Historias de Hermanas
Con los ojos sollozos Alexandra toca a la puerta, su hijo baja unas maletas y su hermana mayor Mónica sale a recibirla. Por unos instantes hay un incomodo silencio hasta que finalmente Mónica abraza a su hermana menor y esta se pone a llorar, el hijo de Móni
ca sale a recibir a su primo y entre ambos llevan las cosas dentro de la casa.
Hacia años que ambas hermanas no se veían, la última vez tuvieron una discusión sumamente áspera que finalmente llego a los insultos. A Alexandra siempre le había molestado la actitud de su hermana mayor, Mónica siempre ha sido liberal, muy liberal. Era común que a la casa llegaran chicos de todas edades a buscarla para salir, a veces llegaba más de uno. Sin lugar a dudas esto era por la gran belleza de Mónica, siempre fue, y es aun, una mujer sumamente atractiva.
Cuando cumplió los 17 y debido a un descuido Mónica quedo embarazada, nunca supo quien era el padre del bebe. En su casa se armo un escándalo, pero lo que más la hirió fueron las palabras de Alexandra que la ataco con todo, la trato muy mal y la insulto con palabras de grueso calibre. Mónica no se quedo a escuchar todo esto, si así la iba a tratar de ahora en adelante, viendo que sus padres no la apoyaban y temiendo por el hijo que esperaba decidió recoger sus cosas e irse de la casa con lo puesto.
Al principio Mónica paso por toda clase de miserias, vivió en un hogar de acogida y después que su hijo nació se dedico a la prostitucion para hacer dinero suficiente para ambos, de esta forma pudo completar sus estudios y arrendar un lugar para vivir. En más de una ocasión fue violada y debió soportar toda clase de abusos pero lo consiguió. Obtuvo su titulo profesional y un empleo digno en una importante empresa, ahora ya es gerente y tiene su propia casa. Los años de esfuerzo valieron la pena y los abusos ya son solo un mal recuerdo, Ricardo, su hijo, lo es todo para Mónica y la relación entre ambos es extremadamente fluida y cercana.
Mientras Javier juega en el computador de Ricardo en su habitación Mónica le ofrece un té a su hermana, para que se calme. “Lo que es la vida” dice Alexandra con una voz marcada la tristeza y la pena, “hace años te eche de la casa, te trate de la peor forma posible y mírame, ahora soy yo la que no tiene hogar y humillada llego de allegada a tu hogar, a uno que tu sola construiste”, Mónica le acaricia el cabello a su hermana, no sabe que decirle.
Tras la partida de Mónica, Alexandra creía que tenía una moral superior a su hermana y que se casaría con un buen sujeto que le daría todo y que su hijo si tendría un padre ejemplar, pero no fue así. Cuando Alexandra cumplió los 18 quedo embarazada de un sujeto mayor, sin embargo pensó que todo seria distinto a lo ocurrido con Mónica cuando este sujeto le reconoció a su hijo y se ofreció a casarse con ella, Alexandra no lo dudo ni un instante.
En un comienzo todo fue perfecto, su vida parecía un cuento de hadas. Un esposo que la quería y un padre ejemplar para su hijo, pero al cabo de unos años las cosas comenzaron a cambiar. Él empezó a organizar fiestas en la casa, según él para atraer potenciales clientes a su empresa, en las cuales Alexandra se convirtió en el entretenimiento principal. Empezó a beber y en más de una ocasión Alexandra fue golpeada. Muchos le aconsejaron que se fuera, que lo dejara, pero a ella solo le importaba el que dirán, que pensaría la gente si dejaba a su esposo, eso era algo impensable para ella.
Durante varios años Alexandra callo estos abusos, hasta que un día en una fiesta, su marido se emborracho y comenzó a agredirla verbal y después físicamente, fue un enorme escándalo y Alexandra paso la peor humillación de su vida. Nadie se atrevió a ayudarla y todos miraban. Su rostro tenía las marcas de una bofetada y seguía escuchando los peores insultos dirigidos hacia su persona, su marido levanto la mano una vez más pero alguien lo detuvo. Una mujer vestida de forma elegante le cogio el brazo y se lo torció con tanta fuerza que lo arrojo sobre una mesa. Alexandra levanto la vista y reconoció de inmediato a su hermana, que con sus ojos azules proyectaba una fría y dura mirada hacia aquel tipo.
Envalentonado por el alcohol y con el orgullo herido volvió a la carga a pesar de todo. Si Mónica aprendió algo positivo de sus amargas experiencias como prostituta fue a como defenderse de sujetos así, con un simple movimiento y certero derechazo lo dejo inconciente y le rompió la nariz. Después recogió a su hermana y la saco de ahí, era su primer encuentro en más de diez años.
Alexandra se desahogo y le contó todo, Mónica se horrorizo y le ordeno que lo dejara en el acto y que se fuera a vivir con ella. Pese a todo lo sucedido antes Mónica no le iba a dar la espalda a su hermana menor sin importar lo que le dijo en el pasado, finalmente Alexandra acepto y Mónica uso sus contactos para presentar una demanda en contra de aquel sujeto para que deje en paz a su hermana y a su hijo, además la llevo a su casa donde esta ahora.
Por la ventana Alexandra observa a su hijo jugar con su primo, “quien lo diría, hace un tiempo es probable que ni siquiera hubiera dejado a Javier saludar a tu hijo, pero ahora me gustaría que se hubieran conocido mucho antes”, Alexandra se queda pensativa luego se vuelve a su hermana, “tu siempre fuiste la valiente y decidida, yo siempre fui la cobarde y al final termine tragando todas mis palabras y mi orgullo”, “no digas eso, no es así”, “¡si, si lo es, tu jamás hubieras permitido algo así, exponer a tu hijo de la forma en que yo lo hice, si no es por ti aun estaría en esa casa con ese sujeto!”.
Los primeros días fueron difíciles para Alexandra, ella siempre había tenido empleados en su casa pero aquí Mónica no tenía ninguno, ella sabe cocinar y hacer aseo, su hijo Ricardo también. Alexandra no sabe prepararse ni un huevo frito. Mónica le dijo a su hermana que cambiara de colegio a su hijo, que lo pusiera en el mismo colegio de Ricardo así él podría ayudarlo y acompañarlo. Ricardo esta en segundo medio con 15 años mientras que Javier esta en octavo básico con 13, rápidamente se hacen buenos amigos.
Como ambos tienen horarios distintos Ricardo llega primero a la casa, se encuentra con su tía la cual trata de hacer algo, aunque casi siempre mal. Ricardo no sabe si corregirla o no para no hacerla sentirse mal. “no que va, soy una inútil así que te agradeceré que me ayudes” replica Alexandra. Mónica pasa a recoger a Javier al colegio y se vienen juntos. Alexandra aprende a cocinar y a usar algo que jamás había usado antes, la aspiradora, se sorprende de lo mucho que sabe su sobrino. “Eres igual a tu madre, independiente y muy capaz” le dice su tía.
La casa de Mónica es amplia, pero igual quedan algo estrechos, así que Mónica duerme con su hijo y Alexandra con el suyo. Alexandra se admira de lo cercanos que son Mónica y Ricardo, los ve bromear, conversar como si no hubiera secretos entre ambos. Ellos se abrazan y se dan besos como si fuese algo normal aunque le resulta algo extraño, si bien Alexandra quiere profundamente a su hijo jamás andan de esa forma a besos y abrazos. En una ocasión se desconcierta al ver a Ricardo dándose un beso en la boca con su madre, pero Mónica lo toma como algo muy natural.
Una noche ambas hermanas comparten una copa, Alexandra le cuenta que quiere estudiar algo y aprender, “como tenia alguien que al principio me lo daba todo nunca me preocupe por ser algo más en la vida, salvo una perfecta tonta”, “vamos deja de recriminarte”. Mónica le aconseja que se lo tome con calma, aun no esta del todo bien y lo mejor que puede hacer es darse un tiempo. “¿Y tu oye, como lo has hecho?”, “como lo he hecho que” responde Mónica, “vamos ya sabes, tu siempre fuiste muy popular con los hombres, no te he visto con ninguno”, Mónica se ríe, “digamos que ya tengo todo lo que necesito”.
Los hijos de ambas aparecen, Javier se sienta junto a su madre y ella lo abraza, Alexandra se queda desconcertada al ver como Ricardo abraza a Mónica y pone su rostro entre los prominentes pechos de su madre, ambos se dan un beso en la boca y Ricardo se queda ahí. “Mañana es domingo, podríamos salir, ir al campo, conozco de un buen lugar donde ir”, la idea de Mónica les agrada a todos y así queda acordado.
El domingo en la mañana preparan todo para salir, Alexandra va al supermercado con Ricardo y Javier le ayuda a Mónica a preparar algo ligero para comer. Compran bebidas, pan y cosas por el estilo. Cargan todo en el auto y enfilan por la carretera, “es una hacienda, la dueña tiene un camping ahí” explica Mónica. Atrás Ricardo y Javier se entretienen conversando y jugando con un videojuego portátil mientras Alexandra y Mónica van adelante.
Es un sitio apacible, tranquilo donde casi no hay gente. Dejan el auto a la sombra de unos árboles y ocupan una mesa donde ponen las cosas. “Me voy a sacar esto que me estoy asando”, con soltura Mónica se quita su chaleco y sus pantalones, quedando solo con un peto y pantalones cortos, “mucho mejor”, varios tipos que están cerca la quedan mirando de forma bastante lasciva, “¿se les perdió algo?” les pregunta Ricardo, los sujetos se van, “¡ese es mi hombre!” dice Mónica abrazando a su hijo. En realidad no hay que culpar a esos sujetos, Mónica es muy atractiva. Alta de cabello negro corto, ojos azules y nariz respingona. Siempre se mantiene activa y a sus 32 años no ha cambiado, sigue teniendo esa figura que la hacia tan popular, con la silueta de grandes pechos bien marcada en el peto.
Los chicos salieron a recorrer y se reunieron con otros muchachos que había ahí, Alexandra y Mónica los observan jugar. Ellas comparten con otras personas y Alexandra también atrae algunas miradas. Es muy parecida a su hermana, pero de cabello castaño y más largo, comparten los mismos ojos azules y las facciones del rostro, pero Alexandra es más vergonzosa y tímida, siempre ha sido así. Es un año más joven e igual posee una figura nada despreciable.
Son casi las 5 cuando los chicos regresan, están hambrientos después de tanto jugar. Alexandra comparte con Javier y lo escucha mientras le cuenta acerca de cuantos goles anoto. Mónica y Ricardo se ponen de pie, “ven hay algo que quiero que veas” le dice, Alexandra se queda un rato con Javier y este le presenta a sus amigos, ella los saluda y a los padres de estos, hacia tiempo que no compartía con tanta gente. “Te voy a buscar un poleron, esta haciendo mucho frió” dice Alexandra que se dirige al auto, “tu mama es muy guapa, tiene tremendo cuerpo” le dice un chico a Javier, Alexandra se hace la que no escucho, “ya lo sé, es muy atractiva” responde él para sorpresa de su madre que sonríe.
Alexandra regresa al auto, pero esta cerrado con llave, en ese instante se acuerda que Mónica las tiene y va a buscarla. Le pregunta a una pareja y estos le indican por un sendero. Alexandra camina a paso firme hasta que unas voces la detienen, “pero ahora no, nos podrían ver” dice una voz entre cortada por unos suspiros, “hace días que no lo hacemos, me muero de ganas”. Al escuchar esto Alexandra cree que hay una pareja de novios por ahí, pero la voz se le hace extrañamente familiar, ella avanza unos pasos, “me encanta cuando me haces esto, sabes lamer tan bien mis pechos”. Alexandra se detiene otra vez y camina hacia un lado del sendero, detrás de unos arbustos bajo un árbol.
Con sus manos se cubre la boca, con una cara de espanto, de no creer lo que ve. Ricardo esta ahí junto a Mónica, ella tiene su peto levantado y su hijo le devora ansiosamente sus pechos, se los chupa y lame, se los masajea con ambas manos, a ella le encanta, Mónica lo goza, aun más cuando Ricardo mete una mano entre sus piernas y le frota el coño por encima de sus pantalones, “¡uy, muy bien, sigue así extrañaba esto!” dice Mónica en medio de sus gemidos. Alexandra retrocede unos pasos, no puede seguir observan, eso es incesto, es algo sucio, prohibido, piensa ella, pero los gemidos de su hermana la hacen estremecerse y vuelve a mirar.
Ambos se están besando, son besos apasionados, lujuriosos con sus lenguas cruzándose a cada momento. Ricardo le soba el culo y mete sus manos bajo los pantalones cortos de su madre. De improviso la toma por detrás y la besa en el cuello, con una mano le acaricia sus senos y la otra se la mete entre los muslos, “¡así es, frota mi coño, hazlo como te enseñe!”, los pechos de Mónica son magníficos, grandes y firmes. Alexandra no puede dejar de mirar, la forma en que Ricardo la besa, la acaricia la ponen muy caliente, siente su entrepierna arder.
De un solo jalón Ricardo le baja los pantalones, Mónica usa un diminuto calzón que él de inmediato le aparta. Ricardo se hinca frente a su madre y le empieza a devorar el coño, “¡me moría de ganas por hacerte esto de nuevo!” le dice antes de hundir su lengua en su entrepierna. Mónica se retuerce y mueve sus caderas, siente las lamidas de Ricardo en su sexo y luego los dedos de este. Alexandra lo observa como se los mete, se lo hace con fuerza y Mónica no para de gemir, discretamente Alexandra se frota su coño por encima de sus jeans, la expresión de placer en el rostro de su hermana le indica lo bien que la esta pasando con su hijo.
Ricardo esta muy ansioso, pone a su madre contra el árbol exhibiendo su culo, él saca su erecto miembro y lo apunta directamente contra su coño, a Alexandra se le hace la boca agua. De una sola acometida la penetra, Alexandra siente un escalofrió en su cuerpo cuando el miembro de Ricardo desaparece, la sujeta con fuerza de las caderas y la bombea, los pechos de Mónica se agitan mientras su hijo la folla, “¡así es, bien duro, bien fuerte!” le dice ella. Alexandra suspira débilmente, el roce de sus dedos con su entrepierna la derrite y más aun con los gemidos de Mónica en el fondo. Ricardo le toma la pierna derecha y le arremete con fuerza aun, ambos se besan mientras follan, pasan sus lenguas una sobre la otra y Mónica sigue bien empalada.
“¡Espera un poco, déjame mamártela!”, Mónica se hinca y se la empieza a chupar, le pasa su lengua por todos lados se la frota y la degusta, Alexandra no pierde detalle, sigue frotándose su coño, ella ya se ve ahí, mamando una verga, disfrutando. Ya no puede recordar la última vez que tuvo sexo y lo disfruto, las veces que tuvo sexo con su marido ella lo sintió más como una violación.
Entre sus pechos Mónica le hace una pasa, se la frota con fuerza y pasa la punta de su lengua sobre su roja cabeza, “¡mama tu si que sabes chuparla!”. Ricardo se acuesta en el suelo y Mónica se le monta encima y le empieza a cabalgar, su hijo le toma sus prominentes pechos y se los masajea, le pellizca sus pezones mientras su madre le cabalga encima. Alexandra observa la verga de Ricardo desaparecer una y otra vez, “¡mama eres fantástica!” le dice su hijo mientras se derrite con cada acometida, “¡para que quiero otro hombre si te tengo a ti!” le dice ella para luego darse un beso.
Ricardo abraza a Mónica y la pone de espaldas, él la folla con más fuerza que antes, la bombea bien duro mientras su madre lo envuelve con sus piernas. Los gemidos de los dos llenan el aire sin importarles si alguien los sorprende o no. De pronto Ricardo se queda quieto y Alexandra lo entiende, él se corrió y Mónica también. Ambos se quedan ahí un instante, abrazados intercambiando besos, él se para un momento y Mónica le hace una mamada y él se corre en su rostro y sus pechos, Mónica saborea su semen como si se tratara del elixir de la vida. Alexandra se escabulle en silencio.
“¿Mama, estas bien?” le pregunta Javier, “eh, si, no es nada solo me siento un poco cansada”, “¿y el poleron?”, “oh si, lo olvide lo que ocurre es que me puse a conversar con alguien” le responde ella algo nerviosa. Alexandra se quita su chaleco y envuelve con él a su hijo, ella queda solo con una delgada polera y su busto se hace notar, Javier la mira de reojo y Alexandra recuerda la conversación con sus amigos. De improviso le da un pequeño beso en la boca y Javier le sonríe, Alexandra no entiende bien por que lo hizo.
Mónica y Ricardo aparecieron unos minutos después. Alexandra se pone algo nerviosa y Javier le pide el poleron a su tía y ella se lo trae. Al ver la hora deciden regresar. “¿Te pasa algo?” le pregunta Mónica, “no nada, solo cansada”. Alexandra se percata de unas miradas y sonrisas cómplices entre Mónica y su hijo. ¿Desde cuando lo hacen?, ¿Cómo es posible algo así? Se pregunta ella, pero ni en broma se atreve a hacer algún comentario, solo sabe que se excito mucho y que para Mónica y Ricardo es algo normal.
De regreso en la casa Mónica le dice a su hijo que se de un baño, Javier sigue después y en la cocina preparan la once. Alexandra esta especialmente silente, no hace ningún comentario y habla poco. Mónica no le insiste en preguntarle que le ocurre.
Cerca de las 10 Mónica y Ricardo se fueron a dormir, Alexandra solo se pregunta lo que debe ocurrir en ese dormitorio, ella misma se va a dar una ducha y apenas cierra los ojos por un instante su cabeza se llena de imágenes de Mónica follando con su hijo, haciéndola una mamada, besándose y metiéndose mano, Alexandra se excita otra vez, pero recuerda las palabras de su hijo, que la encuentra una mujer muy atractiva.
Alexandra entra en la habitación, Javier se voltea para un lado en la cama. Alexandra se desnuda y se pone su ropa de dormir, pero en lugar de su camisa habitual se pone solo una polera de tirantes bien corta y calzón y se acuesta junto a su hijo. No sabe si es lo correcto o no.
Discretamente se le acerca, Javier se voltea hacia ella y ve sus pechos a través del escote de la polera, se sonroja. “Te escuche hablar con tus amigos” le dice Alexandra que tiene una extraña mirada en sus ojos, “así que me encuentras atractiva”. Javier baja la mirada, avergonzado. “No hay de que avergonzarse, me siento alagada que me consideres atractiva”. Alexandra se le acerca un poco poniéndole sus pechos cerca del rostro, ella juega con le cabello de su hijo. “Sabes una cosa” y Javier levanta la mirada, “me gusto mucho que me encuentres atractiva”, “¿en serio?”, “en serio, a veces una mujer necesita que le digan que es bonita para sentirse mejor”.
Ambos quedan cara a cara, Alexandra apoya el rostro de Javier en sus senos y siente su respiración sobre los mismos, ella esta muy caliente, por un lado siente remordimiento, pero por el otro tras ver a su hermana, quiere probar que se siente. Alexandra se asusta un poco cuando Javier pone una mano sobre sus pechos, “se sienten, esponjosos” le dice. Alexandra deja escapar un leve suspiro ante esta caricia, nunca espero que Javier pudiera hacer algo así. “Puedes tocarlos más si quieres”.
Durante unos instantes Alexandra se quedo ahí, inmóvil mientras su hijo le toma sus pechos, “son grandes” agrega él después, “sigue, no te detengas” le pide ella. Las caricias de Javier son algo torpes, pero a su madre no le importa, ella lo esta disfrutando. “Súbeme la polera, para que los puedas tocar y ver mejor”, Alexandra se acuesta de espaldas y tímidamente Javier le sube la polera, su madre lo mira fijamente y nota la excitación en sus ojos. Alexandra gime profundamente cuando Javier le toma sus pechos, sus pezones se vuelven duros y erectos a medida que él se los acaricia.
“Cuando eras un bebe, te alimentaba con mis pechos, chupalos como si fueras un bebe”, sin estar muy seguro Javier le obedece, Alexandra gime profundamente cuando los labios de su hijo envuelven sus pezones, siente la succión sobre los mismos, ella se retuerce en la cama y Javier se da cuenta de lo excitada que esta. Al cabo de un rato no solo se los chupa, también se los lame y le acaricia sus pechos con más intensidad. Alexandra se ve agobiada por toda clase de sensaciones, es increíble que su hijo le haga esto, pero ella lo busco y le gusta.
Alexandra tomo el rostro de su hijo y le dio un beso, uno ardiente y apasionado, “no sabes que ganas tenia de hacerte esto” le confiesa Javier, ella no sabe que decirle hasta que él se le va encima y la besa otra vez. Lleno de ansias le toma los pechos y se los estruja a lamidas y chupeteos, Alexandra separa las piernas y siente el roce del vientre de Javier con su coño que ya esta muy ardiente y mojado.
“Mete tu mano aquí”, le dice su madre que guía una mano de Javier hasta su entrepierna y la desliza bajo su calzón, “frótame, con fuerza”. Y Javier lo hace, restriega su mano por encima del coño de su madre, se siente extraño acariciar su pubis y su vello, le chupa sus senos y la manosea sin detenerse, a ella le encanta, “espera, hagamos algo más”.
Alexandra se desnuda por completo y su hijo hace lo mismo, ella se pone en cuatro sobre la cama exhibiendo y sexo y su trasero, con sus dedos separa los labios de su vagina, “ahora dame sexo oral aquí”. Como dudando un poco Javier lo hace, acerca su rostro y pasa su lengua sobre el coño de su madre, un escalofrío recorre el cuerpo de Alexandra y un gemido se escapa de sus labios. Javier va tomando confianza y sigue adelante, mueve su lengua con vigor y saborea el sexo de su madre, le toma las nalgas y ella aprieta sus puños por el placer que siente, su esposo nunca le hizo sexo oral de esta manera, nunca la acaricio con la delicadeza y el amor con que su hijo se lo hace ahora.
“Mastúrbame, hazme una paja con tus dedos” le suplica Alexandra muy excitada, Javier esta más que feliz de satisfacer a su madre. Despacio presiona sus dedos en su coño, estos lentamente comienzan a desaparecer en su sexo hasta que se pierden por completo, lentamente hace un movimiento de mete y saca que estremece por completo a su madre cuyos gemidos ya son incontrolables, “¡más rápido, más rápido!” le implora ella. Javier así lo hace, arremete con más fuerza y pronto Alexandra siente hasta tres dedos bien metidos en su coño, él se apoya sobre sus nalgas y la masturba con todo, “¡te gusta mama, te gusta que te lo haga así!” le dice, pero solo gemidos obtiene como respuesta, Alexandra no puede hablar por la excitación.
Ella se corre, fue increíble, se corre gracias a su hijo, la masturbo de tal forma que no pudo evitarlo, pero esto aun no termina. “Ahora deja que tu madre te haga algo especial”, Alexandra recuesta a Javier en la cama, lo besa y roza sus grandes pechos contra su cuerpo, él se sobresalta cuando su madre le toma su miembro, el cual esta totalmente erecto. “Solo relájate” le dice a su hijo y le empieza a hacer una paja, se la frota con sus manos y con sus pechos, donde la verga de Javier parece perderse, poco a poco se va relajando como le dijo su madre y disfruta de este momento.
Alexandra le hace una paja con sus pechos, su suave piel lo envuelve por completo y después se la empieza a mamar, Javier casi no se puede controlar, se sienta en la cama sobresaltado al sentir la calida boca de su madre cubriendo su verga. Hacia tiempo que Alexandra no disfrutaba tanto el hacer una mamada. Ella juguetea con aquel miembro, se lo chupa, lo lame, lo saborea, lo cubre con sus labios o con sus pechos, le pasa su lengua a todo lo largo casi sin respirar por momentos, Javier ya no da más ante semejante caricia pero ella le insiste en que no se corra, aun.
Hacen una pausa de unos instantes, Alexandra se besa con su hijo y deja que este la acaricie, “ahora vas a penetrar a una mujer por primera vez”. Alexandra se monta sobre él y Javier suspira cuando su miembro se va metiendo en el sexo de su madre, “follame, con ganas” dice Alexandra que le cabalga a su hijo. Javier le lame los pechos y le toma el culo, sus pechos se mueven mientras ella se lo monta, la cama cruje ante esas acometidas. Alexandra se lo goza todo, desvirgando a su hijo y él ciertamente disfruta follandose a su madre.
Alexandra le da con todo a su hijo, lo goza, lo disfruta, su hijo hace lo posible por complacerla pero se le hace difícil, Alexandra muestra una faceta que él no le conocía. “Te lo quiero dar por detrás” le dice Javier a su madre, ella le da un beso y le concede su deseo poniéndose en cuatro sobre la cama. Javier guía su miembro hasta el coño y la penetra con facilidad, la sujeta de sus caderas y la bombea con toda la fuerza que le queda. Alexandra se carga contra él y siente su miembro bien adentro de su coño, “¡así es hijo, duro, duro!” exclama ella. Javier la folla incansablemente, lo esta disfrutando como loco, jamás pensó en cogerse a su madre de esta forma.
Javier le da un par de fuertes acometidas y se queda quieto, Alexandra siente a su hijo correrse dentro, el orgasmo de ambos es inmenso. Javier queda exhausto, su primera vez fue muy intensa y su madre es muy fogosa. Alexandra lo abraza y ambos se duermen juntos.
En la habitación del fondo del pasillo Mónica entra en silencio, su hijo esta desnudo en la cama a medio dormirse. Ella se quita su bata y se mete a la cama desnuda también, “¿pasa algo?”, le pregunta Ricardo, “nada, todo esta bien” responde con una sonrisa. “Ven acá, follame” le pide Mónica a su hijo, “pero, ¿y si nos escuchan?”, “créeme, eso no será un problema ahora” responde Mónica con una sonrisa. Ricardo se pone sobre su madre y ambos comienzan a besarse y acariciarse, otra vez.
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