rítmicamente sus caderas al salir debido a los tacones- mmm… debería llamarle la atención… pero la verdad es que se ve muuuy bien. Mmm… aun me siento caliente… necesito… coger… ¡No! Tengo trabajo…
Un rato después llegó Scorpius vestido formal y acompañado por su ayudante Patricia, que en esta ocasión también llevaba un traje sastre. El diseñador de inmediato entró en la oficina de Ivanka mientras Muñequita se acercaba a la asistente y la saludaba con un lento beso en la comisura de sus labios.
– Hola Jill… ¿Me extrañaste? -le dijo la pelirroja a la asistente mientras por detrás le daba un rico apretón en una de sus nalgas, haciendo que la trigueña diera un pequeño respingo de sorpresa y placer.
– Aaahhh… no… por favor Mamita… -susurró la mujer mientras se sonrojaba deliciosamente- no aquí… frente a todos…
– Bueno… después veremos, pero debo decir que estoy complacida pues fuiste una niña buena y te arreglaste de acuerdo a mi lista e instrucciones… -le dijo sonriente después de mirarla de arriba a abajo.
– No puedo evitarlo… no se que me hiciste pero no puedo negarme a nada que me pidas…
– Me alegra escuchar eso, por que necesito un favor. Tengo que salir pero mi jefe requiere un tiempo a solas con tu jefa, sin interrupciones. Así que quiero que te asegures de que nadie entre en la oficina y sobre todo que los guardaespaldas estén muy ocupados y distraídos gracias a… tus encantos.
– ¿Qué? Pero no puedo hacer eso… -dijo decidida Jill, pero Paty simplemente oprimió un botón de su control oculto y sopló delicadamente en el oído de la asistente.
– Ooooohhh… -gimió casi en voz alta la trigueña mientras una extraña música y el tibio aliento de la mujer la ponían curiosamente eufórica al contestar- está… bien…
Muñequita le hizo un guiñó, sonrió y se dio la vuelta para salir de la habitación.
Excitada y algo mareada, como si hubiera bebido, Jill se sentó en el escritorio, cruzó la pierna lentamente y empezó a realizar llamadas y otras labores para Ivanka, pero sin dejar de sonreír sensualmente a los escoltas que no perdían de vista a la madura y bella asistente ejecutiva, en especial cuando bajó del escritorio y siguió trabajando recargada en el mueble, luciendo sus nalgas y pantorrillas para su exclusivo público.
Dentro de la oficina Ivanka le explicaba a Scorpius los avances en el desarrollo de la cadena de tiendas que se montarían para el diseñador en los más importantes países del continente. La rubia se inclinaba poniendo una mano sobre el hombro de Scorpius, de forma íntima y cercana, le susurraba las palabras casi al oído, le rozaba su pierna en la rodilla y acercaba su escote a los sonrientes ojos del diseñador.
– Es un excelente trabajo Ivanka, la planeación es minuciosa y has prevenido todos los detalles, estoy impresionado -dijo el hombre sinceramente admirado, aunque no del todo sorprendido, pues así como había condicionado a Ivanka para pasar al menos una noche a la semana en su club T. P. (haciendo un escándalo en las revistas de chismes), también había usado el poder de las zapatillas para reforzar su disciplina y visión de negocios, con lo que incluso el padre de la empresaria estaba complacido.
– ¿Y que si se desvela una vez a la semana? Que salga a divertirse no la convierte en Paris Hilton. Además ahora trabaja más que antes -había dicho Donald Trump en una entrevista reciente.
– Me alegra que te complazcan mis esfuerzos… mi dueño… -dijo la rubia para después sonreír feliz.
– Ahora súbete la falda esclava y asume la posición -le dijo Scorpius con voz imperiosa e irresistible.
– Si… mi dueño -respondió la mujer mientras se arrodillaba en la mullida alfombra, bajaba la vista y sujetaba firmemente sus propios tobillos tras ella, dejando sus altos tacones apuntando casi al cielo.
– Ooohhh… -gimió suavemente con los ojos cerrados al obedecer, mientras pensaba entre feliz y atemorizada- Dios… ¿Como llegué a esto? ¿Por que me gusta…? no… ¿Por que adoro estar sometida a mi Dueño? ¿Por que me excito simplemente al pensar en él? ¿Por que disfruto tanto obedecerlo?
Ivanka se sentía confundida por estos y otros extraños cambios íntimos de conducta que había estado sufriendo desde hacía tiempo.
Antes no soportaba el exhibicionismo, pero lo ocurrido en la limusina era solamente un síntoma de un problema mucho peor: cuando estaba sola en casa se ponía a limpiar su penthouse vestida con un provocativo uniforme de doncella francesa, o con un diminuto bikini, o con su lencería más atrevida, siempre con tacones escandalosamente altos, siempre se tomaba su tiempo para limpiar meticulosamente cada rincón y siempre con las cortinas de los ventanales bien abiertas.
A pesar de haber sido modelo siempre había sido conservadora y cuidadosa al vestir, pero últimamente se ponía ropa cada vez más osada y sensual, en el trabajo apenas dentro del buen gusto, pero en casa o en el club usaba prendas que harían sonrojar a una mujerzuela, simplemente ya no soportaba los pantalones o faldas largas, ni las prendas gruesas, todas eran prendas diminutas, de seda, elásticas, con transparencias o cosas peores, sus medias siempre eran con liguero o elástico al muslo, se había dejado las uñas largas y siempre las pintaba para combinar con su ropa o su pintalabios.
Usualmente era lógica y racional, pero ahora su mente se nublaba fácilmente debido a la abrumadora excitación que asaltaba sus sentidos sin aviso, bastaba la imagen correcta, un roce en el lugar adecuado o una palabra precisa para que sus pezones se endurecieran y marcaran, sus pupilas se dilataran y su sexo se lubricara abundantemente. A veces la rubia se sentía rehén de su propia lujuria, cosa que Scorpius, su Dueño, sabía aprovechar con absoluta perfección para someterla y manipularla, dejándola siempre agotada y sudorosa pero gimiendo y rogando por más placer.
– Muy bien Lindura, te has portado como una niña buena y obediente, estoy muy satisfecho. De nuevo te has ganado tu premio, voy a tomarte como la zorra que eres, pero si quieres placer deberás interesarme en ese lindo cuerpo tuyo que ya me pertenece… anda rubiecita, provócame… -dijo Scorpius mientras oprimía un botón oculto en su bolsillo.
– Mmm… si mi Dueño… -susurró la rubia al sentir como se iba excitando ante una indicación de ese hombre, mientras en su corazón y sobre todo en su sexo, vibraban unos lentos y eróticos tambores que con un sólo redoble eliminaban todas sus inhibiciones y autocontrol- Ooohhh… que calor…
La esbelta empresaria empezó a ondular sus caderas y sus hombros sin soltar sus firmemente sometidos tobillos, dominada por el ritmo y un deseo que todo lo invadía.
– Aaaahhh… mi… Dueño… te necesito… por favor… tómame -le empezó a decir Ivanka mientras se humedecía los labios y miraba a Scorpius directamente a los ojos, su vista nublada y vibrante por la lujuria a la que ahora estaba esclavizada.
– No… no es suficiente… dime cuanto me deseas… -le dijo Scorpius con una cruel media sonrisa, pero en su interior estaba contento con el rápido avance de su nueva adquisición.
Sin dudarlo, la rubia arqueó la espalda y abrió sus rodillas al máximo, mostrándole al hombre sus bellas pantaletas, visiblemente húmedas a la vez que echaba su cabeza hacía atrás y gruñía en un tono desesperado.
– ¡Te lo suplico mi Dueño! ¡Te quiero dentro de mi! ¡Mi coñito te espera y te desea! ¡Tómame… lléname… móntame! ¡Soy tu Linduraaaa! -casi gritó finalmente mientras movía sus caderas atrás y adelante al tener un pequeño orgasmo debido a su humillación y sometimiento.
Afuera uno de los escoltas observaba discretamente a Jill mientras ella escribía sentada frente a la computadora, pero su posición de perfil daba una maravillosa vista completa de sus esbeltas piernas rematadas en altos tacones.
Un extraño ruido ahogado resonó en la recepción e hizo que los escoltas se quedaran inmóviles.
Al ver que empezaban a volverse hacía la oficina de su jefa, Jill decidió improvisar.
– Aaahhh… -gimió de forma apagada la trigueña al fingir un desvanecimiento y dejándose caer al suelo alfombrado.
De inmediato los agentes se acercaron a la asistente al parecer inconsciente.
– Eso estuvo mucho mejor Lindura… si… casi estamos listos…
– Ooohh… por favor… mi Dueño… por favor…
– Te quiero muriendo de lujuria, de deseo, de insatisfacción… di que eres mi zorra, mi linda putita… ah… ya puedes moverte.
– Aaaahhh… siiii… soy tu zorrita, me tienes en celo, me vuelves loca… -casi sollozaba Ivanka al apoyar sus manos tras ella para luego extender, levantar y abrir sus maravillosas piernas ante su Dueño, como ofreciéndole su coño y sus piernas- soy tu putita… solamente tuya… haz de mi lo que quieras… pero tómame.
– Ahora esclava, quiero que bailes para mi.
– Si mi dueño -murmuró con voz ronca Ivanka mientras se levantaba.
– Muy bien Lindura, eres una verdadera visión de placer -le dijo Scorpius mientras activaba su control remoto haciendo sonar de nuevo la zampoña en la cabeza de la rubia a un ritmo constante y turbador, excitándola de forma irresistible.
– ¡Aaaaaahhhh! ¡Mi Dueño! Ayúdame… -empezó a gemir incontrolable la mujer mientras empezaba a bailar sobre sus altos tacones siguiendo la música- ooohhhh… ¡No ves… que estoy… ardiendo por ti? Alimenta mi coñito… por favor… estoy tan… cachonda…
La mujer exudaba sensualidad al mover sus caderas salvajemente, poseída por una lujuria que no recordaba haber sentido jamás.
– Muy bien, sigue Lindura, tal vez me convenzas… -dijo complacido Scorpius a la suplicante hembra mientras se sentaba en el sillón.
– Si no me… haces tuya… moriré… por favor, lo necesito -gruñó al subir de un salto al escritorio con agilidad sobrehumana, luego, en un frenético movimiento la empresaria se abrió la blusa arrancando varios botones, liberó sus senos del sostén y empezó a jugar con ellos, a acariciarlos, a pellizcarlos- ¿Te gustan mis tetas? Son tuyas… te pertenecen, disfrútalas…
De un paso ella se acercó a su Dueño y con el cabello cubriendo parte de su rostro se inclinó hacía él y poniendo una de sus femeninas manos en la nuca de su Dueño lo atrajo a su pecho, sonriendo y arqueando la espalda de placer al sentir los labios de Scorpius en sus senos.
– ¡Ámame por favor!… soy tu juguetito -rogaba frenética, ya al borde del orgasmo pero incapaz de alcanzarlo- soy tu hembra… soy tuya…
Finalmente con un ronco gruñido triunfal Scorpius la sujetó de las rodillas y la hizo caer suavemente de espaldas en el escritorio, como rayo deslizó las pantaletas por las piernas de la rubia hasta dejar expuesto al fin su coñito, mojado, palpitante, hinchado, receptivo… hambriento.
– Ooooohhh… siiiii… por favor… -gimió ella sonriente mientras abría ampliamente las piernas para su dueño, que en un instante se había bajado los pantalones y tenía su ya duro miembro listo a someter a la temblorosa rubia.
– ¡Me encanta tomarte Lindura! Me encanta hacerte mía… -le dijo Scorpius al penetrarla hasta el fondo gracias a lo mojada que estaba su ansiosa esclava.
– ¡Aaaayyy… aaaahhh… aaaahhh… -gimió al venirse simplemente por ser penetrada por su Dueño. Sin embargo Scorpius sujetó sus femeninos tobillo y siguió penetrándola con rápidos movimientos, haciendo que Ivanka sintiera un pequeño orgasmo con cada embestida.
– Oooohhh… ooohhh… aaaahh…
Minutos después su Dueño seguía cogiéndosela sin pausa, había colocado una de las piernas entaconadas en su hombro y allí la sostenía, mientras con la otra mano masturbaba de forma irresistible a su esclava con suaves pero rápidas caricias en su clítoris.
– ¡Te amo mi Dueño… te amo! ¡Aaaaaahhhhh!
– ¡Uuuunnnggg! -gimieron casi al unísono al alcanzar un poderoso orgasmo juntos.
Minutos después Scorpius salía calmadamente del despacho, encontrándose con que la asistente ejecutiva estaba recostada en el sofá de la recepción mientras los escoltas de Ivanka la atendían con un sensual masaje en sus torneadas piernas. Ni siquiera lo vieron salir mientras sonreía complacido por la esclavitud conseguida por Muñequita.
Un par de horas después Paty caminaba por el estacionamiento del edificio llevando de la mano a Jill, que movía sus caderas sensualmente debido al ritmo que le imponían sus zapatillas.
– ¿A donde me llevas Mamita? -dijo en voz baja y sumisa, pero feliz al recibir todo tipo de halagos de la pelirroja por su buen trabajo en distraer un rato a los escoltas.
– Tengo un premio para ti, mi preciosa niña -le dijo Paty con una sonrisa enigmática- aquí es…
Paty se acercó a la limusina de Ivanka que estaba estacionada entre las sombras de ese casi vacio nivel del estacionamiento. Una de las puertas de atrás se abrió, un hombre trajeado de cabello largo y ondulado puso un pie fuera del auto y la miró de arriba a abajo lujuriosamente.
– Hola Jill, es un placer verte en estas circunstancias… -dijo el hombre al sonreír.
– ¿Señor Scorpius? ¿Es usted? -dijo la asistente al reconocer al empresario de modas- ¿Qué hace aquí?
– Es muy sencillo Jill, vengo a completar tu esclavitud, a hacerte mía pues serás una excelente adición a mi colección.
Sin comprender, la asistente miró al hombre unos segundos y luego se volvió hacia la pelirroja algo confundida.
– Es verdad preciosa, el señor Scorpius ahora es tu Amo, no puedes evitarlo -le dijo Paty mientras se relamía pensando en lo que iba a ocurrir.
La trigueña finalmente habló algo molesta mientras se daba la vuelta para marcharse.
– No se que juego es este Mamita, pero no voy seguirlo -dijo mientras empezaba a caminar.
– No es un juego… es hora de mostrarte a quien le perteneces -le dijo Scorpious con una mueca mientras introducía una mano en el bolsillo interior de su saco.
Entonces un veloz flautín resonó en la cabeza de la asistente de Ivanka y al instante su rostro se volvió hacia el techo, su espalda se arqueó, sus brazos se lanzaron hacia atrás, sus piernas se abrieron a la altura de sus hombros bien derechas y sus pies se pusieron de punta en sus botines púrpura.
– ¡Aaaahhhhhhhh! -gimió incontrolable mientras empezaba a bailar en cortos pasitos frente a Scorpius, quien observó con cuidado cada curva de la hermosa y madurita asistente.
– Así está mejor Jill… me gusta ver a mis esclavas bailando indefensas y luciendo su cuerpo sin pudor para mi.
– Aaahhh… -volvió a gemir la trigueña mientras daba un grácil giro de ciento ochenta grados sobre las puntas de sus pies y paraba sus nalguitas de forma irresistible a la vez que seguía moviendo sus caderas con el ritmo del flautín.
– Eso es esclava, ahora ven a mi, entrégate a mi…
– ¡No… no… basta…! -gruñó la asistente mientras luchaba desesperada por controlar su cuerpo que traicioneramente intentaba obedecer al hombre.
Durante varios aterradores segundos Jill resistió temblorosa la necesidad de acercarse, manteniéndose a un par de metros de la limusina mientras sus pies se movían en su lugar ansiosamente.
Pero la pelirroja acabó con sus esfuerzos con un movimiento de su mano.
– ¡Obedece! -le gruñó dominante mientras le daba a la trigueña un sonoro azote que la desconcentró y la hizo acercarse en un lindo trote al hombre.
– ¡Nooo… Mamitaaaa! -en un instante estaba en la puerta del vehículo y comenzó a bailar de forma más íntima para Scorpius, tan cerca que él podía oler el delicado aroma de la perfumada piel de Jill, sentía en su rostro el suave roce de sus erguidos pezones marcándose en el top, en su entrepierna las carnosas y firmes nalgas de la trigueña se frotaban arriba y abajo…
– Eso está mejor preciosa… -le dijo el hombre de largo cabello mientras la sujetaba de la cintura y la guiaba para darse más placer- es hora de someterte a tu Amo…
Le hizo a Patricia un sutil gesto con la cabeza y ella se acercó poniéndose tras la asistente. Moviéndose con ella al mismo ritmo, desabrochó sus pantaloncillos y de un movimiento se los bajó hasta los tobillos, dejándola expuesta en una pequeña tanga color violeta que resaltaba sus curvas y en unos bellos ligueros púrpura que mantenían las translúcidas medias en su lugar.
– Oooohhhh… noooo… -trató de gritar mientras cerraba los ojos, pero sólo gimió guturalmente mientras se excitaba cada vez más al bailar sensualmente para ese hombre que apenas conocía.
Scorpius sonrió complacido por los logros de Muñequita y retrocedió dentro de la limusina, dejándole espacio a la linda trigueña mientras le hacía un gesto con la mano invitándola a entrar.
– Aaaaahhh… bastaaa… por… favor… – sollozó la mujer mientras lograba detenerse en la entrada de automóvil agarrándose del marco de la puerta, en un esfuerzo final por controlarse.
El hombre miraba con lujuria como las anchas caderas se movían atrás y adelante, tratando de llegar a él. Tras unos segundos se dio una palmada en el regazo y dio la orden final
– Me perteneces… entrégame tus piernas, tu cuerpo… tu coño… entrégate a mi… esclava ¡Ahora!
– Aaaaahhhh… nooo… -sollozó desesperada Jill cuando sus piernas, seguidas por su cuerpo, se introdujeron bailando en la amplia limusina, arrastrándola y obligándola a soltarse del marco para sentarse en el regazo de Scorpius dándole la espalda- Nnnnggg…
De inmediato el hombre tomó sus femeninas manos y la hizo apoyarlas en los muslos de él, casi al instante empezó a subir y bajar, frotando sus firmes nalgas en su duro miembro una y otra vez, siguiendo el rápido ritmo del flautín.
– ¿Por que… estoy haciendo… esto? -logró decir con voz ahogada por su incontrolable lujuria.
– Porque lo deseas, porque lo disfrutas… -le dijo al oído Scorpius antes de mirar a Patricia que tras cerrar la puerta se había sentado en el asiento frente a ellos y se masturbaba suavemente- Dime mi Muñequita ¿Cual quieres que sea el nuevo nombre de nuestra esclava?
– Oooohhh… Amo… gracias por… oooohhh… dejarme elegirlo…
El hombre había liberado del pantalón su miembro ya bien duro y erecto, y en un ágil movimiento penetró profundamente a la trigueña haciendo a un lado la elástica tanga violeta, pero dejándosela puesta.
– ¡Aaaaaahhhh… aaahhhh… aaaahhh…! -empezó a gemir de placer la mujer sin poder controlarse, avergonzada de lo húmeda que estaba su vagina, pero moviéndose cada vez más rápido.
– Desde ahora… sólo serás Jill… cuando te lo digamos… -le siguió susurrando Scorpius en su oído de forma insidiosa pero irresistible- a partir de hoy… tu nombre es…
Entonces Scorpius miró a Muñequita y solamente tuvo que esperar un instante para que su pelirroja respondiera.
– Zorrita… -dijo Patricia con una sonrisa traviesa.
– ¿Escuchaste encanto?… Desde ahora eres… Zorrita…
– ¿Como…? ooohhhh… pero yo… no me llamo… -trató de discutir la trigueña mientras seguía cogiendo con Scorpius.
– Eres Zorrita… -la interrumpió el hombre mientras subía el top de Jill, se apoderaba de sus senos y jugaba con sus pezones
– Aaaahhhh… -gimió y luego se humedeció los labios mientras seguía subiendo y bajando, ayudando a ser tomada por Scorpius.
– Eres nuestra Zorrita… dilo… -le gruñó el hombre mientras tiraba de su cabello, obligándola a exponer su garganta.
– Ooohhh… ooohhh… yo…
– Dilo preciosa… dilo para mi… -le dijo con voz ronca Muñequita mientras ya se masturbaba frenéticamente ante su esclava y su Amo.
– Oooohhh… Mamitaaa… no me hagas… esto…
Entonces Scorpius salió de ella, pero solamente para abrir sus esplendorosas nalgas y tomarla por el ano.
– Noooo… noooo… aaaahhh… por favor -dijo la pobre mujer, pero su cuerpo siguió el mismo ritmo que antes, siguió subiendo y bajando en el regazo del diseñador, sus bellas manos se aferraron de placer a los muslos de Scorpius, clavándole sus uñas levemente, lo que lo excitó aun más.
– Eso es Zorrita… disfrútalo… déjate llevar… déjate someter…
– Mmm… dejarme someter -repitió como hipnotizada a la vez que subía y bajaba cada vez más rápido y sus pies se ponían de punta de forma lujuriosa.
– Siiii… sométete a… nosotros -le dijo jadeante Muñequita, ya al borde del éxtasis.
– Sométete… -le repitió el hombre al oído.
– Aaaahhhh… me someto… -susurró casi en un sollozo Jill.
– Nos… perteneces… -dijo la pelirroja llena de ansias.
– Oooohhh… les… aaaaaaahhhh… les… pertenezco… -aceptó la mujer mientras Scorpius empezaba a acariciar su clítoris.
– Di tu nombre… dilo… dilo…
– Yo…
– Dilo…
– Oooohhh…
– Dilo…
– Ooohhh… soy…
– ¡Dilo!
– ¡Soy Zorrita… soy Zorritaaaaahhhh! -gritó al fin mientras arqueaba la espalda en éxtasis, sometiéndose a sus nuevos Amos.
Vincent y Mulder caminaban por un sótano obscuro abarrotado de antiguedades dignas de un museo.
– ¿Crees que nos servirá la ayuda de este individuo? -preguntó desconfiado el exMI6.
– No lo se, pero creo que vale la pena intentarlo, no solamente esta relacionado con la primera victima, sino que además sabe de historia, lenguas y ciencias ocultas, elemento que creo es la clave en este caso -respondió el agente del F. B. I. de forma algo enigmática.
Un hombre joven vestido con ropa informal se les acercó entre las filas de artefactos, se le veía nervioso pero decidido.
– ¿Son los que llamaron? ¿Realmente hubo un avance en la desaparición de Sydney Fox?
– Eso pensamos, soy Mulder del F. B. I. ¿Es usted Nigel Bailey? 
– A sus órdenes.
Ivanka entró a una de las habitaciones especiales del club T. P. para tomar su turno como Diosa, una vez a la semana pasaba toda la noche complaciendo a los más importantes clientes de su Dueño, le daba un terrible morbo pensar que así se convertía en un anónimo objeto de placer, y eso la excitaba terriblemente, de hecho ya estaba humedeciéndose con sólo pensarlo.
– Mmm… mi coñito está empapado, ya necesito la dura verga de mi Dueño… aaaahhh… que cachonda estoy -pensaba mientras entraba por la puerta oculta de uno de los escenarios y se quitaba su minivestido color rosa sin mangas que ni siquiera cubría del todo su entrepierna, su delicioso escote trasero llegaba hasta el inicio de sus nalgas y el delantero  apenas cubría sus erguidos pezones.
En un instante se encontraba vestida únicamente con su lencería color rosa de seda, cuyos diseños como de niñita le daban un sublime toque de inocencia, pero las pantaletas dejaban expuestas la mitad de sus nalgas y el sostén forzaba sus senos a levantarse de forma provocativa. Llevaba por supuesto unas medias color piel con elástico al muslo casi transparentes, pero que le daban a sus largas piernas una suavidad casi hipnótica y en sus pies tenía unas zapatillas de punta redondeada de color rosa intenso con pulsera al tobillo, de un tacón enorme y una pequeña plataforma de dos centímetros.
En segundos estaba sobre su pedestal, se colocó en el centro y al ver que se abría una pequeña compuerta en el techo levantó los brazos que manos anónimas fijaron a la estructura del Escaparate con grilletes, lo que se repitió con su esbelto cuello.
– Mmm… -se estremeció con lujuria al escuchar el cierre de los grilletes y pensar en como sería sometida y masturbada por los clientes, pero jamás poseída, solamente su Dueño podía cogérsela… y nada se comparaba al placer que él le concedía.
En ese momento la membrana elástica del mismo color del techo se cerró alrededor de sus axilas, convirtiéndola de nuevo en una preciosa mujer-objeto lista para atender a su primer cliente.
En el cuarto de arriba, Lindura observaba en una pantalla como su cuerpo en el cuarto de abajo era iluminado de forma maravillosa, dándole la apariencia de una obra de arte.
Entonces la puerta de invitados se abrió y la rubia contuvo el aliento excitada, pero casi al momento sus ojos se abrieron al máximo por la sorpresa, había entrado una mujer, y no cualquiera, era la aniñada ayudante rubia de Scorpius a la que llamaban Nena.
Iba vestida toda de cuero negro, con un ajustado y corto vestido que se pegaba perfectamente a cada curva de su cuerpo pero sin tirantes, luciendo sus lindos hombros y escote, llevaba unos guantes negros que llegaban hasta sus codos y unas puntiagudas zapatillas del mismo color, de tacón altísimo y plateado, unas medias casi transparentes a juego convertían sus piernas en irresistibles tentaciones de carne, cuyos ligueros eran perfectamente visibles mientras subían por sus muslos hasta perderse bajo el corto vestido.
Llevaba una sensual sombra de ojos obscura y sus voluptuosos labios pintados de color rojo sangre.
Lindura estaba muy sorprendida, primero por que nunca había entrado al cuarto una mujer, y segundo por que Nena era tan sumisa y dulce que la ropa que llevaba no tenía sentido.
– Hola… no soy lesbiana, se equivocaron de cliente -empezó a decir la empresaria en el cuarto superior, pero no había nadie en el lugar. Estaba sola.
En la pantalla vio como la rubia vestida de cuero se sentaba en un sillón y cruzaba lentamente una de sus torneadas piernas.
– Oigan… suéltenme… hay un error… -insistió en voz más alta.
Un instante después vio en la pantalla como Nena sacaba un pequeño control de su profundo escote y oprimía un botón, con lo que empezó a sonar una canción lenta y cadenciosa en el cuarto.
– Aaaahhhh… -gruñó Lindura cuando su cuerpo empezó a moverse sin su control, como siempre primero abrió sus esbeltas piernas en pose retadora pero parándose de puntitas en sus zapatillas, y luego empezó a bailar lentamente, como una desnudista profesional.
– Mmm… muy bonito Lindura… -le dijo en voz alta la exFBI- extrañaba esta lujuria agresiva, pero Papi me habló al oído y me devolvió mi antigua esencia, al menos por hoy, pues quiere que aprendas a amar a tus hermanitas en todos los aspectos…
– ¿Qué? No… no pueden hacerme esto…
– Oh, me temo que es un requisito indispensable Lindura. Pero no sufras, pronto lo disfrutarás, te lo prometo.
– No, por favor… te looooohhhh… -gruñó de forma placentera al sentir como el calor del deseo empezaba a extenderse de sus zapatillas embrujadas a sus piernas, su vagina y su cuerpo entero.
Nena observaba como la empresaria se movía suavemente sobre el pedestal, luciendo sus senos, su espalda, sus respingadas nalgas, su sexo, su cálido sexo…
El baile seguía, calentándola poco a poco, excitándola de forma lenta pero constante.
– Nooo… alto… -trató de negarse Ivanka, pero sentía como se seguía humedeciendo al bailar para una mujer.
– Por favor acérquese a su diosa -dijo una melodiosa voz femenina en las bocinas.
Sonriendo de forma casi malévola, Nena se levantó y se acercó a la Diosa bailarina.
– Ahora… pida y se le concederá -dijo entonces la voz dulcemente.
– No Nena… no lo hagas… -pidió inútilmente la empresaria.
– Posa para mi… Lindura… muéstrame tu cuerpo…
Al instante Ivanka hizo un cuatro con sus piernas, flexionando una y extendiendo otra en toda su gloria, luego encogió ambas y las extendió abiertas en split, desde una posición sentada abrió las piernas en una amplia V con sus tacones apuntando al techo, mostrando sus pantaletas, húmedas de excitación.
Nena empezó a masturbarse deliciosamente bajo la falda al mirar a Lindura posar y lucir su cuerpo y sus piernas como una campeona de nado sincronizado al competir.
– Aaahhh… Dios… estoy disfrutando… posar para ella… -pensó sorprendida, pues la lujuria había diluido cualquier temor que antes sintiera.
– Mmm… muy bien… eligieron bien tu nombre, de veras eres una lindura -dijo Nena mientras examinaba a Ivanka con un abrumador deseo brillando en sus ojos- Es hora de que aprendas por que no hay nada mejor que el amor entre hermanitas… excepto claro, el amor de Papi… ¡Quieta!
De un paso subió a la tarima donde Lindura se había quedado inmóvil con sus piernas bien abiertas y horizontales, colocándose entre ellas, cerca de su deseoso y cálido coñito.
– Aaaahhh… ¿Que… pretende? -susurró Ivanka, empezando a sentirse mareada y confusa por la excitación y la primitiva música.
– Puede utilizar el juguete que recibió al entrar -sonó en las bocinas.
Pero lo que la mujer alguna vez conocida como Dana Scully sacó de la bolsa fue un consolador doble de color rosado. Se levantó sensualmente la falda, bajo la que no llevaba nada, además de los ligueros que formaban un erótico marco para su sexo primorosamente depilado.
Con un profundo suspiro introdujo el consolador en su coñito cuyos labios ya brillaba por la humedad. Entonces dio otro paso, quedando casi en contacto con la mujer-objeto, que sintió la leve presión de el consolador en su entrepierna, lo único que separaba su vulnerable sexo de aquel falo era la delgada seda de las pantaletas.
– ¡No! ¡Basta… no lo haga!
– Ahora flexiona tus rodillas… -le ordenó con la voz ronca de excitación tras mirarla brevemente.
– Nnngggg… -gruñó al tratar de resistirse inútilmente.
Las bellas piernas extendidas se encogieron casi por completo, dejando a Lindura completamente vulnerable y lista para ser tomada, su coñito casi expuesto.
Nena se relamió con anticipación, luego colocó su mano en las pantaletas de la heredera y con el dedo pulgar e índice abrió un hueco oculto en la lencería, de manera que la empresaria podía ser poseída fácilmente sin tener que quitarle la prenda.
– Es hora Lindura… disfrútalo -le dijo con una mirada lujuriosa al sujetar sus caderas y penetrarla hasta el fondo de su bien lubricado coñito.
– ¡Aaaahhhhh… que delicia! -gritó Nena mientras miraba al techo por las placenteras sensaciones que la asaltaban.
– ¡Nnnnnnoooo…! -gritó a su vez la heredera tratando de resistir haciendo presión en su vagina, pero estaba tan húmeda y dilatada que lo único que consiguió fue sentir un involuntario placer al ser sometida por la mujer vestida de cuero- ¡Ooohhh… Dios…!
Lentamente Nena empezó a retroceder para luego volver a entrar, iniciando un vigoroso y exquisito vaivén que confundió a la empresaria, pues empezaba a verse invadida por sensaciones que nunca había tenido.
– No… no…
– Aaaahhh…
– Alto…
– Aaaaahh…
De nuevo Lindura intentó resistir pero únicamente consiguió inmovilizar su cuerpo en lugar de seguir el ritmo de la melodía… lo que no le agradó a Nena en absoluto.
– Mmmnnn… intentas resistir… ¿Como te atreves putita? – gruñó mientras miraba a la cámara oculta, sabiendo que ella la observaría en la pantalla- Ahora como castigo tu me ayudarás a someterte…
Con femenina delicadeza salió del húmedo coño de la mujer objeto, bajó del pedestal y sacó otro artículo de su bolsa en el sillón.
En segundos la exFBI estaba de vuelta a su lado y en un santiamén volvió a penetrarla.
– Oooohhhh… -chilló avergonzada la mujer ante el abuso y el traicionero placer en sus terminaciones nerviosas.
– Coloca tus pantorrillas en mis hombros… -ordenó Nena, y aunque Lindura podía resistirse a seguir el ritmo, no podía aguantar una orden directa, en un segundo obedeció y entonces la mujer vestida de cuero retrocedió dejando sólo la mitad del consolador dentro de su victima, luego se quedó muy quieta.
– Ahora tu me penetrarás a mi y claro a ti misma.
– ¿De que habla? Está loca… No lo haré… no por mi voluntad -pensó desafiante la rubia. Entonces su indeseada cliente levantó el objeto que había tomado de la bolsa, dejando que la Diosa lo viera por la pantalla.
 Los ojos de Lindura casi se desorbitaron al ver el objeto, una especie de raqueta de ping pong, pero cubierta de un ligero forro acolchado de piel.
– ¡No… va a…!
El azote de la raqueta en sus nalgas fue inesperado y doloroso a partes iguales, el impacto se amortiguó un poco gracias a la cubierta de piel pero la inercia y el dolor inevitablemente la hicieron llevar sus caderas adelante en un energético movimiento.
– ¡Aaaaaayyy…oooohhh… -gritó de dolor y gimió de placer casi de inmediato al penetrar a Nena y a si misma profundamente.
– Ooooohh… mmm… muy bien Lindura -susurró Nena mientras arqueaba su espalda y entreabría sus labios complacida.
La heredera relajó su cuerpo ligeramente pero al instante sus firmes nalgas fueron recibidas por otro azote de igual magnitud que la hizo estremecerse y embestir de nuevo a la otra mujer, haciendo tocar sus vaginas.
– ¡Aaaahhh… mmm… -chilló y gimió de nuevo, dividida entre el dolor y el placer.
– ¡Siiii! ¡Sigue…! -le dijo la dominante mujer mientras repetía el proceso con un nuevo golpe, así condicionaba el cuerpo de Lindura para seguir el ritmo que ella le imponía con sus azotes.
En minutos Lindura ya jadeaba excitada al ser domada de esa manera, y además por una mujer… por su hembra. El morbo de la situación nublaba su juicio mientras su percepción se alteraba y empezaba a sentir el mismo placer con los amorosos azotes que con las penetraciones.
– Aaaaahhh… aaahhh…
– Mmm… si… -gemía también Nena, complacida al ser penetrada por la heredera- sigue Lindura…
– Ooohhh… nooo… ooohhh… -gimió al recibir otra dulce nalgada que la impulsó hacia adelante.
Mientras el delicioso baile continuaba, Nena manipuló su control remoto e hizo que la música cambiara lentamente hasta convertirse en la suave y erótica zampoña que tanto placer le daba a Ivanka. Paulatinamente aumentó el volumen de la música mientras le daba a la mujer objeto azotes cada vez más suaves, en pocos minutos Nena arrojó la paleta fuera del pedestal, sobre el suelo alfombrado, mientras la Diosa continuaba con sus movimientos de cadera atrás y adelante, una y otra vez, recibiendo y dando placer siguiendo ahora el ritmo de la seductora zampoña.
– Mmnnn… oooohhh… -gruñía cada vez más excitada sin darse cuenta de que las nalgadas se habían detenido tiempo antes.
– Aaaahhh… sigue Lindura… esooo… -la animó la mujer vestida de cuero que ya solamente la sostenía de sus caderas.
– Ooohh… ooohhh… -disfrutaba ella emitiendo ahogados gemidos en el cuarto de arriba.
– ¿Verdad que… aaahhh… te gusta esto Lindura…? -le empezó a susurrar Nena mientras miraba a la cámara- tienes que… disfrutar de… tus hermanitas… es orden de Papi…
– Aaaahhh… pero… -trató de responder la empresaria sin poder apartar la mirada de los penetrantes ojos que parecían apoderarse de sus pensamientos, los ojos de su hembra…
– ¿Sientes mi… amor Lindurita? -le dijo mientras la sujetaba de la cintura un momento para besar y mordisquear fogosamente sus pezones.
– Oooohhh… no se… que me… pasa… -respondió Lindura totalmente sonrojada por las placenteras atenciones de su cliente, pero inconscientemente sus caderas intentaban retomar el ritmo.
Y tan pronto Nena soltó su cintura lo hizo, recuperando el sensual vaivén que había sido condicionada a llevar por medio de los azotes, logrando provocarle a la mujer del vestido de cuero un orgasmo corto pero poderoso.
– Oooooohhhh… siiii… muy bien… hermanita… debemos amarnos… -susurró satisfecha la que una vez fuera Dana Scully.
– Mmm… ooohh si… amarnos… -respondió enloquecida de placer la mujer objeto, aunque nadie podía escucharla en el cuarto superior- te… amo… mi hembra
Muy pronto en el cuarto del pedestal solamente se escuchaban eróticos gemidos, el lujurioso sonido de la carne rozando la carne y la humedad de sus lubricados coñitos mientras se poseían la una a la otra.
En su cuarto de control en el T. P. Scorpius observaba complacido como su nueva esclava se convertía en hermanita de sus demás odaliscas.
Se encontraba sumido en una serie de trámites y negocios, aburridos, pero vitales para expandir sus diseños por el continente, por eso tuvo que delegar el condicionamiento a Nena tras devolverle su antiguo espíritu dominante y dependiente.
– Debo recordar convertirla de nuevo en mi esclava sumisa y aniñada -pensó al ver como sometía a Ivanka para hacerla apreciar a sus hermanas odaliscas- es demasiado dominante y estoy seguro de que trataría de volverse contra mi.
En ese momento en dos pantallas pudo ver como ambas se estremecían de placer, pero sobre todo disfrutó ver a su Lindura gritar con su primer orgasmo lésbico, siendo condicionada por Nena de forma permanente gracias al poder de las zapatillas.
– Nuestro momento se acerca… -pensó complacido mientras veía en sus pantallas como su imperio seguía fortaleciéndose con cada nuevo cliente y cada nueva esclava- pronto nos expandiremos más allá de las fronteras del continente…
Días después se inauguraba en Argentina la primera boutique Scorpius, en la gran fiesta apertura donde estuvo presente la elite social se encontraba Xander Scorpius acompañado por su socia Ivanka Trump, él vestía un traje negro de tres piezas con camisa vino pero sin corbata y ella llevaba un elegante vestido de seda cruzado color negro con cinto que remarcaba su cintura, el vestido tenía un discreto escote y llegaba arriba de sus rodillas, luciendo sus piernas cubiertas de deliciosas medias negras y en sus pies unas sandalias de tacón de aguja de quince centímetros que le daban un toque sensual al sobrio atuendo.
La rubia daba una conferencia en ese momento con su leal asistente Jill a su lado, pero estando tras ellas Scorpius pudo darse cuenta de que Lindura había introducido discretamente su mano detrás del corto vestidito rojo de la trigueña, y a juzgar por su respiración agitada y sus labios entreabiertos, seguramente la masturbaba maravillosamente, ella trataba de no moverse pero debía ser difícil, entre el placer y sus zapatillas rojas de punta abierta y tacón altísimo se notaba como se movía en un vaivén casi imperceptible.
Horas después se dirigieron al despacho de Scorpius en la elegante residencia donde se instaló la casa de modas, era una bella habitación con muebles antiguos, un gran escritorio y divanes de piel.
– Excelente trabajo Lindura, eres una buena esclava… -le dijo Scorpius a Ivanka en cuanto cerró la puerta con llave tras ellos.
– Gracias mi Dueño, soy feliz al complacerte -dijo tímidamente mientras bajaba la mirada y ponía las manos tras la espalda, Jill la imitó al instante.
Scorpius se quitó el saco y el chaleco para luego sentarse sonriente en un sillón.
– Debo admitir que te has ganado un premio… dime que desearías ahora mismo más que nada en el mundo…
– Oh, mi Dueño ¿De verdad?
– Por supuesto mi esclava, tu pide.
Al instante la esbelta rubia desató la cinta del vestido y lo dejó resbalar por sus hombros y brazos hasta el piso. Debajo solamente llevaba un liguero rojo como la sangre sujetando sus medias negras rematadas de encaje, eso era todo. Su mano derecha se lanzó ávida a su coñito eternamente húmedo y receptivo para empezar a masturbarse, mientras la izquierda acariciaba y pellizcaba sus firmes tetas.
– Por favor mi Dueño… quiero que me tomes… quiero coger… -le dijo en un tono que rayaba en la desesperación mientras se humedecía los labios de color rosa brillante- el placer de mis hermanas es maravilloso, pero no se compara con el que me das, solamente tu me haces gritar y morir de placer- mi coñito te necesita, se muere por ti…
Seductoramente se acercó a su Amo y tras mirarlo a los ojos tras sus larguísimas pestañas se recostó en un diván y abrió las piernas ofreciendo su hermoso cuerpo a su Dueño.
– Me tienes cachonda todo el tiempo… me la paso pensando en ti y en mi… cogiendo –le dijo mientras acariciaba sus piernas y su sexo lentamente- si no fuera por mis hermanitas… ya hubiera perdido la razón al estar lejos de ti…
Scorpius se acercó complacido dejando sus pantalones en el piso tras él, se inclinó sobre ella y la penetró de un movimiento, haciéndola estremecerse de gozo, sus ojos vueltos hacia atrás, sus piernas bien abiertas para recibirlo lo rodearon y engancharon los tacones alrededor de su cintura tratando de atraparlo, de atraerlo hacia ella.
– Ooooooohhhhh… mi Dueño… soy tuyaaaa… -chilló feliz cuando el hombre empezó sus embestidas, penetrándola una y otra vez con fuerza, entonces, casi con desesperación ella le clavó las uñas en la espalda mientras arqueaba la suya- aaahhh… siiiii…
– Zorrita… ven aquí… complace a tu hermanita… y a ti misma… -ordenó el hombre a la tímida asistente que esperaba.
– Si Amo… -dijo en un susurró, pero sus ojos brillaban de deseo. Se acercó, se arrodilló a lado del diván y empezó a besar, chupar y morder los brillantes labios y tersos senos de Ivanka, a la vez abrió los muslos y tras subirse el corto vestido rojo empezó a masturbarse con sus delicados dedos de uñas pintadas color rojo metiendo la mano derecha en la pequeña tanga roja que adornaba su entrepierna.
– Aaaahhhh… que rico coges… Lindura… –le gruñó con lujuria Scorpius a Ivanka mientras la miraba a los ojos- ahora di que eres…
– Oooohhh… mi Dueño… tu lo sabes…
– Si pero… quiero escucharte… decirlo…
– Nnnn… yo… soy…
– Ayuda a… tu hermanita… Zorrita –le dijo a la trigueña haciendo un gesto hacia la entrepierna de su esclava- dale más placer…
En un fluido movimiento Jill llevó su mano derecha al coño de la rubia y empezó a acariciar su clítoris, mientras introducía la izquierda en su propia tanga y seguía masturbándose, sentía la tremenda humedad de Lindura y el suave roce del miembro de su Amo entrando y saliendo de su hermanita.
– Mmm… que bonito chochito… tan jugoso… –empezó a decir Jill presa de la lujuria a su antigua jefa, sus hermosos ojos relucían como joyas por el placer- tan sensible…
– Aaahhh… hermanitaaaa… –gritó Lindura sacudiendo la cabeza ante las expertas caricias de su asistente.
– ¿Qué eres? –insistió Scorpius al acelerar sus penetraciones.
– Oooohhh… soy… soy… tu putitaaaa… tu mujerzuela…
– Sigue…
– Soy… tu juguetitoooohh sexual… tu muñeca de placer…
– Maaasss… –le dijo al moverse más y más rápido
– Aaaahhh… soy tu esclava… tu pertenencia… siiiii… aaaaahhhhhh… –al fin aulló al alcanzar un fabuloso orgasmo.
– Nnnnnnnggggg… mi buena… niña… –gimió al fin Scorpius al llenar a su esclava rubia de semen.
– Oh… Amo por favor… déjame disfrutar… –susurró Jill desesperada mientras su mano se movía a gran velocidad en su entrepierna, pues sin el permiso de su macho no podía alcanzar el éxtasis- me siento sola sin ti…
– Mmm… me has dado una idea Zorrita –dijo con una sonrisa el hombre.
Minutos después Lindura y Zorrita estaban arrodilladas una frente a la otra, sujetando firmemente sus propios tobillos y balanceándose atrás y adelante mientras cada una montaba el cálido y suave muslo de la otra, masturbándose mutuamente, sus coñitos casi tocándose, sus tetas rozándose suavemente mientras recitaban su condicionamiento como esclavas de Scorpius.
– El placer y… ooohhh… la lujuria… pertenecer a mis hermanas… amar mi cuerpo… aaahhh… lucirlo para los demás… lucir mis tetas y mi coñito… mostraaaar mis piernas… … estar siempre disponible y lubricada… usar siempreee tacones altos… siempre…
Mientras ellas seguían con su condicionamiento Scorpius trabajaba en el escritorio, sonriente, todo iba perfecto, simplemente perfecto, incluso la presidenta del país había expresado su interés por un par de zapatillas elegantes.
– Ahora lo único que necesito es encontrar a una experta en ocultismo con el conocimiento… y sobre todo con el poder para duplicar las zapatillas rojas. Entonces nada podrá detenerme… -pensó satisfecho antes de levantarse para acercarse a sus jadeantes y excitadas esclavas que lo esperaban en el diván.
FIN
  
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