CRÓNICAS DE LAS ZAPATILLAS ROJAS: LA CAMARERA 3.

Un consejo: es conveniente, aunque no forzoso leer Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojasExpedientes X: el regreso de las zapatillas rojas y Alias: La invasión de las zapatillas rojas antes de leer esta historia.
Gracias a Vaquita por su inspiración.
Por Sigma
– Más arriba… levanta más los brazos Paty… ahora extiende bien las piernas… eso es…
Patricia obedeció con una sonrisa, pues le encantaba modelar para Xander.
– Muy bien… ahora muestra tus piernas… así…
Eso no era muy difícil, pues el minivestido negro ajustado y las botas a la rodilla del mismo color, de tacón de aguja, conspiraban para mostrar sus muslos, incluso si no lo deseara.
La sesión de modelaje se llevaba a cabo en la recepción del edificio, rodeada de sillones modernos de piel blanca que contrastaban con la ropa obscura y los rizos rojos de la joven que habían sido arreglados en un peinado complejo y estilizado.
– Si Xander… -dijo la joven tímidamente mientras se extendía sonriente sobre el largo sillón, escuchando docenas de clics de la cámara enfocada sobre ella.
– Muy bien preciosa… ahora que se vea tu escote…
Eso tampoco era difícil, pues el escote en V del vestido llegaba hasta su cintura, mostrando la exquisita redondez lateral de sus bellos senos, simplemente se sentó cruzando sus piernas y se inclinó al frente mirando apasionada a la cámara, mostrando su busto.
– Si Xander… -dijo de nuevo con contradictoria timidez.
– Eso es muñequita, con eso basta por hoy -dijo finalmente Scorpius mientras a un gesto suyo Dana empezaba a reunir el equipo fotográfico- por cierto, me encanta el conjunto que elegiste para esta sesión. Nos vemos al rato.
Antes de marcharse le hizo un guiño y se dirigió al elevador que llegaba a su estudio privado.
Patricia no lo perdió de vista hasta que las puertas se cerraron, entonces volteó a ver a su compañera. No dejaba de admirarse de lo juvenil de su comportamiento y vestimenta. Llevaba una especie de uniforme de colegio ingles, un saco azul obscuro y blusa blanca, pero su falda gris era tan corta y amplia que apenas cubría su diminutas pantaletas color rojo sangre, lo que se dificultaba más al tener que inclinarse constantemente a recoger del piso el equipo de la sesión, y sus zapatillas negras de colegiala, de punta redondeada, correa con hebilla a la mitad del empeine  y tacón alto tampoco ayudaban.

Con una sonrisa la pelirroja se le acercó y comenzó a ayudarla a levantar las cámaras, lentes, reflectores y tripies.

– Oh… gracias Patita… no sabes cuanto te lo agradezco… ooohh creo que me paso más tiempo acomodando la falda que recogiendo el equipo -le dijo Dana con una risita casi infantil.
– No te preocupes, las chicas debemos ayudarnos ¿No?
– Claro que si hermanita, así que si puedo servirte en algo sólo llámame -le dijo con un guiño- te debo una.
– No es nada Dana, en serio.
– Oh… es tan agradable encontrar a alguien tan amable como tú… -continuó la rubia mientras acomodaba su faldita por enésima vez- todas mis compañeras me ordenan y se aprovechan de mí…
– ¿En serio Dana? Todos son tan correctos aquí…
– Oh… es terrible, hasta Piern… digo la doncella, me ordena y yo no se decir que no… es que ahora soy tan débil…
– Bueno si necesitas ayuda yo… -empezó a decir la pelirroja cuando la chofer interrumpió desde el elevador.
– ¡Dana! ¡Deja de perder el tiempo con Paty, el jefe quiere que lo atiendas! -gritó impaciente la trigueña- y creo que también tienes trabajo por hacer ¿No Patricia?
– Oh, lo siento. Gracias por escucharme Patita -dijo a toda velocidad la rubia mientras corría al elevador- Ya voy Bomboncito…
Apenas entró por las puertas la chofer la recibió con un azote en la nalga que hizo sonrojar a la rubia.
– ¡Aaayyy!
La pelirroja se dio cuenta de que en efecto eso no había sido muy amable de parte de la chofer.
– No lo había notado -empezó a meditar al respecto pero al ver la hora en el reloj de la pared se interrumpió- oh… apenas tengo tiempo de una siesta antes de bañarme y empezar mi turno de camarera.
Se recostó en su cama, se desnudó, se puso sus zapatillas de dormir y se cubrió con las sabanas para descansar un poco, sin embargo casi de inmediato empezó a revolverse inquieta, se sentía acalorada y tensa.
– Oh… no me siento cómoda… -pensó mientras se ponía boca abajo, a lo lejos escuchaba una suave melodía, casi como en un murmullo, un ritmo lento e hipnótico.
– Mmm… por favor… quiero dormir… -pensaba ya algo molesta- creo que necesitoooooohhhh…
Patricia cerró los ojos complacida por la sensación que tuvo, hasta que se dio cuenta de que inconscientemente había introducido su mano entre las piernas para empezar a acariciarse suavemente.
– Aaahhhh… eso es… lo que necesitaba… -pensó al levantar del colchón sus firmes nalgas y así tener espacio para maniobrar. Sus piernas comenzaron a moverse levemente con el ritmo.
– Aaaaahhhh… aaaahhh… aaaahhh… -la pelirroja podía sentir que estaba a punto de conseguirlo… estaba tan cerca…- oooohhh… ooohhh…
Pero para su desesperación la joven no podía alcanzar el orgasmo, siguió y siguió complaciéndose, pellizcando sus pezones, incluso introduciendo dos dedos en su deseosa vagina, pero aunque su excitación estaba a mil no podía alcanzar el éxtasis.
– Vamos… vaaamos… -gimió ya casi  angustiada. De pronto en las bocinas del cuarto sonó la voz de Scorpius.
– Paty, necesito que me traigas mi cena…
– Noooo… por favor… ahora no… -sollozó contra la almohada mientras se masturbaba de forma frenética, sus nalgas subían y bajaban rápidamente.
– …en cinco minutos, sin falta…
– Oooohhh… -la linda pelirroja al fin se rindió ante su aparente bloqueo y húmeda de sudor se levantó de la cama para dirigirse al baño- ¿Por que me pasa esto?
Tras una breve ducha se acercó al guardarropa para ponerse su uniforme formal, primero su sostén de encaje negro que levantaba sus pechos pero que de forma fetichista llevaba unos huecos que dejaban expuestos sus pezones, las pantaletas a juego que se metían entre sus redondeadas nalgas tenían aberturas atrás y adelante.
– No entiendo como esta lencería es parte del uniforme para la cena -pensó Paty mientras sacudía la cabeza de lado a lado.
Luego se puso unas medias negras casi transparentes con liguero a juego, una blusa blanca translúcida de manga larga y una minifalda negra elástica a medio muslo, un chaleco a juego que le ajustaba la cintura y presentaba sus senos de forma más atractiva.
Se ató el cabello en una cola de caballo y se maquilló según las instrucciones de Xander: delineó sus ojos, rizó sus pestañas, una obscura sombra de ojos centraría la atención en su mirada hasta que pintó sus labios rosa de color rojo sangre, delineándolos para que parecieran más gruesos y carnosos, de forma que lucían como un fruto prohibido.

El toque final fueron unas zapatillas de charol negro cerradas, con cintas en el tobillo, tacones altísimos y una sutil plataforma de dos centímetros que curiosamente hacían parecer sus pies aun más femeninos y delicados.

– Esto es ridículo… no se como puedo soportar este humillante uniforme -pensó mientras posaba en el espejo- mmm… aunque debo admitir… que me hace lucir muuuy bien.
La pelirroja, aun excitada por la sesión de la mañana empezó a deslizar sus manos por sus caderas, su cintura, sus senos… hasta que vio el reloj…
– ¡Dios, que tarde es! -pensó mientras corría con gran habilidad sobre sus tacones a la cocina, recogió la charola y con prisa se dirigió al estudio.
Tocó y al escuchar que le respondían entró. Scorpius estaba sentado en el escritorio leyendo informes.
– Llegas tarde Paty… eso no es profesional.
– Lo siento señor… no tengo excusa.
– Bueno, apenas terminé el trabajo, pero no creas que no habrá castigo.
– Si señor.
– Sírveme la cena… y por cierto, te ves espectacular hoy…
– Si señor -asintió sonriendo tímidamente mientras se acercaba al  escritorio a lado de Scorpius.
– Ah, pero hazlo despacio… con calma -le dijo con una sonrisa.
Sonrojada, Patricia empezó a poner los platos cubiertos con tapas en el escritorio, en ese momento, mientras Scorpius miraba intensamente su voluptuoso cuerpo, la insatisfacción de la mañana volvió a su mente y su cuerpo, excitándola.
– Ooohh… Xander… no me mires así… me pones mal… -pensó.
Ante la incendiaria mirada de su jefe la pelirroja empezó a excitarse de nuevo.
– Muy bien… Ya que estás caliente… te daré algo para que sueñes -pensó la joven, que de forma lenta y deliberada empezó a servir la comida en pequeños platos de porcelana, inclinándose para dejar a Scorpius disfrutar de su escote y al devolver los trastos a la charola aprovechaba para mostrarle sus nalgas cubiertas por la ajustada falda.
– ¿Le puedo ofrecer algo más señor? -le dijo sensualmente Patricia mientras el hombre se perdía en el delicioso escote de ella.
– Mmm… todo se ve delicioso muñequita… pero ¿Y si lo que quisiera eres tu? -le dijo mirándola a los ojos.
– Lo siento cariño, pero no estoy en el menú… -le respondió ella con un guiño, antes de darse la vuelta para marcharse mientras pensaba sorprendida- ¿Pero que me pasa? Yo no soy así… ¿Tan cachonda me quedé?…
– No tan rápido preciosa, aun falta tu castigo -le dijo Scorpius complacido por su reacción, deseoso de probar hasta donde podía presionar a la indefensa pelirroja.
– Si señor… -respondió al detenerse y darse la vuelta.
– Bien… ahora acércate y apoya las manos en el escritorio…
– Pero señor…
– Obedece… -le ordenó mientras una melodía empezaba a sonar muy bajo en el estudio.
La pelirroja dio un gemidito ahogado de impotencia y frustración pero obedeció. Se apoyó en el mueble con una pierna bien derecha y la otra flexionada sensualmente, sin darse cuenta comenzó a moverlas ligeramente siguiendo la música.
– Muy bien, ahora da dos pasos atrás sin separar las manos del escritorio.
– Pero…
– Obedece.
– ¡Oooohh! -gimió de nuevo, pero fue incapaz de desobedecer. Tras retroceder quedó inclinada a noventa grados, esa postura dejo sus senos colgando frente a ella, como si estuvieran a punto de salirse, y tras ella sus torneadas piernas y paraditas nalgas estaban expuestas para ser disfrutadas.
– Muy bien, eres una buena chica -le dijo Scorpius al acercarse y echarle un vistazo- es hora de tu castigo.
– Si señor… -respondió de nuevo sumisa la pelirroja, pero estaba sonrojada y empezaba a respirar de forma agitada.
Colocándose detrás de ella Scorpius empezó a deslizar su mano por las sedosas pantorrillas y muslos de la joven, al llegar a la falda la enrolló amorosamente hasta dejarla convertida en un cinturón, entonces acarició las firmes nalguitas de Patricia quien cerró los ojos e inclino la cabeza avergonzada y excitada.
– ¡No debes llegar tarde! -dijo a la vez que le daba un azote en la tierna y blanca carne expuesta entre las pantaletas y las medias.
– ¡Aaaayy! -el primer impacto la tomó por sorpresa haciendo que una nueva oleada de calor la invadiera.
– Dios… que humillante -pensó Paty avergonzada, pero obediente.
– ¡Debes obedecer! -le dijo a la vez que le daba un segundo azote, esta vez estaba preparada pero no por eso fue más fácil.
– ¡Aaaaayyyy! -gritó de nuevo, empezando a sentirse asustada, los golpes no eran fuertes, lo que más le dolía era la humillación.
Sus manos en el escritorio se habían cerrado en puños apretados para prepararse a resistir, pero no estaba preparada para lo que ocurrió después.
En un rápido movimiento su jefe abrió una abertura de las pantaletas y le introdujo dos dedos en su hambrienta y húmeda vagina.
– ¡Aaaahhhhh! -gimió de nuevo pero esta vez el motivo era muy distinto, estaba sintiendo un placer muy poderoso y diferente al que sintió antes de ducharse- aaaahhhhh…
– Debes aprender quien manda… – le decía mientras la penetraba rítmicamente con sus dedos- solamente yo te puedo dar un orgasmo…
– No…
– Solamente yo… ¡Dilo! -le ordenó mientras aceleraba su ritmo al penetrarla.
– Aaaaahhhh… solamente… tu… mi macho… -obedeció al fin- aaaaahhh…me das… un orgasmo…
– Eso es, cada vez eres más obediente, seguimos mejorando. Es hora de avanzar lindura… -le dijo satisfecho y un instante después sacó sus dedos de la receptiva vagina de la pelirroja para darle un último y sonoro azote que la empujo al precipicio del placer, causándole su deseado y esquivo orgasmo.
– ¡Oooooooohhhhh… oooooohhh…! -sollozó incontenible mientras abría sus piernas en V, ponía sus pies en punta y sus puños se convertían en extendidas y temblorosas manos abiertas. Finalmente se derrumbó extasiada sobre el escritorio, la carne trémula de sus nalgas aun palpitando por los azotes pero siguiendo el ritmo de la música.
– Mmm… eres una deliciosa visión Patricia… está siendo un verdadero placer hacerte mía -le dijo X al oído con lujuria al verla recostada y vulnerable- me encanta tenerte como camarera pues así siempre estás lista para servirme.
Lentamente X se colocó detrás y sujetándola de las caderas empezó a darse placer con las sedosas nalgas de su adormilada cautiva. Con una mano le acariciaba los muslos, la espalda, su esbelto cuello y brazos, disfrutando por completo de su poder sobre ella, sobre su cuerpo y sus ideas. Finalmente satisfecho el hombre dio dos pasos atrás.
– Y me enloquece tenerte como mi modelo por que puedo modelar tu mente a mi antojo. Empecemos la sesión de hoy… -a un movimiento de su mano la música aumentó de volumen y la joven aun atontada se enderezó y comenzó a bailar para su dueño, se sujetó a uno de los postes de la cama y comenzó a ondular su cuerpo rozando su entrepierna en la madera, haciendo gemir a la inconsciente chica.
– Ooohhh… ooohhh… aaahhh… -en unos instantes empezó a moverse por el cuarto siguiendo la música, se movía con la seguridad de una modelo profesional y con la gracia de una bailarina, llegaba a saltar sobre los sillones con su piernas extendidas ágilmente gracias al hechizo de las zapatillas.
– Si… me encanta tenerte para mi… sigue… -dijo complacido X mientras la observaba sentado en la cama.
La pelirroja había subido de un salto sobre el sillón del escritorio, y allí comenzó a bailar en el asiento, su piernas moviéndose en un espacio apenas del tamaño de un pañuelo, sus manos recorriendo su cuerpo sensualmente hasta llegar a sus rojos rizos, desató su cola de caballo y revolvió su cabello, luego levantó las manos sobre la cabeza y siguió ondulando su cuerpo como la odalisca en la que sin duda se estaba convirtiendo.
– Ooooohhh… -todavía gimió entre sueños.
Finalmente la música terminó y la joven se derrumbó de la silla, pero X la estaba esperando y la atrapó al caer. Levantándola con facilidad la cargó y la recostó en la cama de espaldas.
– Cada vez eres más obediente y desinhibida, pero quiero que lo seas más aun… -susurró el hombre mientras se sentaba a lado de Patricia y le acariciaba el rostro con el dorso de la mano- ahora mismo nos encargaremos de eso.
Introdujo su mano en las pantaletas de lo inconsciente pelirroja y comenzó a masturbarla suave y lentamente mientras una nueva y sensual canción comenzaba a sonar a bajo volumen.
– Te encantan tus piernas… te excitan… te enloquecen… no puedes dejar de acariciarlas…
– Oooohhhh… yo… -dudó ella.
– Dilo… -le susurró- obedece…
– Mmm… mis piernas… me enloquece… acariciarlas… -murmuró como entre sueños Patricia.
– Amas tus tetitas… las deseas… quieres tocarlas y pellizcarlas…
– No… no se llaman… así… son senos… -susurró con una mueca la pelirroja tratando de resistir.
– Escucha con cuidado y obedece: son tus tetitas, tus ubres, tus papayitas, no tienen otro nombre, esos son los únicos que existen…
– No… no…

X aceleró su mano bajo las pantaletas de ella.

– Aaaaahhh… aaaahhh
– ¿Qué son estas? -le inquirió mientras metía su otra mano bajo la blusa de la joven y acariciaba sus pezones.
– Oooohhh… son… son… sen…
– ¡No! -le dijo su captor al apretar su redonda y grande teta.
– Aaaahhh… son… son… pech…
– ¡No! -esta vez le pellizcó suavemente el pezón.
– Nnnnnnggghhh… son… tetas…
– Sigue.
– Son ubres…
– Sigue…
– Son papayitas.
– Muy bien… -le susurró el hombre mientras seguía complaciéndola- continuemos…
La joven empezaba a deslizar sus pies entaconados sobre la cama.
– Amas tus tetitas… las deseas… quieres tocarlas y pellizcarlas…
– Aaaaamo… mis tetitas… quiero tocarlas… pellizcarlas.
– Perfecto… eso es… podemos seguir.
Patricia se relamió inconscientemente, deseosa de más placer.
– Te enloquece tu coñito… es el centro de tu sexo… el centro de tu vida…
– No… es mi vagina… mi clítoris…
– Escucha con cuidado y obedece: son tu coñito o tu panochita, tu frutita o tu chochito…
– Yo… no… -incómoda con los términos Paty trató de negarse sacudiendo su cabeza de lado a lado. Pero no era rival para la voluntad de X, que sacó su mano de la entrepierna de ella para introducir un vibrador plateado en su todavía excitada vagina.
– Oooooohhh… no… no… no es… justo -gimió ella a la vez complacida y desesperada por la rica vibración del objeto.
– Son tu coñito o tu panochita, tu frutita o tu chochito… -repitió el hombre mientras comenzaba a bombear con el juguete vibratorio el sexo de su victima… una y otra vez.
– Dilo…
– Ooooohhhh… mi coñito o panochita… oooohh… mi frutita o chochito…
– Otra vez…
– Mi coñito o panochita… aaahhh… mi frutita o chochito…
– Bien, intentemos de nuevo: Te enloquece tu coñito… es el centro de tu sexo… el centro de tu vida…
– Siiiiii… me enloquece… mi coñito… es centro de… mi vida -gimió con voz ronca mientras empezaba a subir y bajar sus caderas sensualmente.
 – Eso es… ya perfeccionamos tu vocabulario lindura… ahora cambiaremos tu concepto de los nombres -le dijo mientras dejaba el vibrador suavemente dentro de ella.
– Cambiaremos… nombres… -repitió la pelirroja sonriente, sus rojos labios aun tentadores, su rostro enmarcado por sus rizos rojos.
– Bien… muy bien…
– ¡Aaaaaahhhhh! – gruñó Patricia al despertar de golpe, sentándose en su cama, sudaba y se sentía acalorada a pesar de su delgada ropa de cama, un corpiño y pantaloncillo muy corto, ambos de encaje blanco, sus rizos rojos cubrían parte de su rostro, lo que aumentaba su sensación de sofoco y excitación matinal. En sus piernas llevaba unas pantimedias rosa y unas zapatillas blancas de punta abierta y delgadas tiras de piel que se iban entrecruzando desde la punta de sus pies hasta sus tobillos y luego hasta sus rodillas.
– Oh… Dios… estoy tan cachonda… -pensó mientras se recostaba de nuevo sobre las colchas- mmm… que sueño tan rico…
Últimamente estaba excitada todo el tiempo, sin motivo aparente, incluso al dormir. Se sentía prisionera de su propio deseo.
Sus delicados dedos con largas uñas pintadas de rosa empezaron a acariciar sus piernas, disfrutando su suavidad gracias a las sedosas medias que llevaba.
– Mmm… aaahh… me encantan… mis piernas… -susurró para si mientras palpaba y apretaba sus muslos, para luego arañarlos sobre la tela translúcida- oooohhh…
Luego sus manos se apropiaron de sus grandes senos de forma agresiva.
– Oh… que ricas tetitas… parezco diosa de la fertilidad… – por un instante pensó en desde cuando usaba esos términos para su cuerpo, pero empezó a acariciar sus pechos en pequeños y lentos círculos, y todo lo demás desapareció- aaaahhh… mis ubres… que ricas… y grandes…
Su mano derecha se metió en su delicado pantaloncillo, en las pantimedias, y comenzó a acariciar su clítoris, su vagina.
– Aaaaahhh… aaaahhh… mi… coñito… necesito… aaahh… necesito… coger… -su mano se movía ya a toda velocidad, aumentando y aumentando el placer, primero de forma deliciosa, pero luego, al no poder alcanzar el éxtasis, empezó a convertirse en una tortura despiadada y desesperante que no podía evitar.

– Oooohhh… más… ooohhh… por favor… si tan sólo… -empezó a sollozar al verse de nuevo atrapada entre su lujuria incontrolable y su incapacidad de alcanzar la culminación- aaahhh… aaahhh… tengo que… lograrlo…

En ese momento la alarma junto a la cama empezó a sonar, era hora de llevarle el desayuno al Amo, para luego tener otra sesión de modelaje.
– Noooo… por favor… déjenme acabar… -frustrada se cubrió la cara con la almohada por unos segundos, antes de levantarse malhumorada para bañarse.
Luego del baño se puso una camiseta azul cielo de enorme escote cuadrado que apenas cubría sus pezones, un ajustado y minúsculo pantalón corto a juego que dejaba ver parte de sus nalgas, pantimedias blancas y finalmente zapatillas azules cerradas y puntiagudas de altísimo tacón metálico de aguja. Su rojo cabello suelto enmarcaba bellamente sus facciones.
Pasó por la cocina y se llevó la charola al estudio, el Amo estaba sentado en la cama, llevaba una playera negra ligera y la miraba con esa sonrisa desesperantemente amable y respetuosa.
– Hoy te ves hermosa Muñequita… -le dijo amablemente.
– Oh… gracias Amo… -respondió a la vez que pensaba- luzco así para ti… para que me veas…
Complacido, X la miró servirle el desayuno, al instante se notaba que estaba a muy excitada, que se abrasaba por su deseo insatisfecho.
Al inclinarse para servirle casi le ponía sus senos en la boca, al girar se inclinaba con sus piernas derechas como ofreciéndose a él.
Finalmente le deseó buen provecho y se dirigió a la puerta, pero apenas la alcanzaba cuando sintió al Amo moverse tras ella a toda velocidad, oprimiéndola contra la puerta la sujetó de las muñecas y las puso tras la espalda de la sorprendida pelirroja, luego de un clic, ya no pudo separarlas, estaban como esposadas.
– ¿Pero que hace? -preguntó sin aliento la sorprendida joven al darse vuelta para mirar a su atacante. Pero al instante sus ojos se abrieron como platos, pues su jefe se acercaba con algún tipo de mordaza en la mano.
– ¡No! ¿Qué pretende? -dijo al verlo pero X aprovechó el momento para introducirle la mordaza en la boca: una esfera negra fijada con una correa del mismo color que le impedía articular palabra y contrastaba eróticamente con su blanca piel y voluptuosos labios rojos.
– Nnnnnnmmmg… mmmfggg… -trató de hablar, aturdida, al ver a su respetuoso jefe hacerle algo así.
– No… ¿Qué va a hacerme?… -fue lo único que pudo pensar.
X la observó feliz por su sorprendida reacción, tal como esperaba, la joven no recordaba las otras sesiones de condicionamiento, todo era nuevo para ella, lo único que sabía era que trabajaba para él y que estaba obsesionada por el sexo.
– Mmm… muy bien Muñequita… así quería tenerte… voy a poseerte a placer…
-¡Nnnnhhhhmm! mmmnnggh -balbuceó la pelirroja mientras corría a toda velocidad por el estudio buscando una salida.
X la observó divertido y la siguió de forma lenta y deliberada por el aposento, ella se movía desesperada a pesar de sus altos tacones. Sin embargo varias veces X alcanzó a rozar su cuerpo con la mano, causándole a Muñequita un confuso escalofrío de placer. La pelirroja empezó a respirar de forma agitada pero lograba mantener distancia con su captor en esa bizarra situación. Finalmente satisfecho, X accionó un botón en el control de su bolsillo y una canción empezó a sonar en las bocinas a bajo volumen: En tu cruz me clavaste de Chenoa.
Por un momento la jovencita se sintió aturdida y sin aire, una ondulación en sus piernas las hizo moverse sin control y empezó a bailar tal y como estaba: sobre sus altos tacones, amordazada y con las manos encadenadas tras ella.
– ¡Nnnnnnmmggg… mmmnnngg…! –trataba de chillar a través de su mordaza la pelirroja sin entender que le pasaba a su cuerpo.
Bailando alternativamente sobre sus puntas y tacones salió al pasillo del estudio donde en unas bocinas seguía sonando la música, X observaba con los brazos cruzados desde el marco de la puerta, visiblemente satisfecho, mientras la hermosa criatura frente a él se movía siguiendo su voluntad y el ritmo de la música, abría sus piernas  y las cerraba, se hincaba para mover solamente su torso y hombros o se acostaba de espaldas en el piso, moviendo solamente sus fabulosas piernas en círculos o bien rectas como columnas de placer vivientes con sus tacones apuntando al cielo.
Cada vez se notaba que la joven estaba más excitada.
– Ooohhh… ¿Por qué… me estoy… excitando así…? ¿Qué está… pasando? –pensaba Muñequita, abrumada por todo lo que le pasaba.
X sonrió satisfecho, chasqueó los dedos y la joven se dirigió bailando de vuelta al estudio,  momento que su captor aprovechó para atraparla, sujetándola desde atrás mientras bajaba el volumen de la música.
– ¿Mmmggghh? ¡Nnnmmmhh! -balbuceó aun sorprendida por lo sucedido.
– Ya te tengo primor, ahora ya no irás a ningún lado -le dijo al oído mientras con una mano le pellizcaba un pezón.
– Mmmmmhhh… -gimió suavemente sin entender por que lo disfrutaba.
En un brusco movimiento X la tiró sobre la cama, quedó aturdida por un momento pero casi de inmediato trataba de levantarse.
-¡No te muevas! -le ordenó el Amo y ella no pudo evitar obedecer. Respiraba agitada pero seguía tal como había caído: de espaldas, la cabeza levantada y sus torneadas piernas levemente flexionadas.
De inmediato el hombre la sujetó de la cintura y la hizo ponerse boca abajo.
– ¡Nnnnmmm! -gruñó tratando de resistir pero la música en sus oídos le impedía pensar con claridad. Peor aun, sin saber por que, seguía excitándose.
– Aaaahhhh… ¿Qué me pasa?…  -pensó sorprendida de sus reacciones a ese abuso.
De un movimiento su captor arrancó la delicada camiseta, encontrando los grandes senos de la joven descubiertos y listos para disfrutar.
– Nnnnnngghh… mnnnnhh… -gimió entre asustada y excitada por el acto, sacudía la cabeza mostrando su rabia.
– Que traviesa Muñequita… ¿Nada debajo?
Con otro rápido movimiento le arrancó el delicado pantaloncillo, dejando expuestas sus firmes nalgas apenas disimuladas por el translucido material de las medias.
– ¡Nnnnnnggg! ¡Nnnnnnnnggg! -volvió a gruñir asustada ya no del hombre, sino de sus propias y contradictorias sensaciones de gozo.
– Vaya… no me esperaba esto -dijo sonriente X al ver que la pelirroja no se había puesto pantaletas bajo sus pantimedias y además una creciente mancha de humedad se notaba claramente en su expuesta entrepierna. Disfrutándolo intensamente X deslizó su dedo índice por la mancha acariciando la vagina y clítoris de su esclavizada camarera.
– Mmmmmm… -sin poder evitarlo la pelirroja cerró los ojos debido al placer que le daba la caricia.
– Aaaaahhhh… esto está mal… disfruto este… abuso… tanto… como cuando… me masturbo… -pensó cada vez más confundida y excitada- ooohhh… ¿Qué me hace… mi macho?…
– Bien, cada vez eres más vulnerable encanto… -el hombre le dijo complacido a su victima, pero estaba demasiado distraída por el placer que la dominaba para escucharlo.
– Ahora vamos a darnos placer Muñequita… te va a gustar… -le dijo X a la obnubilada pelirroja mientras sacaba de una caja unas pantaletas negras estilizadas para de inmediato ponérselas aprovechando para acariciar sus piernas mientras lo hacía.
– ¿Nnnnnmm? -balbuceó confundida la joven mientras sentía estas nuevas caricias.
– Bueno, eso es para ti, y ahora para mí… -le susurró mientras se subía ya desnudo a la cama, rápidamente colocó sus rodillas a los lados del cuerpo de la reacia pero excitada joven, y dejó su duro miembro reposar entre sus grandes senos.
– Mmm… tiene mucho que quería hacer esto contigo esclava, me voy a masturbar con tus ubres… y tú lo vas a disfrutar…
– Nnnnggg… mmmnnff… -trató de hablar negando con la cabeza, pero su Amo sonrió y usando sus manos controló las redondeadas masas de carne de Muñequita para atrapar su pene entre ellas, luego empezó a mover sus caderas lentamente atrás y adelante, la cabeza de su miembro se asomaba cerca de los sometidos labios rojos de su cautiva para luego ocultarse entre los pliegues de sus bellos senos.
– Ggggmmm… Fnnnnnmm… -sacudía su cabeza enérgicamente la joven, sin entender lo que ocurría pero sintiéndose cada vez más caliente. En ese momento X oprimió otro control y las pantaletas que le puso a la pelirroja cobraron vida, vibrando suavemente en su entrepierna.
– Oooohhhhh… que bien se siente… -pensó entornando los ojos mientras sus tacones empezaban a realizar dibujos en el aire gracias a las zapatillas rojas. Su Amo seguía masturbándose con sus pechos, lo que únicamente aumentaba el morbo de la situación para la sobreexcitada joven.
– Mmmmmm… -logró gemir Muñequita mientras arqueaba su espalda un instante al pensar- aaaaahhhh… me vuelve loca… ooooohhhh… mi amo… mi macho…
X aprovechó el momento para quitarle la mordaza de la boca. Pero la joven estaba ya tan caliente que la siguiente vez que el miembro de su captor se acercó a sus rojos labios ella no pudo evitar darle un húmedo beso en la punta.
– Mmm… -gruñó el hombre complacido por su comportamiento, por lo que aprovechó para dejar en paz esos voluptuosos senos blancos para intercambiar la anterior mordaza de la joven por otra más… natural.
– Mmnnnnm… -gimió la pelirroja al verse atrapada por el nuevo giro del acontecimiento, pero su excitación insatisfecha gracias a las pantaletas vibratorias era tal que siguió el juego del Amo mientras este penetraba sus labios rojos una y otra vez, sujetando su nuca con una mano.
Su duro y húmedo pene se deslizaba fácil y sensualmente dentro del delicioso círculo rojo intenso de los labios de la ahora complaciente pelirroja, sus ojos nublados por la ardiente lujuria que la zapatillas rojas la habían condicionado a sentir al capricho de X.
– Eso es esclava… lo haces divinamente… -le dijo excitado su macho al acelerar su ritmo mientras aumentaba al máximo la vibración de la lencería de Muñequita, lo que al fin la hizo emitir un gemido salvaje y gutural al alcanzar su tan deseado orgasmo, seguido de inmediato por el de su Amo que la tenía sometida de forma tan deliciosa, llenando su boca del cálido semen que la marcaba de nuevo como su obediente esclava sexual.
– Nnnnnnnnnnnnmmm… -gimió ella a todo volumen con sus piernas rectas y en punta, sus ojos cerrados.
– Oooooohhhhh… muy bien… primor… muy bien.
Minutos después X observaba a la joven que dormía plácidamente tras la larga sesión de placer.
En un monitor escuchaba la plática que la pelirroja había tenido con Dana.
– Así que te preocupas por Nena lindura… creo que a veces eres demasiado sensible y dulce… debemos cambiar eso, si vas a ser mi esclava debes aprender a dominar a tus hermanas… si… creo que también es tiempo de que empieces a apreciar más a tus hermanitas…
CONTINUARÁ

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