Lorena:

– ¿Has hecho alguna vez un trío? – Sandra me miraba con esa carita de niña buena que había enamorado a José y que también me estaba enamorando a mí- ¿Un trío con dos chicas… con nuestras madres?- no se lo debía de haber dicho. José también me observaba expectante. Que lo hiciera con la mama del chico era lo normal, éramos pareja, pero que también participase la de la chica… eso quería decir que las dos hermanas habían estado juntas en la misma cama…

-Pues sí. Pero pasó hace mucho, vosotros erais unos bebés.

-Y ellas… – se atrevió a sugerir José

-Buenos ya sabéis como son de liberales. Alguna vez María- la madre de Sandra- le había dicho a Rita- la de José- que podía “compartirme” como ella había compartido a su marido para que nacieras tú- así había sido, Julio, el marido de María, el padre de Sandra, era también el padre biológico de José…- Yo creía que hablaban en broma. Rita decía que se lo pensaría y cosas así. Sabéis que nos saludamos con un piquito. Los de María cada vez eran más largos y me ponían a mil sin que a Rita pareciera importarle. Una vez hicimos una “noche de chicas” y ahí pasó.

– ¿Qué es lo que pasó exactamente? – preguntó Sandra con aparente inocencia

-¿No pretenderéis que os de los detalles? Sería morboso…

-Nosotros te los hemos dado a ti, de nuestros tríos. Sería lo justo.- En eso José, que era el que había hablado, tenía razón.

-No es lo mismo- protesté- en mi trío salen vuestras madres…

-Da igual- objetó Sandra- No nos vamos a escandalizar- y dicho esto cambió de posición poniéndose a mi lado.

-Está bien- concedí resignada- Habíamos estado bailando en una discoteca y allí ya nos calentamos con movimientos sexis y algún besito. En el coche de vuelta mientras Rita conducía María se sentó en el asiento de atrás y nos enrollamos.

-¿Y mi madre no decía nada?- preguntó José

-Decía que le guardáramos algo- respondí riendo- Cuando llegamos a casa primero me desnudaron, luego me besaron entre las dos, sentir las lenguas de las dos hermanas sobre la mía me volvía loca. También me chuparon una teta cada una… sí, como me estáis haciendo ahora- mis niños me lamian cada uno un pezón, yo, por mi parte le acariciaba el pene a José con una mano y la rajita su prima con la otra- Después me comieron el coñito y el culito a la vez- susurré ya entre jadeos. Como suponía, José bajó su lengua hasta situarla entre mis nalgas y Sandra llevó la suya a mi clítoris. Cerré los ojos y rememoré aquel momento de hacía tantos años, cuando quienes ahora me lamian mojaban los pañales.- ¡Parad!- les tuve que pedir- ¡Parad o me correré ahora mismo!- En efecto, pararon y se arrastraron por las sabanas hasta mi boca para besarme. Sentí en sus labios el sabor de mi intimidad.

De repente, el bebé se puso a llorar y eso nos sacó del letargo placentero en el que nos habíamos sumido con tanta historia. José se levantó y fue hasta la cuna. Hay que cambiarle, anunció, y se dispuso a hacerlo. Los llantos del niño se apagaron ante las atenciones de su joven padre. ¡Qué mono está cambiando pañales!, le dije a Sandra que lo observaba a mi lado. Pues sí, respondió ella, y así tan desnudito… las dos reímos. Desde aquel día que, estando yo embarazada de su novio, vino Sandra a darme un masaje y terminamos haciendo el amor nuestros encuentros eran siempre mágicos. Me había costado un poco explicárselo a Rita. Lo de su hijo había sido diferente, ella me había dado permiso, ya sabía que iba a pasar, pero lo de Sandra… técnicamente era una infidelidad, un engaño, lo habíamos hecho a sus espaldas. Tuve que explicarle que las dos lo necesitábamos, necesitábamos estar unidas íntimamente después de todo lo que había pasado, después de que José y yo hubiéramos engendrado a la criatura… El ambiente en esta familia es muy liberal así que terminó por perdonarme y aceptarlo, pero en un primer momento hubo algo de drama. Lo hicimos un par de veces más durante el embarazo. A ella le fascinaba mi cuerpo hinchado y a mí me encantaba sentir su húmeda lengua casi adolescente en mi rajita. Después de parir estuve un tiempo sin sexo. Ese día Sandra había venido a traer una cosa para el bebé y al encontrarme sola habíamos terminado liadas de nuevo. Sus besos eran muy especiales, los más dulces, sus lametazos en mis pezones o en mi vulva me volvían loca. Recordando esto le acaricié el pelo y la besé, su lengua, la que horas antes se había escurrido entre mis piernas, rozó la mía.

Cuando José regresó de atender al niño nos lanzamos a por su pene. Había perdido algo de rigidez pero la recuperó en seguida. Él estaba de pie frente a la cama y nosotras sentadas frente a su miembro, rodeándolo con nuestros labios.

José:

Dejé al niño en la cuna y me encontré a mis dos diosas besándose… ¡No se podían estar un momento quietas! Cuando me vieron ir hacia ellas dejaron lo que estaban haciendo y se pusieron a comerme la polla las dos a la vez. Nunca había sentido algo así, las dos lenguas multiplicaban atenciones a mi miembro que crecía por momentos. Las dos bocas avanzaban por mi mástil hasta el capullo a la vez, como si lo hubieran practicado, sus lenguas me hacían cosquillas, todo mi pene estaba envuelto en saliva. Luego Lorena me besaba la punta, rodeaba el glande con sus labios y lo acariciaba con su lengua, mientras Sandra daba lametones a mis huevos y a la base de mi instrumento. De repente cambiaban las posiciones, se besaban entre ellas y volvían a mi verga como si fuera el mejor manjar de todos… y sus ojos, sus miradas hacia mi rostro como buscando mi aprobación, la expresión de ángeles del sexo que tenían con sus pupilas apuntando a las mías y mi miembro en sus bocas…

Sandra:

Después de chupársela entre las dos lo tumbamos en la cama. Lorena y yo batallamos por su boca como lo habíamos hecho por su pene, rozando nuestras lenguas, lamiendo la de él, mordiendo sus labios, besándonos entre nosotras, juntando nuestras salivas en la boca de nuestro hombre… Bajé mi lengua por su cuerpo en dirección a su adorada polla mientras Lorena y él se seguían besando.

Lorena:

Recibimos a nuestro macho chupándosela entre las dos, luego lo tumbamos y nos besamos los tres. Mientras Sandra se la mamaba yo unía mi lengua con la de nuestro hombre. Me encantaba como nos besábamos, despacio pero con pasión, como si nuestras bocas fueran las más especiales del mundo. Él me acariciaba las tetas con cuidado, rozándome los pezones con las yemas de sus dedos. Su boca sustituyó a sus manos. Me acomodé para facilitarle la labor. Me comió los pechos con sensibilidad exquisita, como si fueran el más rico manjar. Los manoseaba, los besaba, succionaba los pezones haciendo salir unas gotas de la leche que alimentaba a nuestro hijo, los volvía a besar…

José

Era maravilloso chuparle las tetas a Lorena mientras Sandra me chupaba la polla a mí. Además lo hacía muy bien. Sabía cómo me gustaba. Me besaba la punta, la hundía en su boca hasta la garganta, me lamía los testículos, la volvía a tragar… Lorena apartó sus senos de mi boca y dirigió la suya a mi miembro para sumarse a Sandra en sus atenciones. La mamaron entre las dos y fue mi novia la que colocó sus tetas en mis labios mientras me susurraba al oído: ¿te gusta que Lorena te la chupé?

Sandra

Era una pregunto retórica, era obvio que le gustaba. Nos besamos mientras Lore seguía ensalivándole el falo. Le pasé mis tetas por la cara como había hecho ella antes. Mi chico deslizó su mano hasta mi rajita y la acarició con maestría. Lorena había dejado de chupar y trataba de ensartarse el mástil de mi macho en su vagina. Poco a poco fue engulléndolo hasta que su imagen desapareció ante el pubis de la diosa rubicunda. Comenzó a balancearse lentamente. Se percibía el placer en su rostro, en sus muecas excitadas que no desfiguraban su belleza angelical. Fui tras ella, aspiré el aroma de su pelo dorado, la besé en el cuello y le musité al oído: me encantan tus tetas, mientras se las sujetaba. Y a mí las tuyas, cariño, respondió girando la cabeza y nos besamos apasionadamente.

Lorena:

Montar a José mientras Sandra me acariciaba los senos desde atrás y me besaba era espectacular. Sentía sus pezones erectos en mi espalda y sus labios amorosos en mi cuello, mi oreja, mi mejilla y mi boca. Sentía también la polla del chico en mi coño. Mantenía sobre él un suave vaivén para no entorpecer las caricias que me dedicaba su novia, levantaba un poco el culo y me volvía a sentar sobre sus piernas para que su herramienta pudiera hundirse más en mi interior. Con mi mano acaricié el chochito de Sandra, todo mojadito. Ella me abandonó y volvió sobre José metiéndole la lengua en la boca e intercambiando saliva. Aproveché para cabalgar al muchacho con más fuerza. Tras unos minutos caí sobre él y juntamos las tres lenguas. Nuestro semental me abrazó fuerte y contrajo los glúteos espasmódicamente follándome a gran ritmo. Con todo lo que había pasado, con el rato que llevaba jugueteando con Sandra y luego con los dos, no pude aguantar más y me corrí como una loca.

José:

Estar con Sandra y Lorena a la vez era maravilloso. Mi novia me besaba y la compañera de mi madre trotaba sobre mí. Era fantástico, un sueño hecho realidad. Cuando Lorena se tumbó sobre mi cuerpo y la follé desde abajo jugando con nuestras tres lenguas creí que iba a estallar de gozo, pero la que se corrió fue ella, convulsionándose y gimiendo, haciéndome sentir el hombre más viril y afortunado de la tierra. Yo aún no había acabado y Sandra tampoco así que mientras Lorena descansaba a nuestro lado mi chica me montó como a un potro y empezó a moverse arriba y abajo, balanceando sus tetas ante mí. ¿Por qué no folláis por el culo que yo os vea?, preguntó Lorena al cabo de un rato, antes de que nos corriéramos. Nos miramos con complicidad y Sandra se sacó mi polla de su coño y se puso a cuatro patas.

Sandra:

Así que la belleza rubia que teníamos ante nosotros y que ya había recibido lo suyo quería ver como mi macho me la metía por el culo… pues iba a verlo… Me puse en posición y José empezó a acariciarme la colita, metiéndome los dedos y lubricándola con mis propios jugos que salían de mi vagina excitada. Apoyó la punta de su pene en mi ano y presionó lentamente. Sentí una quemazón mientras su miembro se abría paso en mis entrañas. Era tierno y delicado, pero inflexible, su barra avanzaba sin detenerse, inexorable hacia mi interior. Me dolía y me gustaba. Poco a poco fue moviéndose. Lorena no perdía detalle. Vino hacia mí y me besó. Me acarició las tetas mientras nuestras lenguas batallaban. José seguía a lo suyo y su polla me taladraba el culo de un modo inmisericorde pero placentero. Lorena alargó la mano y me frotó el clítoris a la vez que me ofrecía su pezón para que chupase. Sus dedos estimulándome sabiamente y mi chico por detrás bombeándome fueron demasiado para mí y caí rendida en un orgasmo gigantesco. Me desplomé sobre el lecho, exhausta, con Lorena acariciándome. José se tumbó a mi lado. Aun no había gozado y su pene seguía erecto, apuntando al cielo. ¿Por qué no te lo hace ahora a ti?, le pregunté a Lore. ¿Quieres perder la virginidad por el culo?

Lorena:

Las palabras de Sandra resonaron en mis oídos. Desde luego ella había disfrutado como una loca, pero… hasta que José y yo comenzamos a intentar tener el niño ni siquiera había estado con un hombre, no sabía si estaría preparada. Yo te preparo, dijo mi niña confiada ante mis dudas, me colocó como un perrito e incrustó la cara entre mi coño y mi culo y se puso a lamerlos ambos. Era agradable y comencé a excitarme otra vez. Su lengua iba de arriba abajo con maestría, de uno de mis agujeritos al otro. José no se perdía detalle del espectáculo. Cuando ya me vio bastante cachonda se centró en mi culito. Metió la lengua sin asco. Sonreí al sentir ese apéndice mojado adentrarse en mi trasero. Luego metió un dedito, dos, tres… cada vez era más difícil. Me lubricaba con saliva y con mis propios jugos. Nuestro semental no aguantó más y acercó su polla a mi boca para que la mantuviera tiesa mientras Sandra hacía su trabajo. Chupé como pude hasta que a nuestra amiga la pareció que la herramienta de nuestro chico ya podía invadir mis carnes por esa entrada. José se colocó tras de mí y la empezó a meter. Dolía mucho y le tuve que pedir que parara. Sandra me daba besitos y me susurraba palabras de aliento. Empezó de nuevo más despacio. Esta vez lo aguanté mejor. El culo me ardía y me daba la sensación de que no me podría sentar en una semana pero estaba empezando a sentir placer. Sandra se tumbó como si fuéramos a hacer un 69 para ver la operación desde el mejor ángulo. José me acariciaba las tetas y la iba metiendo cada vez más. Sandra alzó la cabeza, sacó la lengua y me lamió el clítoris. Esto ayudó a que el gusto se sobrepusiera al dolor y el chico, envalentonado, la metió del todo. Sandra me metió la lengua en la vagina y bordeó el pene de su novio a través de mi carne. Mi niño se fue animando y comenzó el mete-saca despacio, gentilmente. El placer empezó a ser brutal, intenso, increíble. Poco a poco el ritmo fue aumentando. Cada vez más rápido, cada vez más duro. Al final me taladraba de un modo inmisericorde, pero me encantaba, iba a estallar, a volverme loca del gozo empalada por mi macho. José se corrió entre espasmos. Sandra me chupó el clítoris y yo tuve un nuevo orgasmo.

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