El parking de camiones

Estábamos en un jakuzzi riendo de nuestras mutuas bromas, cuando entro en el agua otra pareja, un hombre de unos 50 años y con un buen cuerpo, acompañado de una atractiva mujer de tipo latino, colombiana y, desde luego, bastante más joven que él aunque hacían una bonita pareja, que se pusieron a jugar entre ellos al otro lado de la piscina y, debo decir, sin que nos perdiéramos de vista unos a otros.

En el agua, los desplazamientos suaves son más amplios que fuera de ella y, sobre todo, siempre son bastante impredecibles. Nada tiene de raro entonces, que en algunos momentos se produjeran roces fortuitos entre las dos parejas. Más o menos sin queriéndolo nos fuimos acercando y podíamos observar cada uno de los movimientos o gestos que cada pareja hacía. Los roces se convertían en más intencionados y el morbo aumentaba por momentos. Me abrazaba y besaba a mi pareja al mismo tiempo que apoyaba mi espalda sobre la espalda de cualquiera de la otra pareja; en otro momento eran ellos los que se pegaban a nosotros. A partir de ahí se ampliaron los contactos, ahora en cada roce participaban las manos con una caricia, hasta que, los dos hombres, tomamos a nuestras respectivas parejas por la espalda, y esta vez si el contacto fue totalmente frontal entre ellas. El movimiento siguiente fue el contacto hombre mujer, lógicamente de pareja distinta, contacto que ya permitía las caricias más osadas y los besos intensos,

Fue mi pareja la que rompió el ritmo de forma descarada, claramente se dirigió a la colombiana y le pregunto si la prestaba a su pareja, en lo que tuvo respuesta afirmativa. En un momento la chica se venía a mis brazos y claramente se agarraba a mi verga, tratando de metérsela sin molestarse en salir del agua, cosa que consiguió en un momento y con toda mi colaboración, por supuesto.

Por supuesto mi pareja había sido apresada de inmediato entre los brazos de Pepe, así se llamaba el elemento masculino de la otra pareja, Sus cuerpos, sus manos y bocas se soldaban en besos y caricias devoradoras, se buscaban hambrientos, ella agarro la polla de Pepe y se la sacudía haciéndola rozar su vagina; por descontado, Pepe reacciono rápido y levantándola en alto coloco su verga en posición y se la metió de un golpe. Ahí peco de exhibicionista pues volvió a levantarla en vilo para que todos viéramos que, en efecto, su verga estaba totalmente metida en su vagina.

Salimos del agua y nos tumbamos sobre unas colchonetas, ahora cada uno con su pareja, si bien Pepe hizo el intento de montarse encima de la mía aunque ella no quiso, Pese a ello tuvimos una larga y distendida conversación, durante la cual Pepe la califico de muy tímida y reprimida, lo cual no la hizo mucha gracia, sobre todo porque mientras decía esas palabras, estaba montado sobre su colombiana a la que estaba follando, exactamente lo mismo que yo hacía con mi compañera.

Nos dimos cita con ellos para la semana siguiente, semana en la que mi mujer no paro de hablar del personaje y recordar lo sucedido, hasta el punto de que, cuando llego el día del encuentro, se llevo una desilusión al ver que no estaban cuando nosotros llegamos, cosa que cambio por completo cuando los vio entrar, al cabo de un rato. Desnuda completamente, como estaba, salió disparada para colgarse del cuello de Pepe, al que se le veía también encantado de la situación.

Lo que tardaron en desnudarse fue lo que tardamos los cuatro en meternos en el agua, pero esta vez las parejas eran diferentes, la colombiana y yo formábamos una, y ellos dos la otra. La verdad es que se lo estaban pasando en grande, parecían soldados el uno al otro y su sintonía era perfecta, hasta el punto de que no pararon de follar durante toda la noche, en el agua, en las diferentes camas que hay en el local, en los sofás y hasta en la barra del bar y la pista de baile. Con una novedad en esta última, porque era tal el erotismo que ponía al bailar sola que Pepe no paraba de mirarla, al tiempo que con las manos entre las piernas de su colombiana, no paraba de masturbarla, lo que provoco que ella se levantara, entrara en la pista de baile para acariciar y besar las tetas de la bailarina.

A partir de aquel día, las reuniones se hicieron semanales, y era tal la afinidad sexual que se había creado entre ellos, que se buscaban a diario por teléfono, hasta que llego el día en que se fueron a pasar vacaciones en Colombia. Nada menos que un mes sin follar con él, es lo que la esperaba, y era tal su ansia que hasta se produjo una anécdota curiosa.

Estábamos solos en uno de los cuartos más oscuros del local cuando entro otra pareja que se tumbó en la amplia cama al lado nuestro. A mi pareja no le dio un infarto de milagro, con la falta de luz creyó ver a José en la persona que acababa de llegar, cierto que eran del mismo tipo, pero tampoco ella era la mujer colombiana que habíamos conocido y pese a ello, era tal el ansia de mi pareja, que sin pensar siquiera en lo incongruente de la situación, se dirigió a la mujer con su clásico “me lo prestas” y directamente se montó a horcajadas sobre él y literalmente se lo follo, ante la sorpresa y el contento del interfecto; después se lo llevo a otro cuarto, dejándome con la colombiana de marras, la cual después de haber echado un polvo conmigo, se levantó furiosa gritando que la habían robado a su marido, con lo cual estuvo a punto de montarse un lio.

Transcurrió el mes y fuimos el sábado en la noche con la esperanza de reencontrar a nuestros cómplices, no fue así, no aparecieron, de modo que aunque jugamos un poco en el agua, mi pareja se sentía muy desmoralizada, así es que nos vestimos para marcharnos. Ibamos a salir cuando sonó el timbre, llegaba algún cliente, era José, y fue un chispazo porque al encontrarse frente a frente, saltaron el uno en brazos del otro y se fundieron en un beso de media hora. Era tarde y teníamos un viaje por delante de modo que fijamos cita para el sábado siguiente y, aunque casi hubo que separarlos con agua caliente.

Durante el viaje de regreso estaba radiante de alegría y no paro de hablarme de José, en el que solo veía virtudes; así el viaje se hizo corto y llegamos a casa. Estaba estacionando el coche cuando llego otro a la explanada, otro coche que comenzó a hacer repetidas señales con los faros por lo que debería ser alguien conocido, y ese alguien resulto ser José, que salió de su coche haciéndonos señales con los brazos.

Mientras yo cerraba mi coche, mi pareja había salido corriendo a su encuentro abrazándose a él, que había abierto la puerta trasera del suyo y donde se metieron cerrando la puerta tras de ellos. Cuando llegué, no tuve otro remedio que ocupar el asiento del chofer, pero al volverme para preguntar a José el motivo de su presencia, me encontré con el espectáculo de que los dos se estaban desnudando mutuamente; en realidad, aquello era mucho más que desnudarse, se estaban arrancando la ropa mutuamente, al tiempo que se devoraban a besos.

Estábamos delante de la casa, en un coche mal estacionado y justo en medio de la explanada que todos usamos como aparcamiento; en cualquier momento podría llegar otro coche, abrirse una ventana o pasar una patrulla de la policía haciendo su ronda, y se iban a encontrar con una pareja desnuda y follando como locos, con un tío, el marido en este caso, que les servía de taxista o algo así. Pude reaccionar antes de que se produjera una catástrofe, hice arrancar el coche y salir disparado fuera de allí. Por fortuna no lejos hay un parque industrial y pude meter el coche entre dos enormes camiones, fuera del alcance de la vista y oído de cualquiera.

El asiento trasero era un verdadero campo de batalla, los dos estaban totalmente desnudos, ella sentada sobre las piernas de él, dándole la cara, el cuerpo echado hacia atrás y con las manos de el sobre sus tetas, por descontado con la polla de José metida a tope. Después siguieron los cambios de postura, las acrobacias y las contorsiones, todo ello aderezado por las comidas de polla y coño, de los orgasmos de ambos que, después pudimos comprobar, pusieron perdidos los asientos del coche.

La orgia de sexo termino casi una hora después y José estaba todavía tan desatado que quería ir a un hotel con ella, pero era muy tarde, así que lo dejaron para otro día y, después de una muy efusiva despedida, entramos en la casa.

En aquella época, vivíamos en casa de un amigo, Víctor. Estaba en trámites de divorcio y vivía solo, así es que aceptamos cuando nos propuso compartir la casa y los gastos, con lo que la situación era ideal para todos puesto que, además, él es un actor frustrado, nunca ha conseguido hacer nada, pero estaba bien para darle la réplica a mi pareja en sus ensayos para la película que preparaba. Así fue, en efecto, pero la convivencia hizo que los tres nos conociéramos mucho más a fondo y ese conocimiento creo entre mi pareja y Víctor una extraña relación de amor-odio que, sin embargo, no solo no se traslucía en los trabajos de ensayos, sino que hasta los favorecía considerablemente.

A Víctor, los personajes de hombre maniaco y obseso le van divinamente, así que las escenas en las que debían confrontarse, en la película que se preparaba, los dos eran un matrimonio bastante maquiavélico y enfrentados el uno contra el otro aunque sin mostrar ninguno sus intenciones reales.

Llego el momento de preparar una escena bastante fuerte, en la que ella seduce a su marido para terminar narcotizándole; en un momento de ella, los dos desnudos escenifican una escena de pseudo amor, léase sexo, y lo fue realmente por lo que sigue: la pareja se desnuda mutuamente, se revuelcan sobre la alfombra; él se sienta en el suelo y ella sobre sus piernas de cara a él. En la ficción, la atrae sobre él y es en ese momento cuando surgió lo inesperado y totalmente fuera del guion, ella lanza una pregunta al aire, “me la meto?”, y dándose ella misma la respuesta, introduce una mano entre sus cuerpos hasta agarrar la polla de Víctor, la acerca a su vagina y se la mete, por supuesto con la entusiasta colaboración de Víctor. Digamos que ese primer ensayo termino al cabo más de una hora, en la que hubo de todo, pero casi nada de lo que el guion marcaba.

Ese fue el inicio de una situación muy ambigua, en cada ensayo había masturbaciones, mamadas hasta el orgasmo, comidas de coño y, por supuesto, en cada uno acababan follando como fieras.

Durante un par de meses esa situación se mantuvo, aunque el resto del tiempo, cuando no se estaba ensayando, todo era un muy normal comportamiento de ambos, hasta un día y en medio de un ensayo se terminó el tabaco que había en la casa y yo Salí a comprar unos paquetes a un bar cercano, estaba cerrado pero había otro a unos cien metros y en el pude conseguirlo. Volví a casa para encontrarme con la sorpresa de ver a Víctor desnudo saliendo de nuestra habitación; tampoco lo interprete mal, lo reconozco, hasta que vi a mi pareja desnuda en la cama, y empecé a sentir un extraño olor a cuerno quemado, aunque tampoco era extraño que fuera así, ya que antes de yo salir a por tabaco, habían estado ensayando. Salimos al salón, a fumar un cigarrillo y terminar una botella de vino ya empezada; ellos continuaban sin ropas y poco después se refugiaban el uno en brazos del otro. Después de hablar un buen rato y terminar la botella de vino, había llegado el momento de irnos a la cama; alegres como estábamos, decidieron que el “hasta mañana” fuese interpretando como lo haría una pareja de amantes, así es que la tomo en brazos y la llevo a nuestra cama, la tumbo sobre ella y, con toda tranquilidad y descaro, la levanto las piernas colocándolas sobre sus hombros y, de un solo envite, se la metió hasta el fondo, dando principio a que, con una cierta frecuencia, Víctor se viniese a nuestra cama y follasen hasta caer rendidos, cosa que continuo durante casi todo el año que vivimos juntos, e incluso después en nuestra casa, a  la que vino alguna vez.

Esa noche en concreto Víctor tampoco dormía, chateaba a través de su ordenador con sus múltiples amigas. Nos llamó al oir el ruido de la puerta, riendo por lo tardío de la hora, y más cuando sintió el olor a sexo que ella despedía. Quiso entrar en el juego de inmediato, así que el beso de saludo se lo dio directamente en la boca, al tiempo que sus manos se colaban por el escote de ella y hacía salir sus tetas que comenzó a chupar como un niño hambriento. De ahí a desnudarla por completo fue cuestión de segundos, pero ella se le escapó de las manos para meterse en el cuarto de baño y darse una ducha. De secarla se ocupó él mismo, y nada más hacerlo la llevó en brazos hasta la cama, la tumbó en ella haciendo que abriera sus piernas para meter su cabeza entre ellas y comenzar a lamer su clítoris

Paso algún tiempo y una tarde pasamos delante de su casa y le vimos por la ventana, le llamamos y de inmediato bajo para hablarnos. Salí del coche para saludarle, cosa que no hizo mi pareja, y fue él quien se dirigió a ella para darla un beso de saludo. Ese día, mi pareja vestía una blusa muy escotada y bajo ella no llevaba nada, cosa que aprecio Víctor de inmediato, haciéndola una caricia con su mano sobre las tetas casi descubiertas.

Nos invitó a tomar una botella de buen vino y entramos en su casa. Los dos se sentaron sobre el viejo sofá, como solían hacer cuando vivíamos juntos, y yo lo hice en la butaca, frente a ellos. Hablamos, bebimos, reímos y fumamos como antes solíamos hacer y, entre las bromas, Víctor abrazo a mi pareja aprovechando para meter la mano por el escote y agarrarla una teta; ella se revolvió entre risas y eso fue como darle alas, porque el siguiente movimiento fue desabrocharla el escote de la blusa, con lo que las dos tetas quedaron al descubierto. Eso y el que Víctor llevase su boca a los pezones de ella fue todo uno; entre bromas y veras iniciaron una pelea tratando de desnudarse mutuamente. Ganó Víctor, por supuesto y tomándola en brazos la llevo hasta su cama buscando inmovilizarla sobre ella; lo logro colocándose entre sus piernas y comenzó a acariciarla hasta que ella comenzó a ceder, nuevamente estaba sucediendo y, también nuevamente la tomo de las piernas para colocarlas sobre sus hombros; en esa postura tenia libre acceso a la vagina de ella y, después de acariciarla un largo rato con sus dedos, se la metió bruscamente tratando de llegar lo más profundo posible. A partir de ahí ya era todo sexo, ambos se conocían bien, sabían cómo hacer para llegar a su propio orgasmo y que el otro llegara también, cambiaron de postura varias veces, el sacaba su polla tratando de que ella se la metiera en la boca, cosa que no conseguía frecuentemente, al igual que tampoco conseguía que ella le dejase metérsela por el culo, a pesar de que siempre lo intentaba, hasta al final llegar a un orgasmo tras el cual, los dos, quedaron derrengados.

Esa noche nos quedamos en su casa y en su cama; debo decir que no descansamos demasiado ninguno de los tres, aunque la verdadera fiesta la hicieron entre ellos y creo no pararon en toda la noche.

Mi relación con Víctor merece por si sola un capítulo aparte. No es amigo nuestro realmente y es un hombre cargado de complejos, y manipulador como pocos, pero casi siempre consigue lo que quiere y, especialmente con mi compañera. Un ejemplo cualquiera, ella estaba sentada leyendo en el sofá del salón, vestida con un corpiño de seda negro con finos tirantes, cerrado con solo tres botones lo que hacía un gran escote, y un pareo brasileño de suaves colores. Entró Víctor, de su trabajo, y directamente se sentó a su lado abrazándola como saludo; dos besos en la cara, un tercero en la boca, el cuarto igual, pero ahora metiéndole la lengua, mientras las manos hacían resbalar los tirantes del corpiño sobre los hombros; más presión hasta que la seda deja de cubrir las tetas y es entonces que comienza a mordisquearlas y besarlas, pero ahora son sus manos las que se meten bajo su pareo y en pocos minutos alcanza a acariciar sus muslos ascendiendo por ellos hasta llegar hasta su braguita y meter los dedos bajo ella para acariciar sus nalgas. Como ella va cediendo a sus caricias, el se arrodilla ante ella, la quita el pareo y hace deslizar la braga por sus piernas, no sin antes haberla recorrido con sus besos. En su recorrido descendente llega a su sexo en el que se detiene largo rato, busca su clítoris hasta encontrarlo y en él se detiene y deleita lamiéndolo y jugueteando con él, la penetra con sus dedos mientras ella se retuerce de placer; la levanta las piernas hasta colocarlas sobre sus hombros y así, completamente abierta, avanza sobre ella y con su polla acaricia su clítoris y, dilatada y húmeda como ella estaba, se la mete iniciando la tarea de meterla y sacarla, acelerando sus movimientos a medida de que sienten la proximidad de su orgasmo, y cuando este llega  se corre dentro de ella.

La cosa no termina, ambos se acuestan sobre el sofá y vuelven a follar cambiando de posturas con frecuencia, hasta que ella se pone en la postura del perrito y él, de rodillas tras ella, tantea con su polla hasta meterla en su vagina empapada y tratar de llegar lo más profundo posible a base de embestidas furiosas, no para ahí, por supuesto, aprovecha la postura para tantear su esfínter tratando de conseguir la dilatación que le permita metérsela, pero ella no le deja y, tras un nuevo orgasmo dan por terminada la sesión.

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