– ¿H-Hola? – Balbuceó Amanda.
El hombre se dió la vuelta y la miró de arriba a abajo, pero no dijo nada.

– Eh… Venía… Vanía a hacerme…
– Un par de piercing. – La cortó la dependienta, que acababa de entrar a la sala. – En los pezones.
El hombre seguía cayado, sin decir nada. Se dió completamente la vuelta y se acercó a Amanda. Era un hombre fuerte y musculoso, estaba sin camiseta y tenía el torso repleto de tatuajes. Rodeó a Amanda mirandola detenidamente y se paró frente a ella, mirándola a los ojos. Amanda, avergonzada, apartó la mirada, lo que provocó que una ligera sonrisa apareciese en los labios del hombre.
– Quítate la ropa. – Dijo el hombre
– ¿Q-Que? – Amanda no se lo esperaba
– Que te quites la ropa ¡No querrás que te haga los piercings a través de ella!
Insegura, Amanda comenzó a bajarse el top y, momentos después, a desabrocharse el sujetador.
Sus tetas quedaron colgando ante los dos observadores.
– Buen material… – Comentó el hombre, acariciando sin miramientos las tetas de Amanda.
Un escalofrío recorrió a la mujer ante el contacto. Su mente se pobló de imagenes de ella siendo follada por ese hombre, de rodillas tragándose su polla o a cuatro patas siendo sodomizada por él. Se ruborizó al instante al darse cuenta de sus pensamientos (…Sólo eres un objeto, tu misión es dar placer…)
– ¿Voy preparando todo, Jake? – Preguntó la dependienta.
– Claro, por aquí está todo preparado, ¿Verdad, pequeña? – Mientras decía eso, comenzó a acariciar los pezones de Amanda con sus pulgares. Éstos reaccionaron al instante poniéndose como una piedra. Un suave gemido salió de la boca de Amanda, como dando la razón al hombre.
Jake soltó los pezones de Amanda y, arrastrándola por un brazo, la colocó en la silla.
El sillón donde la habían colocado la resultó bastante raro. Tenía soporte tanto para los brazos como para las piernas, y parecía que estaban artículados. Jake se encargó de colocarla perfectamente sobre todos los soportes y cuando acabó, la dependienta comenzó a abrochar unas correas para sujetar sus brazos y piernas.
– ¿¡Que están haciendo!? – Exclamó Amanda, asustada. Comenzó a revolverse con fuerza para intentar liberarse, pero Jake se le echó encima para sujetarla.
– ¡Tranquilizate! !Lo que estamos haciendo es normal! ¡Es para que no te muevas mientras trabajamos y no te hagas daño! – Gritó Jake.
Amanda dudó, pero no dejó de retorcerse.
– Vamos, ¡Sé una buena chica y pórtate bien!. – El hombre seguía luchando por mantenerla en su sitio.
Entonces Amanda quedó paralizada de inmediato… Ella era una buena chica… ¿Porqué se intentaba liberar? Debía obedecer… Dejó de forcejear y permitió que continuasen amarrándola a la silla.
– Vaya… ¿Ya te has calmado? – Preguntó Jake.
– Eso esta mejor… Portate bien y verás como todo es mucho más fácil… – Susurro la dependienta al oído de la mujer, ya dócil.
Una vez con todo asegurado, comenzaron a preparar los instrumentos. Amanda veía como preparaban el material, veía las agujas que en unos minutos estarían perforando sus pezones así como los aritos que los adornarían. La dependienta estaba desinfectando una especie de pistola, con la que atravesarían su carne.
Tenía sensaciones encontradas, por un lado estaba asustada pero por otro deseaba hacerlo… El estar en esa situación, medio desnuda e inmóvil antes esas dos personas la calentaba. Su atención estaba pasando de fijarse en los instrumentos a fijarse en ellos, en como la exuberante dependienta se movía por la sala, intentando ver su escote o aprovechar su posición para echar un vistazo bajo su falda. Jake tampoco se libraba, observaba ese torso desnudo y fibroso y echaba furtivas miradas a su paquete, que se marcaba bajo el pantalón.
Absorta estaba en sus pensamientos que no se dió cuenta que ya habían acabado con los preparativos y se encontraban los dos a su lado, mirándola…
Se ruborizo enseguida al ver la sonrisa en la cara de Jake, estaba segura de que había visto como le estaba mirando la polla.
– ¿Estás preparada? – Preguntó el hombre.
– Adelante – Dijo Amanda, con una seguridad que no sentía.
Jake se puso sobre ella, inclinandose para alcanzar sus pechos y dejando su paquete a centimetros escasos de su cara. Amanda estaba convencida de que lo estaba haciendo adrede, que la había visto mirando y era una especie de juego.
El frio la recorrió de arriba a abajo cuando, con un algodón impregnado de alcohol, comenzaron a desinfectarle los pezones. La dependienta, separando sus piernas gracias a los soportes articulados de la silla, se situó entre ellas con la excusa de acceder mejor. Amanda recordó que no llevaba bragas… ¿Se habría fijado ella? Dios… Estaba chorreando…
¡CLAC!
Amanda se asustó más por el ruido que por el dolor, ni siquiera notó el pinchazo, fué más como si le apretasen fuertemente el pezón durante un segundo. Intentó mirar pero el cuerpo y el paquete de Jake se lo impedían.
¡CLAC!
El segundo piercing había sido realizado. Esta vez no se asustó, pues ya se lo esperaba.
– Jake, ¿Puedes venir un momento? – Dijo la dependienta.
Jake se quitó de encima de Amanda y la permitió ver el resultado de su obra. Amanda tenía los pezones rojos y algo hinchados, con un arito plateado adornando cada uno de ellos. No se podía creer que lo hubiese hecho de verdad (…Tu opinión no importa…) Susana estaría orgullosa de ella.
– Vaya vaya, así que tenemos a una pequeña zorrita aquí y no lo sabíamos, ¿Eh? – Comentó Jake
Amanda volvió en sí, sólo para ver como la dependienta y Jake estaban situados entre sus piernas, viendo con toda claridad su coño empapado. Intentó cerrar sus piernas pero Jake se lo impidió.
– ¿Ahora te da verguenza? – Jake levantó y fijó los soportes de la silla, dejándo las piernas en una posición parecida a la que tendría una parturienta.
Amanda estaba empezando a asustarse, pero no podía negar que esa situación la estaba poniendo cachonda. Llevaba todo el día al borde del orgasmo y, además, el hecho de estar sometida e indefensa la calentaba mucho (…Solo eres un objeto…)
Jake camino hasta volver a situarse al lado de la cara de Amanda.
– ¿Crees que no me había dado cuenta de cómo me mirabas hace un rato? – Dijo, acariciandose el paquete.
Jake comenzó a desabrocharse los pantalones y a bajarselos lentamente. Amanda no podía apartar la mirada, estaba deseando ver lo que escondía ese hombre entre las piernas. Cuando se hubo bajado los pantalones del todo, la mujer se quedó asombrada, ¡Era enorme! Y todavía no estaba dura del todo…
– ¿Te gusta?
Jake se agarró la polla y comenzó a agitar frente la cara de Amanda. Ésta entreabrió la boca inconscientemente, mirando fijamente el falo que se movía ante ella. Jake, viendo la disposición de la mujer, comenzó a juguetear con ella, le daba golpecitos en la cara con la polla, se la acercaba a los labios sólo para ver como Amanda intentaba atraparla con la boca… ¡Estaba desesperada por comersela! (…Sólo existes para dar placer…)
Cuando el hombre se lo permitió, Amanda se amorró a la polla como si le fuera la vida en ello, para no volver a dejarla escapar pero, para su desgracia, ella estaba atada y Jake tenía todo el control. La dejaba chuparla un poco, jugar con su capullo y de golpe, se la sacaba. Le hacía gracia como Amanda la buscaba, se la restregaba por la cara, llenandosela de sus propias babas y a la mujer le daba igual, sólo quería polla. Poco a poco, Jake dejó de jugar para dejar que Amanda le chupase la polla bien.
La dependienta, observaba ese juego bastante divertida. Sabía que Amanda les iba a dar juego y no se iba a resistir a nada porque Susana se lo había dicho, pero no era lo mismo saberlo que ver como lo hacía. Cuando Jake dejó de jugar y dejó que se la mamase, pensó que era su turno de entretenerse. Se arrodilló entre las piernas obscenamente abiertas de Amanda y observó con ansia el coñito que tenía frente a ella. La verdad es que desde que Susana les avisó que les iba a traer una zorrita para que se divirtiesen había estado cachonda, pero en cuanto vió a Amanda las ganas que tenía de follarsela aumentaron, ¡Era un bombón! Pero quería tomárselo con calma, disfrutar del momento…
Amanda notó el aliento de la dependienta en su coño y supo lo que iba a pasar, pero en el momento en el que su lengua recorrió su coño por primera vez el placer acumulado fué tan grande que no pudo evitar correrse al momento. Los gemidos de la mujer acallados por la polla que tenía introducida hasta la garganta se oyeron hasta en la sala de espera en la que se encontraba Susana, que no pudo más que sonreir imaginandose lo que estaba ocurriendo allí dentro.
La dependienta quedó asombrada de lo rápido que se había corrido, pero eso no hizo que se detuviera, todo lo contrario, comenzó a lamer con más vehemencia, recorriendo de arriba a abajo los plieges húmedos de su coño. Se entretenía jugando con su clítoris, notando como el cuerpo inmovilizado de la mujer se retorcía según los movimientos que hacía. Comenzó a acariciar el coño con un par de dedos, acariciando e introduciendolos poco a poco, primero uno, luego otro, luego volvía a introducir la lengua… Cuando metió los dos dedos, comenzó a masturbar a Amanda. La mujer estaba chorreando y la dependienta comenzó a limpiar los jugos que habían escurrido hacia su apretado ojete, haciendo circulos alrededor de él, notando como Amanda disfrutaba de cada lametazo. Comenzó a introducir la lengua hasta donde podía, notando como los músculos del ano cedían a la presión de su lengua, permitiendole avanzar cada vez un poquito más.
Jake estaba disfrutando con la increíble mamada que estaba recibiendo, esa mujer era una zorra de cuidado, le chupaba la polla como si fuese el caramelo más sabroso del mundo. Además, sin apenas tocarla ya se había corrido una vez y eso en vez de hacer que se relajase y bajase el ritmo, parece que la animó a continuar con más ahinco. Amanda se tragaba su polla hasta el fondo una y otra vez, lentamente, la sacaba hasta el capullo, lo lamía un par de veces mirandole a los ojos y volvía a introducirse el enorme falo hasta dentro. Jake estaba a punto de correrse, pero no quería hacerlo hasta probar el coño de esa preciosidad. Sacó la polla de golpe y, al hacerlo, Amanda intentó seguirla hasta donde llegaba para poder volver a devorarla.
– Cambio, me toca a mi el coño. Aprovéchala porque hace maravillas con la lengua.
La dependienta dejó el coño y el culo de Amanda, lo que dejó a la mujer con una especie de sensación de abstinencia, deseando que la llenaran de nuevo, que la usasen y la follasen hasta reventarla.
Jake se situó entre las piernas de Amanda y, sin miramiento ninguno se la introdujo de una fuerte estocada, arrancando un gemido de la mujer. La dependienta, en cambio, se tomó algo más de tiempo para prepararse. Primero, se despojó de su ropa interior y luego, ayudandose de un par de banquetas, se subió a la silla donde estaba Amanda, situandose a horcajadas sobre su cara mirando en dirección a Jake. Separándose las nalgas, descendió su estupendo culo sobre la cara de la mujer, sentandose sobre ella.
Amanda tenía el coño de la dependienta directamente sobre su boca y la nariz sobre su ano. Al principio pensó que la iba a asfixiar, pues había dejado caer todo su peso sobre su cara, estaba literalmente sentada sobre ella, pero después de unos segundos aflojó la presión, permitiendola respirar. Esta rutina se repitió varias veces, la dependienta se sentaba en su cara, meciendose adelante y atrás, masturbándose con ella y, a los pocos segundos la dejaba respirar unas bocanadas de aire. Amanda nunca había probado algo así, pero sentirse tan sometida, tan a merced de la mujer la estaba volviendo loca, (…Solo un objeto…) “Sólo soy un objeto” pensó, “Una perra para dar placer” (…Una buena perra…) y eso, sumado a las embestidas que Jake le estaba proporcionando hicieron que llegara al orgasmo de nuevo.
Cuando la dependienta se separaba de ella, a parte de respirar, Amanda aprovechaba para deleitarse con la visión que le proporcionaba. Intentaba lamerla incluso cuando le dejaba el tiempo para respirar, recorriendo su culo y su coño con la lengua, fijandose en el reluciente piercing que la dependienta llevaba en su clitoris, “¿Dolerá?” (…Tu opinión no importa…Sólo debes obedecer…)
Ensimismada estaba en sus pensamientos cuando notó como la polla de Jake había cambiado de objetivo. El negro la había sacado de su coño y tenía la punta colocada ante su entrada trasera. Se asustó un poco, puesto que la polla del negro era enorme pero, tenía todavía más ganas de notar como ese enorme trozo de carne la penetraba el culo. Jake no se hizo esperar, con más calma que cuando se la había metido en el coño y ayudandose de que su polla estaba empapada de sus flujos, comenzó a ejercer presión para vencer la resistencia que ofrecía su objetivo. Cuando entro el capullo, Amanda dejó escapar un gemido de placer y una vez entrada la cabeza, el resto entró con facilidad en el cada vez mejor entrenado culo de la mujer.
Una vez la polla estuvo toda dentro, Jake inició un mete-saca a buen ritmo provocando en pocos minutos el segundo orgasmo de Amanda.
Susana estaba oyendo los ruidos desde fuera y estaba realmente caliente… No pudo evitarlo, se levantó y entró en la sala en la que se estaba montando el trío.
El espectaculo que se encontró la dejó con una sensación de satisfacción y orgullo. Amanda se estaba dejando usar como una perra y, lejos de quejarse, lo estaba disfrutando como la que más. Susana se dió la vuelta, se dirigió al mostrador y, buscando donde la dependienta le había indicado un rato antes de empezar, extrajo un arnés con un consolador rosa enorme… Había hecho bien en traer a Amanda a ese tatuador… Ya les conocía desde hacía tiempo y sabía que no la iban a decepcionar…
Susana se quitó la ropa y se ajustó el arnés. Entró de nuevo en la sala mientras sujetaba el falo de plástico, pensando lo primero que iba a hacer con el… No estaba dispuesta a perderse la fiesta que se había montado gracias a ella…
La dependienta estaba en la gloria, le encantaba la sensación de tener sometida de aquella forma a una mujer de alto estanding. Según le dijo Susana, era su jefa, una importante directiva del periodico… ¿Cómo había logrado que se sometiese así? Ni lo sabía ni le importaba, ahora lo único que merecía su atención era el divertido juego de sentarse sobre su cara. Ya se había corrido una vez sobre la cara de Amanda y eso parece que la había animado a seguir.
Una mano empujó levemente a la dependienta por la espalda, invitándola a inclinarse hacia delante. Cuando se giró, vió a Susana preparada para unirse a ellos y, después de sonreirla y guiñarle un ojo, se recostó sobre el cuerpo de Amanda y con sus manos se separó las nalgas, indicandole a la pelirroja lo que quería que hiciera.
Susana no se hizo esperar, introdujo la polla en el ojete ya lubricado por Amanda y comenzó a follárselo. Amanda tenía sobre su cara dos coños, y una perspectiva de primera de la sodomización de la dependienta. Casi no podía respirar pero le daba igual, estaba en extasis, se había vuelto a correr y cada vez quería más.
Jake estaba asombrado, tenía tres hembras espectaculares montando un espectaculo lésbico increible, y para poner la puntilla él estaba sodomizando a una de ellas. A este ritmo no iba a tardar mucho en correrse… Y efectivamente no tardó.
– ¡La merienda está servida!. – Indicó Jake, unos minutos después, abandonando el culo de Amanda.
Susana hizo lo propio con el culo de la dependienta, dejando el agujero totalmente abierto y la dependienta desmontó rápidamente a Amanda. Las dos se situaron de rodillas a ambos lados de la mujer y Jake, bajando e inclinando la silla, se situó sobre ella con cuidado de no rozar sus recién adornados pezones, con la polla como un mástil entre las tres mujeres.
Las tres se afanaron en acabar de llevar al hombre al orgasmo alternando lametones entre la polla y los huevos, pero cuando éste llegó, todo el premio fué para Amanda, que recibió la corrida entera en la cara, acabándo llena de leche.
Mientras Jake se corría Amanda tuvo un último orgasmo, ¿Cómo era posible? Si no la estaban tocando… (…El placer de tu hombre es tu placer…)
– Muy bien perrita, eres una zorra estupenda. – Dijo Jake. – De las mejores que han pasado por aquí…
Susana, se incorporó, y mirando a Amanda a la cara dijo
– Estoy orgullosa de ti… En sólo unos pocos días te has convertido en una buena chica… Has aprendido a obedecer y a dar placer como una perra de primera… Felicidades. – Al acabar de decir esto, Susana se acercó a la cara de Amanda y, tras pegar un lametón en su mejilla llevándose consigo gran parte del semen que cubría su cara, le pegó un morreo a la mujer para compartir con ella el sabroso regalo de Jake.
La dependienta no tardó en hacer lo mismo y, entre las dos, limpiaron la cara de Amanda a lametazos.
Aplicaron una crema cicatrizante en los pezones de la chica y liberaron sus ataduras. Amanda estaba encantada pero triste porque ya se había acabado el juego…
– Debes aplicarte esta crema tres veces al día y, al menos durante una semana, no deberías tocarte mucho los pezones pues no habrá cicatrizado todavía. A partir del domingo que viene ya podrás hacer lo que quieras, o cambiarte el piercing por otro.
Amanda se recompuso la ropa, notando todavía como Jake le había dejado el culo abierto.
– La siguiente vez que venga, será para ponerme un piercing en el coño. Como tú. – Dijo Amanda de repente a la dependienta.
Susana sonrió, pensando en lo zorra que había vuelto a esa mujer. Le había costado menos tiempo del que esperaba.
– Cuando quieras… Nosotros esperaremos tu visita… – Le contestó la dependienta.
Susana y Amanda salieron de la tienda y se volvieron a montar en el coche. La pelirroja se quedó mirando a su jefa dentro del coche, sin decir nada.
– ¿Qué te pasa? – Preguntó Susana.
– Nada nada, simplemente… – Amanda dejó la palabra en el aire.
– Simplemente… ¿Qué?
– Estaba pensando en que hace una semana no me habría atrevido a hacer esto… No se qué me ha pasado… Pero algo ha cambiado en mí… Ahora… Pienso que la Amanda de hace un tiempo… ¡Era una mojigata! Pero no se por qué… Yo creo que soy la misma, pero que hay algo distinto…
– Eres la misma Amanda. No le des más vueltas… Sólo que ahora te has dado cuenta que no estabas viviendo la vida como realmente querías…
– Si pero…
– ¿Pero?…
– No, nada… Déjalo…
Susana sonreía mientras arrancaba el coche de camino a la casa de su jefa… Amanda se daba cuenta de que le pasaba algo, que algo había cambiado, pero lo aceptaba como propio… Y es como debía ser…
Al llegar al apartamento de Amanda, Susana se despidió con más premura de la que deseaba la mujer, y lo hizo volviendo a dejar en su poder las bragas con consoladores y recordándole su pequeño juego de mañana.
– Recuerda… Mañana te deberás empezar a preocupar un poco más por tu trabajo… Esta semana lo has estado descuidando un poco…
– Claro… No te preocupes. – Contestó Amanda.
Susana se despidió y se fué.
Amanda se dió un baño relajante, para liberar las tensiones del día… ¡Y vaya día!
Se puso algo más cómodo y cenó algo frugal. Encendió el ordenador y éste le devolvió la última página que había visitado. La página de contactos. La musiquilla que ya le era familiar comenzó a resonar en toda la aplicación mientras Amanda la tarareaba.
Pensó en buscar algún hombre para quedar, se veía preparada para buscarse ella las citas, pero con los pezones así… No quería estar en la situación de tener que volver a negarse a hacer algo… No, eso jamás. Nunca le volvería a negar nada a “su hombre” (…Eres una perra…La única opción es obedecer…)
Comenzó a visitar las páginas porno que ya se habían convertido en rutina, másturbándose de nuevo hasta que se quedó dormida frente a la pantalla. La pegadiza musiquilla estuvo resonando en su cabeza toda la noche, hasta que el despertador la avisó de que era hora de un nuevo lunes.
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