-En serio te llega al pincho, ¿no?

 

-Pta, sí…

 

-No has cambiado nada, conchatumare.

 

Javier terminó de armar el pucho y se lo pasó a Maureen, que lo encendió con presteza. Pronto, el cuarto se copó con el tufo penetrante de la marihuana. No había ventilador allí, así que Maureen se levantó a abrir la ventana para poder botar un poco del humo y el olor. Javier la observó mientras que ella fumaba: al igual que él, estaba desnuda, pero su larguísimo cabello azabache ocultaba sus nalgas prietas dándole un aire elegante. La conocía bien, por eso no se preocupó por decirle nada aunque sabía que la ventana daba a la calle. Vio la hora: apenas las 8, tenían mucho tiempo por delante.

 

Mientras que aspiraba su pucho de marihuana, Javier alcanzó su celular para revisar sus mensajes. Como esperaba, tenía ya varios mensajes de su enamorada, que le mostraba que seguía enfrascada en los estudios de sus parciales. Él, por su parte, estaba oficialmente haciendo lo mismo. 

 

-¿Es ella?

 

Maureen había dejado de fumar hacia la calle y regresaba a la cama con Javier. Él admiró brevemente los piercings que se había hecho su ex-pareja en su plano ombligo y los pequeños pezones antes de responder que sí. Maureen se echó a su lado en la posición de la Maja Desnuda de Goya y se puso a observar lo que Javier le escribía a su enamorada actual.

 

-¡Jaja! ¡qué cojuda esa pendeja!

 

Maureen conocía a la novia de Javier. Habían juergueado juntas en varias ocasiones y se podían llamar compañeras de fiesta en toda la regla. Aunque habían salido a la playa juntas y hasta fotos en redes sociales tenían, todo esto le importaba poco a Maureen, que tenía tanta paciencia como cola un Boston Terrier. Le había agarrado enojo por un episodio que no venía al caso y ya no le hablaba desde hace un buen tiempo y por eso ahora estaba allí, desnuda junto a su novio en un cuarto de hotel. 

 

-¿Qué te dice la huevona esa?

 

-Que está estudiando… esa nota pues.

 

Maureen había dejado su pucho a un lado para tomar el pene de Javier en la mano. Este, por supuesto, se puso duro rápidamente.

 

-Puta madre no hagas eso que no me concentro…

 

-A mí qué chucha.

 

Javier conocía a la chica y pensaba que igual hubieran acabado en esa situación pelea o no, aunque ella ciertamente hacía que Maureen se esforzara más. En el tiempo que habían estado juntos como pareja el sexo siempre había sido bueno, pero desde que volvieron a hacerlo tras su ruptura era aun mejor. Ni siquiera la había buscado esa vez que la encontró de vuelta yendo de compras, cuando volvieron a hablar como viejos amigos solamente mientras que ella iba a buscar pan. Esa tarde llevaba un short muy apretado y pequeño y un polo corto que exhibía su nuevo piercing, que lo sorprendió. Habían salido del supermercado a caminar un rato sin plan alguno, él le había contado de su nueva enamorada y los casi 6 meses de relación que llevaba con ella, y Maureen pareció genuinamente feliz por él en aquella ocasión. 

 

-Oye, vamos a un telo.

 

-¿Ah?

 

-Ya me oíste, vamos a un telo.

 

-¿Para qué?

 

-No te hagas el cojudo, ¿quieres?

 

-Te acabo de contar de mi novia, Mau.

 

-A mí qué chucha. Hace tiempo que no me meten pinga como debe ser y tengo ganas. Además los exes siempre tienen remembers, no me jodas.

 

-Mau no la hago, además no traigo condones. 

 

-Métemela así nomás, mejor. No me digas que no quieres.

 

-Mau no es acerca de eso…lo sabes.

 

-Ya te dije que a mí qué chucha.

Total, que en resumidas cuentas Javier acabó aceptando la proposición de su ex. Muy aparte de que Maureen tuviera una personalidad avasalladora como la de un tirano fascista del siglo pasado, como todos saben la carne es débil y Javier acabó accediendo cuando su ex pareja le ofreció el permiso de, cito, “reventarle el culo a pingazos”. Ella siempre había tenido un buen culo gracias al ejercicio, pero como Javier pudo comprobar, desde su ruptura lo había tonificado de una gran manera. Él, por supuesto, hizo buen uso del ofrecimiento y reventó el ano de Maureen en la habitación del hotel más cercano hasta quedar peor que un maratonista olímpico. En casi 4 horas apenas tocó su vagina, en cambio sodomizándola sin piedad y viniéndose sin tapujos en el ajustado culo de su ex novia, que bufó como una cerda. Ambos se quedaron dormidos del cansancio hasta el día siguiente, cuando Javier descubrió decenas de mensajes angustiados de su actual novia preguntando por él. A su lado, su pareja pasada seguía dormida de costado, exhibiendo un raudal de semen seco que salía de su ano.

Pero regresando al presente, Javier luchaba por mantener la concentración en el chat con su enamorada.

-Puta madre…

Maureen ya no solamente lo masturbaba, sino que le lamía los testículos y escupía su pene para succionarlo.

 

 

-Concha de su madre, Maureen…

-No jodas, bien que te gusta que te chupe la pinga…

-Sí pero ahora no pues pendeja…

-Calla mierda, disfruta nomás.

Maureen, fiel a su costumbre, al final siempre hacía lo que le daba la gana. Sin importarle las dificultades de Javier por concentrarse en textear, empezó a chuparle el pene con ahínco, sin escatimar saliva y bulla de su garganta. Las manos de Javier no paraban de temblar ante la monumental mamada que su ex le estaba regalando, y pronto sus respuestas se volvieron una misión imposible.

-Ven…

Totalmente sometido a la voluntad de Maureen, Javier obedeció y se paró delante del monumental espejo de la pared. Volteó la mirada hacia la larga superficie pulida y se vio a sí mismo aún sujetando torpemente su celular mientras que su ex novia estaba de rodillas ante él succionando su pene como si quisiera derretirlo con el calor de su boca. En todo el tiempo que estuvieron juntos nunca ella le había hecho una mamada tan salvaje como la de ese momento, tan ardiente húmeda e impetuosa que sentía que se le iba el cerebro en cada embate.

-Oye, si tú no sigues yo tampoco.

-¿Qué?

-Respóndele a tu flaca o no sigo.

-No jodas… no recuerdo ni mi nombre ahora…

-Respóndele o no sigo.

Muy a su pesar, el sometido ex novio tuvo que aunar lo poco (poquísimo) de razón que le quedaba y responderle a su novia actual sin que, de paso, sospechara nada. Por supuesto, la mamada salvaje de Maureen y la imagen reflejada de ella arrodillada ante él succionando su pene como si no hubiera mañana no ayudaba en nada, y muchas veces tuvo que parar para que su subconsciente no lo traicionara.

-Mau… por favor… ya no aguanto…

-Ok, si quieres cáchame la boca.

Javier no necesitó oírla dos veces. Aventó su celular a la cama y tomó a Maureen de la cabeza. Con rabia y una calentura que ya dolía, empezó a penetrarle furiosamente la boca. Ella, increíblemente, aguantó las embestidas del grueso pene de Javier, que estaba hinchado de sangre y parecía a punto de explotar. El celular seguía vibrando, notificando nuevos mensajes mientras que Javier solo podía pensar en la boca de su ex y el placer que le estaba dando.

-Mierda…

El pobre pene necesitó apenas un par de sacudidas para empezar a soltar su caudal blanco y viscoso, que fue directamente disparado hacia su cara y sus pequeñas tetas perforadas.

-Concha tu mare… ¡avisa al menos!

Maureen se dirigió al baño a limpiarse mientras que Javier, ya desahogado y con algo más de cerebro, volvió a tomar su celular y vio los mensajes de su novia que le decía que lo quería, que se cuidara e iba a continuar estudiando. Se sintió como una cucaracha al leer esas líneas.

-¿Quién se murió?

-Nadie Mau… es solo que en serio me siento como una mierda, no deberíamos seguir haciendo esto.

-¿Te vas a ir tan temprano y sin otro round al menos? tu pinga aún tiene para dar.

-No está bien esto, Mau…

-Lo que no está bien es que me estés cachando el culo todo el tiempo y dejes mi concha sin tocar.

Maureen había tomado de nuevo el pene semi flácido de Javier y lo masajeaba con habilidad, devolviéndolo poco a poco a la vida.

-Que no, Mau.

-Tú no te vayas sin cacharme la concha.

La boca y las caricias de su ex novia hicieron maravillas, y pronto el pene de Javier estuvo listo para la acción de nuevo. El remordimiento se iba.

-Ven, vamos.

Maureen se echó sobre el colchón separando las piernas como las aguas del mar rojo. Su raja, pelada y apetitosa, lo tentaba. Se había concentrado tanto en metérsela por el culo que, en efecto, había sido tremendamente negligente con su concha. Los recuerdos de caches pasados le vinieron a la cabeza (la de abajo) y le pedían una sola cosa: revivirlos.

-Ya… pero esta es la última vez.

-Entonces hazla valer.

Otra vez Javier había perdido su capacidad de razonar. Ganado por el deseo, se puso encima de su ex y apuntó su glande a la húmeda entrada. No le daba la cabeza para otra cosa así que empujó hacia dentro de una sola vez. No le sorprendió notar que Maureen estaba mojada como un piso recién trapeado.

Empezó una penetración salvaje alimentada únicamente por sus ridículos niveles de adrenalina. Su pene ansioso se deslizaba una y otra vez en el interior de Maureen, que gemía a todo pulmón.

-¡Ay qué rico! ¡métemela! ¡no pares, mierda!

Los gemidos y las exigencias de su ex pareja se alternaban con el sonido que provocaban sus cuerpos chocando y el chapoteo proveniente de la empapada vagina de Maureen, que parecía agradecer cada embate de Javier. El espejo, confidente fiel y silencioso, observaba callado la imagen del hombre de espaldas que, como un poseso, no paraba sus penetraciones furiosas. Las piernas de ella, largas y blancas, se asían a la espalda sudorosa de él para que no la soltara. Se ponía más y más rojo a medida que se prolongaba la penetración, el hombre sudaba como un caño abierto.

Javier sentía que no iba a durar mucho más en esa condición. Su físico y su cuerpo a punto de explotar de nuevo no paraban de enviar alarmas, pero Maureen lo abrazaba con sus piernas y no lo dejaba ir.

-Me voy a venir…

-Vente dentro. Tomaré pastilla, no pares.

-Ya…

Un hombre arrecho está en condiciones de prometer el mundo y la luna. Javier cogió las piernas de Maureen y las colocó sobre sus hombros. Con lo último de su fuerza física, volvió a acelerar mientras que ella bufaba. Unos minutos después, su pene se infló por última vez y escupió lo último de semen que le quedaba dentro de la vagina de su ex. A medida que jadeaba recuperando sus fuerzas, regresaba también la culpa. “Soy una cucaracha” pensaba él mientra sentía la vagina de Maureen palpitar en su aún erecto pene. Lo sacó un minuto después y su ex se paró sin decir nada para ir al baño. Él, por su parte, se tiró en la cama aplastado por el remordimiento mientras oía la ducha encenderse. Maureen salió poco después con la toalla puesta y empezó a vestirse. 

-¿A dónde vas? 

-Tengo una reu luego.

-¿Y me vas a dejar así?

-Pta eres libre de irte a donde quieras ah, ya no eres mi flaco, aparte. 

Era cierto. Todo esa situación era, como ella misma había dicho, una mera cuestión de diversión. Le entraron ganas de llorar. Maureen no lo notó: después de cambiarse, lanzó una despedida escueta y salió de la habitación. Javier se quedó en la cama desparramado con su culpa y su pene cansado, mientras que su celular seguía vibrando de notificaciones. 

PD: Este es mi primer relato, espero les agrade y no sean tan crueles con él. Críticas constructivas son bienvenidas y por si les interesa tendré más material. ¡Gracias por leer!

 

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