EXPEDIENTES X:
EL REGRESO DE LAS ZAPATILLAS ROJAS
Un consejo: es conveniente, aunque no forzoso leer Cazate
soros: Sydney y las zapatillas rojas
, antes de leer esta historia.
Por Sigma
El día casi finalizaba para la agente Dana Scully, se acercaba el comienzo de un maravilloso fin de semana para descansar lejos del FBI y de su complicado compañero Mulder, faltaba una última tarea y podría marcharse a casa. Tenía que dejar en la sección de evidencias un par de cajas con pruebas de los últimos casos en los que se encontraba trabajando.
En el sótano pasó por el guardia uniformado, la puerta de rejas y dejó su bolsa de mano en el escritorio junto con sus dos cajas con el número de expediente escrito en el costado.
-¡Dios, ya quiero que acabe el día, estoy muerta! –Pensó la agente mientras se apartaba un mechón de cabello rubio de la frente- Bueno ya casi termino.
Tomo una de las cajas y se la llevó a uno de los estantes de la parte de atrás, era otro de los casos raros en los que Mulder siempre trabajaba, un supuesto secuestro alienígena y una familia desaparecida, pero como siempre nada concluyente. Sin embargo sonrió al pensar en la pequeña victoria que se anotaron días atrás cuando cerraron otro caso: una famosa profesora universitaria que llevaba casi un año desaparecida sin rastro fue encontrada finalmente en una pequeña casa en el bosque gracias a una llamada anónima.
-Y Mulder pensaba como siempre en lo más raro y complicado, una conspiración… jejeje –recordó Scully- pero esta vez se equivocó.
La profesora de antropología e historia había sido secuestrada por un esquizofrénico y mantenida prisionera todo ese tiempo, cuando la policía local y el FBI llegaron al lugar el sospechoso se había suicidado, probablemente los había escuchado acercarse. La secuestrada estaba asustada pero aparte de eso se encontraba muy bien y de vuelta en su casa.
No había gran cosa en la caja de ese caso, solamente algunas prendas del secuestrador, un par de cadenas y cuerdas con las que ataba a la mujer, un viejo reloj de pulsera y unas zapatillas de ballet rojas con las que al parecer estaba obsesionado. Pero no volvió a pensar en ello.
Desde la reja el guardia no perdía de vista a Scully, que se encontraba buscando el sitio exacto para colocar la primera caja de evidencias, llevaba un traje formal de agente femenino del FBI: una blusa blanca de manga larga, un saco, una falda hasta las rodillas y zapatillas de tacón bajo, pero eso no impedía que sus nalgas se marcaran ligeramente cuando se inclinaba un poco en los estantes, ni que los muslos y pantorrillas de sus torneadas piernas se tensaran suavemente con cada paso que daba.
-¡Mierda, que suerte tiene ese bicho raro de Mulder, su compañera está para comérsela completita, lo que daría por ver lo que hay bajo ese feo traje! –Pensó el guardia con envidia.
Justo es ese momento, en la segunda caja con evidencias del secuestro algo ocurría, el viejo reloj de pulsera empezó a sonar con una suave melodía de flauta a muy bajo volumen, el guardia tras la puerta de reja no pudo escucharlo, ni la agente que estaba colocando la otra caja al fondo del cuarto, pero algo comenzó a moverse.
Las cintas de las zapatillas comenzaron a tensarse, poco a poco, hasta que finalmente comenzaron a sacudirse, como si fueran delicados zarcillos o tentáculos, primero despacio pero cada vez con más rapidez junto con la música de ritmo cada vez más acelerado. Finalmente las zapatillas salieron de la bolsa de evidencias y comenzaron a moverse por si mismas dentro de la caja gracias a las cintas actuando como las extremidades, de algún raro animal.
Paulatinamente el extraño calzado comenzó a arrastrarse fuera de la caja, levantando muy ligeramente la tapa en la orilla más alejada del guardia, que estaba demasiado concentrado en las piernas de Scully para notar el movimiento. Y de repente, justo con el final de la melodía, las zapatillas se lanzaron hacia afuera en un veloz movimiento como de cobra, introduciéndose en la bolsa de mano de la agente del FBI.
Un minuto después la agente llegó al escritorio, recogió la segunda caja y la colocó en su lugar en otro estante una fila más atrás, finalmente regresó a la reja, tomó su bolso y se marchó hacía el ascensor, el guardia volvió a mirarla mientras se alejaba.
Poco tiempo después se encontraba en su auto camino a casa, tras sufrir por un breve embotellamiento de transito llegó finalmente a su hogar, una pequeña casa en los suburbios, luego de estacionarse y dirigirse a la puerta se encontró con una gran sorpresa cuando trató de sacar las llaves.
-¡Que demonios! –pensó mientras sacaba del bolso las zapatillas de ballet rojas del caso de la profesora secuestrada- Pero si acabo de dejar esto en la caja de evidencias. ¿Que hace en mi bolso?
Sostuvo las zapatillas por las cintas y las observó brevemente, con la duda reflejada en el rostro –Mmmm… quizás estaba distraída y las guardé en mi bolso en lugar de la caja –pensó- aunque podría jurar que…
Sacudió la cabeza y tras abrir la puerta entro a su casa, molesta al pensar que tendría que ir al día siguiente al FBI a poner esta evidencia en su lugar, en sábado, arruinando su fin de semana.
-¡Dios que papeleo me espera por esta estupidez! Perderé todo el día –se quejó con amargura, resignada las dejó sobre el tocador y decidió darse una ducha en un esfuerzo por olvidar su error y relajarse un rato. Todavía molesta se quitó el saco, la funda y su arma 9 mm y la blusa, dejó que la falda se deslizara por sus piernas y se sacó las zapatillas de tacón bajo, finalmente se desabrochó su bra deportivo y se bajó sus cómodas pantaletas de algodón.
Las zapatillas de ballet parecieron vibrar levemente mientras la agente se introducía al baño con su bata, pero cuando la puerta se cerró la ondulación se incremento hasta hacerse visible. Pero no había nadie que pudiera notarlo.
Scully se dio un cálido baño, breve pero relajante, para poder así dormir bien antes de tener que volver a las oficinas a devolver la evidencia, al salir rodeada de vapor y con su bata puesta, la vibración de las zapatillas se detuvo instantáneamente.
La agente se peinó su rubia cabellera rápidamente, luego tomo una cena ligera que ya tenía lista en su refrigerador y tras lavarse los dientes se puso su ropa de dormir: una camiseta de tirantes y un corto pero cómodo pantaloncillo, finalmente se introdujo entre las cobijas de su cama y se puso a leer un nuevo manual forense que quería revisar.
Una hora después el sueño la venció, apagó la luz y se recostó de lado para finalmente poder descansar, minutos más tarde estaba dormida. Las zapatillas comenzaron a vibrar de nuevo, suavemente, casi como si respiraran.
Ya de madrugada una camioneta negra apareció en la distancia, no tenía marcas y prácticamente en silencio se estacionó frente a la casa de Scully, el hombre que manejaba llevaba un pasamontañas puesto, oprimió un botón en su computadora portátil en el asiento del copiloto y esta emitió un leve zumbido, se trataba de una melodía de El lago de los Cisnes, pero en un tono demasiado alto para poder ser escuchado por el oído humano, la única prueba de que estaba sonando fue un perro ladrando en la distancia. El conductor dirigió su vista a la casa.
En la habitación de la agente inmediatamente hubo una reacción, como por encanto las zapatillas rojas se levantaron sobre sus puntas, totalmente verticales, sostenidas por las cintas, segundos después se deslizaron en silencio por la orilla del tocador y se posaron en el piso, de inmediato se acercaron a la cama.
En el exterior el hombre de la camioneta esperaba impaciente mirando hacia la casa.
Usando las cintas como tentáculos las zapatillas escalaron por los pies de la cama hasta que llegaron arriba y allí se detuvieron un minuto, como esperando. Scully dormía plácidamente, sus labios ligeramente entreabiertos, respirando suavemente. Las cintas rojas sujetaron las cobijas y comenzaron a jalarlas muy despacio hacía un lado, descubriendo poco a poco las piernas de la dormida agente, de repente la rubia se giró en su cama hasta quedar boca arriba y las zapatillas se dejaron caer inertes sobre la cobija.
Minutos después su respiración volvió a tranquilizarse y las zapatillas de nuevo se levantaron, pero ahora su piernas estaban descubiertas desde las rodillas a los pies, y el extraño calzado pareció vibrar ante esta imagen unos segundos, luego se acercaron lentamente a sus pies, se alinearon delante de ellos y las cintas comenzaron a extenderse por la cama y al llegar a los dedos comenzaron a rodearlos muy despacio, recorriendo las plantas del pie, los empeines, los tobillos, y empezaron a subir por su blancas pantorrillas cruzándose y entrecruzándose, con tanta suavidad que Scully ni siquiera se movió, solamente las sentía como ligeras caricias sobre sus piernas, en pleno sueño la mujer sonrió suavemente al sentir la tersa seda deslizarse sobre su piel, pero no despertó.
Finalmente las cintas llegaron justo debajo de sus rodillas y allí comenzaron a enrollarse y encogerse, jalando las zapatillas hacia arriba en dirección a los bien cuidados pies de la mujer, estos fueron entrando poco en el suave calzado, al llegar finalmente al talón, las cintas dieron un último tirón e hicieron que quedaran bien colocadas, tras lo cual los rojos tentáculos de seda se ajustaron y finalmente se ataron en un pequeño moño al frente de sus piernas y debajo de las rodillas. Sin duda, ahora las piernas de la agente parecían las de una bailarina de ballet.
Las zapatillas rojas comenzaron a vibrar suavemente, y en pocos segundos los pies de la bella mujer parecieron tensarse, después los tobillos y luego las pantorrillas forzando los pies a ponerse de puntas, las piernas completas se pusieron rígidas, después una sola se levantó en ángulo de cuarenta y cinco grados, luego comenzó a bajar y empezó a subir la otra, repitiéndose cada vez más rápido como si la rubia estuviera nadando de espaldas, de improviso se detuvieron y la torneada pierna izquierda se cruzo sensualmente sobre la derecha, luego al contrario y después ambas se extendieron verticalmente en toda su exquisita gloria, se abrieron en V y bajaron hasta posarse en la cama. Parecía como si las zapatillas estuvieran familiarizándose con controlar el cuerpo de su usuaria.
Scully seguía plácidamente dormida sin notar el involuntario ejercicio de sus extremidades, su rostro estaba de lado sobre la cama, cerca de su mano derecha que reposaba con la palma hacia arriba, únicamente su respiración parecía ligeramente acelerada.
De pronto sus rodillas se flexionaron en un ángulo de noventa grados, luego sus nalgas se levantaron un poco de la cama, con lo cual, aunque Scully estaba recostada, tanto sus pantorrillas como sus pies en punta estaban totalmente verticales sobre la cama.
Moviéndose rítmicamente, sus pies comenzaron a dar delicados pasitos en su lugar, cada vez más rápido, hasta que se bajaron de la cama de un suave salto, seguidos por sus piernas, sus caderas y su torso, se puso en pie todavía de puntas y comenzó a moverse como una consumada bailarina.
Ahora sus manos también seguían el ritmo moviéndose elegantemente junto con su cuerpo, solamente su cabeza permanecía desmayada sobre el hombro y sus ojos cerrados. Dando pasitos y saltitos la agente salió de la habitación.
Afuera, el hombre de la camioneta esperaba pensando si la señal ultrasónica habría fallado cuando la puerta frontal de la casa se abrió de par en par y una deliciosa rubia salió bailando de puntas mientras se acercaba a la camioneta, el conductor oprimió un botón y las puertas traseras se abrieron, Scully salto al interior y se cerraron. El hombre sonrió de oreja a oreja, encendió el motor y se alejó por la calle.
Dana Scully estaba soñando, y era maravilloso, se encontraba en una playa vestida sólo con un diminuto bikini rojo, entró al mar hasta que le cubrió la cintura y disfrutó del calor del sol y lo refrescante del agua.
-Mmm… si, esto me hacía falta –pensó mientras cerraba los ojos y se dejaba llevar por las sensaciones. El calor estaba aumentando, pero en lugar de ser molesto era cada vez más agradable, el movimiento del mar a su alrededor se hacia más intenso pero también le gustaba.
-Ah, eso está bien –susurró mientras inclinaba su cabeza.
El calor ya era tremendo y el movimiento del mar se volvió un remolino que la arrastraba y la hacía girar sin control, su traje de baño había desaparecido, pero no le importaba, sólo quería seguir disfrutando.
Dentro de la camioneta, la agente giraba vertiginosamente mientras bailaba, su piel estaba sonrojada por la excitación, sus dedos estaban acariciando su clítoris frenéticamente mientras se humedecía los labios con la lengua inconscientemente, su cabello húmedo se agitaba de un lado a otro y su cuerpo brillaba por el sudor, en el momento que soñaba que se hundía en el agua, tuvo un poderoso orgasmo tras lo cual de nuevo perdió la conciencia.
Cuando Scully despertó se sentía increíblemente relajada aunque algo cansada, pero de inmediato se incorporó cuando se dio cuenta que algo andaba mal: el color del cuarto, la orientación del sol, la sensación del colchón ¡esta no era su casa! Se levantó de la enorme cama de sabanas de seda y corrió hacia una ventana, desde allí no se veían mas que verdes campos. Ya no estaba en la ciudad.
Se encontraba en una enorme habitación decorada de forma elegante, con cortinas y alfombras color gris, los muebles de madera obscura, una enorme cama rodeada de cortinajes de satén, y una gran puerta de doble hoja.
-¿Pero donde diablos estoy y como llegué aquí? –pensó preocupada, sintió un poco de frio así que miro hacía abajo y entonces la preocupación se convirtió en temor. Llevaba puesto un juego de lencería azul cielo compuesto por un pequeño brassier sin tirantes y unas pantaletas que solamente eran una cinta ancha alrededor de las caderas, un triángulo en el frente y un delicado listón que pasaba entre sus rosadas nalgas. Todo el conjunto estaba formado únicamente por delicados e intrincados encajes. Y en los pies calzaba las zapatillas rojas que el día anterior llevaba en el bolso, atadas alrededor de sus pantorrillas con un excesivamente femenino moño rojo justo debajo de las rodillas.
-De nuevo las zapatillas de ayer ¿Pero que significan? ¿Qué tienen que ver con todo esto? –susurró para si misma- bueno no importa por ahora, debo salir de aquí.
Busco por toda la habitación algo de ropa con que cubrirse, pero no encontró nada, únicamente podía llevarse las sabanas de la cama, pero decidió que hacerlo solamente la retrasaría.
-Al menos no me veo mal – pensó algo avergonzada mientras se acercaba sigilosa a la puerta del cuarto- que bueno que acostumbro hacer ejercicio.
La puerta se entreabrió fácilmente, pero afuera no había nadie, se extendía un pasillo a media luz, con muchos espejos del suelo al techo en los muros y un par de bocinas en las esquinas, al fondo otra puerta era lo único que se destacaba.
Scully dio un par de pasos tentativos por el pasillo, sin aviso las bocinas empezaron a emitir una rápida melodía y todo se volvió un torbellino para la agente. Sus piernas se tensaron sin control, se paro de puntas y comenzó a bailar en el pasillo, dando pasitos, saltos, inclinándose en una sola pierna.
-¿Qué está pasando? –gritó Scully desesperada mientras daba un vertiginoso giro sobre sus pies- Si yo nunca he bailado ballet… ¡Las zapatillas, tiene que ser eso!
En ese momento algo más comenzó a ocurrir, una especie de onda de calor comenzó a extenderse desde sus pies a su entrepierna, suave y cálido al principio pero cada vez más insistente y turbador.
-¡Aaahh que es esto! ¡Basta! –la agente trató de concentrarse en buscar una salida de la situación, y logró levantar los brazos frente a ella, aunque con cierto esfuerzo- ¡Mis manos! Aun puedo controlarlas. Debo actuar rápido, cada vez es más difícil.
La agente se preparó mentalmente. Justo en el instante que se inclinaba durante un paso de ballet, su torso en ángulo hacia el piso y su pierna izquierda extendida tras ella hacia el techo, lanzó ambas manos hacia el moño de la zapatilla en su pierna derecha y jalo con todas su fuerzas.
No fue fácil, al parecer las cintas estaban reforzadas con alambre en su interior, sin embargo no se rindió y justo cuando se levantaba logró zafarlas, instantes después esa pierna se levantó frente a ella sin control y de un tirón se quitó la zapatilla. De inmediato recuperó el control y la calma, fue como si al fin hubiera podido rascarse una terrible comezón.
-Ufff, al fin, me siento liberada –pensó mientras se quitaba rápidamente la otra zapatilla- Bueno, ahora tengo que salir de aquí.
Dio un par de pasos descalza cuando de pronto escuchó un sonido detrás, al darse vuelta vio que las zapatillas estaban paradas de punta de nuevo ¡Por si mismas! Ayudadas por sus cintas comenzaron a moverse hacia Scully en forma amenazadora. Un temor primitivo e instintivo hacía lo sobrenatural se apoderó de ella a pesar de toda su fría y lógica forma de pensar.
-¡Esto es una locura, tengo que escapar de aquí- susurró antes de echar a correr hacía la puerta al fondo. Afortunadamente no estaba cerrada. Tan pronto como entró cerro la puerta tras ella con lo que parecía un seguro electrónico. Pero de inmediato comenzó a escuchar ruidos tras la puerta, lo cual la aterrorizó.
Se dio vuelta buscando una salida, estaba en una habitación con suaves alfombras y cortinas color vino, una gran cama de bordes redondos, varios televisores y bocinas en la pared y un gran escritorio con algunos componentes electrónicos, al fondo de la habitación, en una vitrina iluminada, había un par de sandalias rojas de piel que parecían muy antiguas, pero bien conservadas y junto había una enorme puerta de madera obscura.
-¡Esa tiene que ser una salida! –corrió hacia la puerta, parecía muy gruesa y los ojos de Scully se abrieron de par en par ante las extrañas formas frente a ella.
Una extraña figura como de un demonio estaba grabada en la puerta, sus garras sobresalían tridimensionalmente frente a la figura como si sostuvieran las manijas de la puerta o dirigieran la atención hacia estas. Las garras de sus pies también sobresalían mostrando las palmas casi a la altura del piso como a punto de atacar.
Pero un ruido en la puerta asustó a la agente y no quiso perder más tiempo observando la extraña puerta, eso sería un error fatal. De una zancada trato de abrir la puerta girando la manija, pero no se abrió, así que decidió utilizar ambas manos en las manijas apoyando los pies cerca de la puerta.
En el instante en que lo hizo las enormes garras de la gárgola se cerraron con un sonido mecánico sobre sus muñecas y antebrazos, y abajo sobre sus tobillos y pantorrillas.
-¡Nooo! ¿Pero que locura es esta? –se retorció con todas sus fuerzas para zafarse pero cada vez que lo hacía las garras articuladas se ajustaban cada vez más a sus muñecas y antebrazos, hasta que ya no pudo moverlas en absoluto.
-Bienvenida agente Scully, es un placer tenerla como huésped –sonó una voz en las bocinas- veo que ya conoció a mi guardián de la puerta.
La agente giró la cabeza hasta donde pudo, pero no había nadie a la vista, sin embargo pudo ver en el rincón detrás de ella una cámara de seguridad, la estaban observando.
-¿Quién es usted? ¿Qué pretende? –gritó tratando de ganar tiempo mientras volvía a intentar liberarse- no se como está haciendo todo esto pero se arrepentirá.
-Mi nombre no importa por ahora, pero puede llamarme X, como los archivos del FBI donde trabaja.
-¿Cómo sabe eso? –Scully se sentía cada vez más asustada- ¿Cómo sabe mi nombre?
-Oh, sé mucho más que eso agente Scully, déjeme ver: Dana Katherine Scully, nacida el 23 de febrero de 1964, su padre esWilliam Scully, su madre se llama Margaret, tiene tres hermanos: Melissa, William Jr. y Charles.
Estudió ciencias en Berkeley y después asistió a la Universidad de Maryland para ser médico. Pero decidió que no quería dedicarse a esa labor y tras semanas de preparación en Quantico, se convirtió en agente del FBI.
Su número de identificación es 2317-616 y su dirección es 3170 W. 53 Rd. Nº 35 Annapolis, Maryland. Su arma es una Smith & Wesson 1056, 9 mm. El número de teléfono de su casa es 555-6431, y el número de su celular es 555-3564… pero mejor sigamos con temas más interesantes que un aburrido expediente.
-Muy bien, ahora si estoy asustada –pensó la agente ya muy preocupada- este tipo no es un improvisado, pero no puedo dejar que se de cuenta, debo mantener la calma y obtener toda la información que pueda.
-Vaya, veo que hizo su tarea –dijo después de un momento- pero no entiendo que quiere de mi, no soy de familia adinerada, ni tengo acceso a nada tan valioso ¿Para que tomarse tantas molestias por mi?
-Bueno, debo decir que casi me arruina todo el plan hace unos minutos, le di una buena dosis de sedantes, no debería haber despertado hasta dentro de unas tres horas, de hecho no estoy en casa, por fortuna cuando salió de su cuarto activó una alarma en mi vehículo y voy de regreso, tendría que haberla dejado atada cuando salí para poder controlarla con seguridad con las zapatillas, pero debía recoger una visita y me confié.
-¿Qué son esas zapatillas? ¿De donde las sacó?
-Ah, buena pregunta, digamos que son un tesoro antiguo que “conseguí”, están hechizadas por una magia que ya era antigua en la época del apogeo de Babilonia, por eso siguen en buen estado, la mayoría piensa que son del siglo XIII o XIV, pero eso se debe a que por su hechizo se deterioran lentamente. Pero lo verdaderamente interesante es que cuando las usa una mujer se ve obligada a bailar siguiendo el ritmo y conocimientos de su usuaria.
-¿Para eso me quiere? ¿Para bailar? –gritó Scully asustada mientras trataba de aflojar sus brazos, se tensaba al máximo y sin saberlo daba un espectáculo relajando y tensando sus piernas y nalgas alternativamente.
-Bueno eso sin duda es un placer, pero hay algo más importante, mientras la mujer está bajo el hechizo de las zapatillas se excita paulatinamente, aunque no quiera, y se le pueden alterar su mente y comportamiento a voluntad, por eso la necesito agente, pienso expandir mis operaciones y necesito a alguien dentro del FBI para que me mantenga al tanto de las investigaciones y me avise si estoy siendo investigado.
-No, se equivoca, no lo hare, no seré su espía, no traicionaré a nadie, no…
-Bueno, en realidad no tendrá opción agente, lo hará por que se lo ordenaré y además lo disfrutará. Las zapatillas presentan otras interesante y útiles propiedades que con el tiempo he aprendido a controlar. Mire la puerta del cuarto.
Aterrada, Scully vio como la puerta a su izquierda zumbaba y se abría poco a poco, sin duda a control remoto, en el umbral se encontraban las zapatillas rojas, levantadas sobre sus puntas ayudadas por sus cintas.
-Pero esas no son zapatillas antiguas, son modernas –grito la agente desesperada.
-Cierto, las originales están en la vitrina junto a usted, pero olvidé mencionar un detalle, no he podido duplicar la magia de las zapatillas pero descubrí que basta una fragmento de ellas conectado a un calzado común para que este también quede hechizado, en este momento ya tengo una docena de zapatillas a mi disposición. Pero estas están hambrientas por usted agente, desean controlarla y ayudarme a romper su voluntad y hacerla mi esclava y espía.
-¡No lo haré! –La rubia forcejeó aterrada contra los grilletes en sus antebrazos, pero era inútil. También intentó con sus piernas aprovechando que no estaban tan ajustadas, pero el talón no pasaba por el grillete.
Una melodía de violín comenzó a sonar en las bocinas a un ritmo lento, las zapatillas comenzaron a acercarse a Scully, al ver esto plantó todo su peso en sus pies para que no pudieran colocarse.
En efecto las zapatillas trataron de hacerlo usando las cintas como tentáculos para subir por sus tobillos pero no podían ponerse en sus delicados pies mientras no los despegara del piso.
-Bien, eso me dará un poco más de tiempo para buscar una salida –pensó algo aliviada.
-Buen truco agente, pero ya me anticipé a eso…
-¿Que…? –empezó a decir la agente, cuando sintió como las garras que sujetaban sus tobillos comenzaban a subir por un mecanismo de rieles en la puerta, levantando poco a poco sus pies del suelo, obligándola a doblar sus rodillas lentamente.
-Nos vemos en un rato agente Scully, ya quiero implantarle sus primeras modificaciones de comportamiento.
-¡Basta, no haga esto, deténgase! –gritó furiosa y asustada mientras se despegaban del piso sus talones, luego sus plantas y finalmente las puntas de sus pies, mientras las zapatillas esperaban a un lado agitando las cintas de una manera que parecían casi ansiosas.
En cuanto los dedos de sus pies se separaron un centímetro del piso las zapatillas se lanzaron, como si fueran una bestia hambrienta, sobre las puntas de sus pies, las cintas subieron casi como manos por sus tobillos, cruzándose y entrecruzándose a una velocidad pasmosa a pesar del poco espacio entre la piel y el grillete, colocándose perfectamente en sus pies y finalmente atándose con moños al frente de sus piernas.
-¡Noooooo! –gritó Scully cuando empezó a sentir una ondulación subir por sus piernas, como una fiebre que inició de nuevo la terrible comezón en su cuerpo, una que no se podía rascar, sus pies comenzaron a ponerse de puntas nuevamente, y sus piernas se tensaron, de improviso las garras de sus piernas se abrieron dejándola caer libre al piso, pero las otras se soltaron completas de la puerta, así que aunque sus piernas estaban libres, sus muñecas y antebrazos seguían atrapados y forzados a estar juntos por las manos articuladas de metal.
En ese momento la melodía en las bocinas, Czardas de Monti, empezó su etapa de ritmo más rápido y frenético arrastrando a Scully a un caos de movimientos y sensaciones al bailar en sus zapatillas rojas de ballet.
Una hora después un hombre entró por la puerta de la gárgola, llevaba puesta una camiseta de manga corta ajustada, unos pantalones verdes, botas negras militares y un pasamontañas negro. Entró con cautela, con un taser en la mano, pero lo guardó y sonrió en cuanto llegó a la puerta del pasillo, la rubia estaba bailando lentamente de puntas, su cabello desarreglado, su cuerpo brillante por el sudor, sus manos aun unidas por la garra como en súplica, tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta, la cabeza inclinada de lado, obviamente agotada.
-Mmm que placer verla así Scully, se ve simplemente tan bella, tan indefensa, jejeje…
La agente entreabrió los ojos, parecía realmente debilitada, X se aproximó y ella trató de apartarse de él aun mientras bailaba, pero la detuvo de la cintura, la abrazó por la espalda y comenzó a besarla en el cuello y hombro, mientras se movía a ritmo con ella.
-Me alegra encontrarla en estas circunstancias.
-No… déjeme… no me toque… -susurró Scully, apartando el rostro de X.
-Oh, ¿está cansada agente, quiere agua? La ayudaré si lo desea.
-Si, agua por favor, un poco de agua –respondió cerrando los ojos de nuevo.
Minutos después el enmascarado regresaba con una alta copa de cristal llena agua, parecía fría, unas gotas se acumulaban a los lados por la condensación.
-Bien agente, antes de que beba el agua, empezaremos a divertirnos un poco ¿sabe? Usted será un reto, normalmente me toma semanas o meses dominar por completo a una mujer, pero si la detengo tanto tiempo será sospechoso e incluso peligroso, así que tendré que hacerlo por etapas, cambiándola un poco cada vez y haciéndola venir de nuevo cada fin de semana.
-¿De que habla? No funcionará, lo delataré en cuanto salga de aquí.
-Si, me lo imaginé, pero recuerde que puedo alterar su mente mientras está bajo el poder de las zapatillas, así que dedicaré tiempo a cambiar sus recuerdos del fin de semana y algo más. Tome.
X inclinó la copa en los rojos labios de Scully y ella bebió ávidamente, pero apenas le dio un trago cuando apartó la copa de sus labios.
-No… por favor, más…
-Bien pero antes hablemos de sus zapatillas ¿no le gustan? A mi siempre me fascinaron las piernas de las bailarinas clásicas, usted podría serlo mire en el espejo como se mueven…
Sin poder evitarlo la agente miró el espejo, sus piernas se veían en efecto muy fuertes pero a la vez femeninas y torneadas, más en la postura de pointe y sobre todo debido a las zapatillas rojas, que lucían tan elegantes y estilizadas, tan…
-…sexys ¿verdad agente? –le susurraba X a Scully en el oído, ella miraba fijamente el espejo con los ojos entrecerrados, pero sin dejar de bailar- le gustan, de hecho le encantan las zapatillas de ballet, en todo momento piensa en ellas, las necesita para sentirse completa.
X le desabrochó el brassier y lo arrojó a un lado mientras la seguía en su lento baile, comenzó a acariciar sus pezones en círculos suavemente, ella trató de impedirlo apretando sus brazos atados hacia su busto pero estaba demasiado débil, mientras su captor le besaba los hombros y los omoplatos y le seguía susurrando al oído, lenta pero constantemente alterando sus recuerdos de ese fin de semana y sus ideas sobre ella misma y sus gustos, asegurándose de que podría volver a atraparla cada semana para nuevas sugestiones y alteraciones. Cada vez sería más fácil controlarla.
La mano derecha de X bajó acariciando el cuerpo de la mujer, su costado, su cintura, sus caderas, después la introdujo en el frente de la ropa interior y comenzó a acariciar su entrepierna, primero su suave vello, luego los húmedos pliegues de su vagina, y el clítoris.
-Está muy húmeda Scully, veo que las zapatillas han hecho su labor admirablemente, preparándola para mi –le susurró X en el oído a la agente mientras comenzaba a introducir y sacar dos dedos de su vagina rítmicamente, cada vez más rápido, sin dejar de besarla en la nuca y el cuello, todavía acariciando y pellizcando su pezón.
-No, no quiero hacerlo, por favor, pare… -gimió la agente mientras la mano invasora se movía frenética en su entrepierna, cubierta por los delicados encajes de sus pantaletas, arriba y abajo, más y más rápido, sus piernas comenzaron a seguir el ritmo, las puntas de sus pies casi no se movían pero sus rodillas y caderas ondulaban sensualmente a ritmo con el toque de su captor, de pronto la rubia levantó el rostro hacía el techo y sus labios se convirtieron en un círculo perfecto mientras alcanzaba un fuerte orgasmo.
-Unnnggghhh… -susurró la mujer, dejando caer su cabeza hacía atrás. X levantó del piso la copa con agua que había dejado.
-Voy a disfrutar teniéndola como mi espía agente Scully –dijo X, luego bebió un largo trago y lo mantuvo en la boca, para luego derramar el agua de la copa en la garganta de la rubia, que sedienta entreabrió los labios para beberla, cuando quedaban unas gotas X se inclinó y la besó en los labios, sin que ella pudiera o quisiera evitarlo, y siguió bebiendo de él mientras bailaban con la música.
Después de eso todo se volvió borroso para la agente, que perdió la noción del tiempo por el resto de ese fin de semana.
CONTINUARA

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